Es una broma que, al margen del Parlamento, el Gobierno pretenda aumentar el gasto en defensa desde el 1% del PIB por año al 2%, en días, y a más del 3%, en meses. Sobre todo, si el presidente utiliza eufemismos del tipo “lo que tenga que pasar por el Congreso, pasará, y lo que deba aprobar el Gobierno, se aprobará” con el fin de ocultar a los españoles su sometimiento a socios que rechazan cumplir con la Unión Europea. Es un engañabobos simular que hay gasto militar no contabilizado, cuando se trata de datos OTAN, homologados, con idéntica metodología para todos los países. ¿Están pensando en decretazos para trampear?
El que va en serio es Vladimir Putin. Sánchez no lo ha entendido, los españoles, sí. En 2022 eran favorables a incrementar el gasto militar el 47% (CIS), hoy lo son el 85%. Tienen razones. En un reciente estudio de los centros de investigación Bruegel y Kiel se cuantifica el nivel de la amenaza rusa y la envergadura del reame necesario de la UE para lograr nivel de disuasión suficiente sin contar con EEUU. Al final del año pasado, los rusos tenían contra Ucrania 700.000 soldados. En 2024, fabricaron 1.550 tanques -un 2100% más que en 2.022- y 5.700 blindados nuevos -un 150% más-, por ejemplo. Su gasto en defensa es ya del 6% de su PIB. Obviamente, una derrota de Ucrania elevaría los niveles de riesgo.
Cuando los aliados le leyeron la cartilla en la cumbre de Londres y en el Consejo Europeo, empezó a balbucear sobre el 2%; días después, en un mitin en Galicia, lanzó desatinos sobre tanques, guerra híbrida, ciberseguridad o cambio climático
El plan de rearme de la UE va muy en serio, como demuestra el pacto de Estado alemán firmado por la CDU, el SPD y los Verdes para aumentar el gasto militar “cueste lo que cueste”. El estudio de Kiel identifica la amenaza: “Rusia podría tener la fuerza militar necesaria para atacar a los estados de la UE en tres años”. ¿Qué necesitaría Europa? Para empezar, 300.000 efectivos adicionales y, al menos, un ritmo de producción de 1.400 carros de combate, 2.000 vehículos blindados y otros tantos drones de largo alcance, etcétera. Y un aumento del gasto de 300.000 millones de euros año.
En este contexto de radical cambio geopolítico, ¿alguien sabe cuál es la posición del gobierno “progresista”? Sánchez divaga. A mediados de enero, se presentó ante los embajadores españoles como el líder mundial contra “la deriva armamentista” y el “belicismo”. Cuando los aliados le leyeron la cartilla en la cumbre de Londres y en el Consejo Europeo, empezó a balbucear sobre el 2%; días después, en un mitin en Galicia, lanzó desatinos sobre tanques, guerra híbrida, ciberseguridad o cambio climático. “Tiene 15 días”, le exigen, hartos, desde Bruselas.
Ridículo en Europa
En política de Defensa, Sánchez es hoy asimilado en la UE a sus socios de la extrema izquierda, formada por políticos que llevan implantado en su cerebro el muro soviético y una cultura de Guerra Fría. En este momento están proponiendo el desarme de Europa y la neutralidad de España. En el Consejo Europeo de la pasada semana, todos pudieron comprobar la consistencia del Gobierno español. La vicepresidenta Yolanda Díaz se declaró militante del “no a la guerra”, en tanto Carlos Cuerpo pidió financiación europea para el presupuesto militar español con préstamos y transferencias directas. Eso, el ministro del “España va como un cohete”.
Este fin de semana hemos asistido a una borrachera manipuladora de los activistas mediáticos del sanchismo, actuando como “ingenieros del caos”, en la terminología del italiano Giuliano da Empoli. Utilizan una técnica consistente en crear un caos informativo orientado a confundir
No se trata solo de política militar. Europa está obligada a cambiar de raíz su estrategia económica. En el nuevo marco geopolítico, la UE no puede seguir dependiendo de compras a proveedores exteriores por más del 80% de su material militar. Es ruinoso que un 64% del de la OTAN sea de origen estadounidense. Como ha demostrado Mario Draghi, los europeos financian gran parte del liderazgo tecnológico de EEUU por esta vía. En ese marco se debe interpretar el plan europeo de rearme, en el que Sánchez está colocando a España en una posición marginal, con consecuencias negativas para la industria nacional de defensa, como ya ha podido comprobar la ministra Robles.
Europa reacciona, España, no. Engañar a los electores sobre la cuestión es la única preocupación del Gobierno. Este fin de semana hemos asistido a una borrachera manipuladora de los activistas mediáticos del sanchismo, actuando como “ingenieros del caos”, en la terminología del italiano Giuliano da Empoli. Utilizan una técnica consistente en crear un caos informativo orientado a confundir, hasta lograr que el público pierda interés por diferenciar lo real de lo inventado. En ese guion, el culpable de no votar la política de defensa en el Parlamento sería Núñez Feijóo. ¡Qué farsa!
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