Opinión

La estúpida guerra entre PP y Vox

Las cúpulas de ambas formaciones no entienden lo que nos estamos jugando y siguen con sus batallitas personales

Ayer nos enterábamos de que la presidenta Ayuso, siguiendo la consigna de Feijoó, tampoco asistirá a la manifestación de este sábado. Repitamos por enésima vez que los organizadores no son los partidos políticos, que son entidades de eso que llaman sociedad civil - como si existiese una sociedad militar – y que de manera pacífica y ordenada quienes acudan lo harán para dejar clara su oposición al gobierno de Sánchez y en defensa de España, la democracia y la Constitución. ¿Alguien ve en esto un impedimento? ¿Es lo que se reivindica incompatible con Ayuso, la política que mejor sabe plantar cara al social comunismo con una enorme eficacia en el campo de la guerra cultural y, no menos importante, en la electoral?

Es evidente que no. Pero los pitagorines de Génova, sabios estrategas, han dicho que, como Santiago Abascal irá a esa cita a la que están convocadas todas aquellas personas que desean volverá acabar con el cesaropapismo sanchista, no hay que ir. Que no debe producirse una foto en la que Abascal esté junto a Feijoó o Ayuso. Que eso es veneno para las encuestas. Que hay que luchar por distanciarse de Vox y “marcar perfil de centro”, como me confesaba ayer desolado un líder popular, que no sabe si vender la casa o ponerse de alquiler.

Que hay que luchar por distanciarse de Vox y “marcar perfil de centro”, como me confesaba ayer desolado un líder popular, que no sabe si vender la casa o ponerse de alquiler

La postura del PP no se sostiene, máxime si tenemos en cuenta que buena parte de los que se manifestarán el sábado son o han sido votantes suyos. Digamos la verdad: lo que impide que muchos dirigentes importantes del PP puedan acudir – me consta que son muchos – es el ukase que se ha emitido desde el partido: a Vox, ni agua. A ver que me entere yo. Se puede gobernar con el concurso de los votos de Vox, pero está prohibido que te vean a su lado. Vaya por Dios. Hay que ser tonto, pero tonto no pa un rato, no pa siempre, que diría el gran José Mota. Y conste que les digo lo mismo a los de Abascal, que tienen un nulo sentido e la oportunidad y parece que se las pongan a Sánchez cómo se las ponían en su tiempo a Fernando VII.

El problema de estos dos partidos es que no se fían el uno del otro porque se ven como competencia en lugar de entender que son aliados, que representan sentires parecidos, aunque no calcados, que sin ellos no habrá Dios que consiga que Sánchez y su versión siniestra de la Banda del Empastre se vayan a sus casas. Es imprescindible que eso les quede claro porque, de no ser así, tenemos un futuro negro, negrísimo. La unidad entre formaciones que defienden el orden constitucional que nos ha dado cuatro décadas de progreso, libertad y paz social – cosa insólita en la historia de España, triste es decirlo – es la primera piedra sobre la que edificar esa España que exige a gritos la gente de la calle, la que está siendo destruida a mazazos por Moncloa.

El problema de estos dos partidos es que no se fían el uno del otro porque se ven como competencia en lugar de entender que son aliados

Para decirlo en román paladino, Feijoó debería dejarse de pijadas y pensar más en España y menos en esa décima de más o de menos que puede sacarle a VOX porque, de momento, no hay ni una sola encuesta que le dé mayoría absoluta y solo podrá gobernar pactando con los del partido verde. Y en lo que respecta a mi querida Ayuso, decirle lo del clásico: qué error, qué inmenso error, añadiendo de mi cosecha “Tanto sudar, ¿pa qué?”. Ay.

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