Opinión

La Ferrusola se nos ha ido

Jordi Pujol y su esposa, Marta Ferrusola.

Conste que he titulado así este billete porque incluso sus propios hijos se referían a Marta Ferrusola de esa manera, como me confesó en una entrevista su hijo Oriol Pujol antes de los líos con las ITV. Así también la conocíamos la mayoría de los catalanes, que solemos anteponer el artículo al nombre sin que eso constituya en modo alguno trato peyorativo. La Ferrusola, o la Marta si prefieren ustedes, ha fallecido a causa del Alzheimer que arrastraba desde hace años. Enfermedad terrible para quien la padece y para quien la contempla sin saber qué hacer, viendo como aquel ser que amaba se le escapa de entre los dedos día a día.

De La Ferrusola podríamos decir como proclamaban los esclavos en los funerales de la antigua Roma “¡Ha vivido, ha vivido!”. Ella sola ha llenado un capítulo entero de la reciente historia de
Cataluña. Porque, nadie se engañe, la que mandaba en casa de la familia Pujol y, por tanto, en la política catalana, era ella y nadie más que ella. Algún día habrá que analizar el rol del matriarcado en culturas como la vasca o la catalana, donde la señora de la casa es juez inapelable y ejerce su poder sin que ningún hombre, por más que sea en su vida pública, ose siquiera toserle.

Ella sola ha llenado un capítulo entero de la reciente historia deCataluña. Porque, nadie se engañe, la que mandaba en casa de la familia Pujol y, por tanto, en la política catalana, era ella


El episodio de la madre superiora y los misales es viejo y no vale la pena explicarlo, pero si hay algo tremendo: la mujer que llevaba en la cabeza los números, las cuentas, los capitales y, en suma, el
patrimonio de los Pujol - que presuntamente rozaría los tres mil trescientos millones de euros, aunque la policía “solo” lo estima en trescientos - fue perdiendo la memoria hasta no recordar nada.

Es digno de tragedia griega, de drama clásico. La vestal encargada de mantener vivo el fuego del clan acaba por no recordar cómo se enciende el pebetero. No creo que suponga ningún problema, hace tiempo que esos temas los lleva Jordi JR, pero la imagen, terriblemente poética, mueve a la reflexión.
Hubo un tiempo en que La Ferrusola ponía y quitaba consejeros, cargos públicos, candidatos e incluso presentadores de TV3. Su palabra era ley y eso lo saben muy bien los periodistas catalanes
veteranos que siempre le hicieron la pelota de manera descarada. Era eso o ser desterrado al ostracismo. Y eterno, porque tenía una memoria fabulosa pareja con una capacidad de guardar filias y fobias durante años.

La recuerdo en una sección de plantas que tenía en el programa radiofónico de la popular locutora Odette Pinto. Eran amigas y allí La Ferrusola – que, a la sazón, tenía una empresa de plantas que
llegó a mover alfiles de polémica por un asunto relacionado con el césped del Barça – se dejaba ir y era divertida, amena e incluso, parecía humanizarse. Nada que ver con la iracunda mujer que se
lamentaba de que sus hijos no encontrasen niños que hablasen catalán para poder jugar en ellos en el parque, la que se indignaba porque un presidente catalán hubiera nacido en Iznájar – Montilla –
o la que tuvo la tremenda osadía de soltar ante una comisión de del parlamento catalán ante un cupaire al que solo le faltó besarle la mano aquel famoso Però si no tenim ni cinc!
La mujer que encandiló a los convergentes de ayer y a los separatas de ahora, aquella a la que le gritaban Això és una dona!, la que mandó en aquel Pujol sobre el que nadie más mandaba, ha
fallecido y ahora está rindiendo cuentas ante Dios. Como haremos todos, porque si algo hay seguro es que de este mundo nadie sale vivo. Vaya, como no puede ser de otra forma, mi pésame a su
familia y allegados
. Y me adelanto: en la vida hay que ser cortés y caballeroso, pero es mucho más importante serlo en la muerte. Porque todos tenemos finados y nosotros mismos somos muertos
en potencia.

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