Opinión

La insensatez no está nunca satisfecha

El kamikaze sigue en la carretera y en la dirección contraria que marca el sentido común y el interés general

De vez en cuando conviene detenerse y salir corriendo de la política o la politiquilla del día a día, de la última declaración de este o de cualquier dirigente. En muchos países gobiernan verdaderos patanes, tipos estrafalarios que han conseguido el poder con el apoyo de personas que han creído que los grandes problemas pueden solucionarse con bravuconadas, cuando no con mentiras que al final paga el pueblo que votó al malandrín que se hizo con el poder. Aquí nos gobierna un señor con la categoría del munícipe que fue, incapaz de limpiar tanta basura como le rodea. Como pasa con los kamikazes en la carretera, el problema no es que se haga daño a sí mismo, la cuestión es que arrase con todo lo que se encuentra.

 

Sin escrúpulos

Cada día que pasa empieza a ser tarde para enderezar el pulso democrático de España. Sánchez, incluso en su versión trumpista, es el aquel gobernante que fue defenestrado por sus compañeros que veían como el Psoe se iba por el sumidero de la Historia. Hoy sigue siendo el mismo que promovió una votación secreta en una urna para poner fecha a un congreso extraordinario. Su concepto de la democracia es el mismo: oscuridad y una ausencia de principios que le imposibilitan para diferenciar la ética de la moral. Le da igual cómo conseguir mayorías, las alianzas con la derecha nacionalista y xenófoba, sus pactos con la extrema izquierda o con tipos que fueron activos terroristas de Eta. Ahora, la señora que el tal Otegi tiene de delegada en Madrid ya goza entrada franca en la Moncloa, donde hace unos días la recibió un sonriente Sánchez. Se mueven algunas tumbas, pero él no lo aprecia.

 

He dejado pasar unos días pare digerir la forma en que Planas entiende el juego democrático. Sabe que la Constitución obliga al Gobierno a presentar unos presupuestos y reconoce que así lo mandata, pero le da igual

 

 

Lo que sorprende hoy no es tanto la forma en que el presidente aguanta y sobrevive, a fin de cuentas, esa es su condición desde que está en política. Lo que inquieta es el modo en que ha devaluado a personas que en otro tiempo fueron fiables en su condición de escrupulosos demócratas. No sé el nombre de los ministros, en realidad son puro ornato, delegados de curso a las órdenes del más listo y gamberro de la clase. He visto con espanto la evolución -la involución- de Marlaska y la falta de firmeza de Margarita Robles. Ahora observo con sorpresa la desidia democrática que gasta el ministro Luis Planas, posiblemente el más preparado de este gabinete. He dejado pasar unos días pare digerir la forma en que Planas entiende el juego democrático. Sabe que la Constitución obliga al Gobierno a presentar unos presupuestos y reconoce que así lo mandata, pero le da igual porque, como dijo el otro, España, en lo macroeconómico,  va bien.  Qué lío gobernar con una Constitución, ¿verdad ministro?

 

Hombre, Oughourlian, hombre

Si el escándalo no es más que el mero relato de la costumbre olvidémonos de cualquier esperanza. No hace falta cumplir la Constitución, no necesitan el Congreso, han tomado la Radio televisión pública, el Constitucional y empresas privadas estratégicas. Un quilombo en toda regla. Ayer, el presidente de El país se vio obligado a recordar al Gobierno que ”sería inaceptable que, cuando estamos recordando que hace ya 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco, alguien cayera en la tentación de adueñarse de un medio de comunicación independiente desde el poder, bien directamente, bien utilizando alguna empresa estatal como instrumento”. Leo a Joseph Oughourlian y no sé si llorar, disculpar su infantil ingenuidad o invocar a san Judas Tadeo, patrón de lo imposible. Hombre Joseph, hombre, ya que los efectos del sanchismo son inmediatos, ¿cómo no se te ocurrió escribir antes el artículo en cuestión?    

 

 

El Gobierno necesita al Pp para implementar las nuevas políticas de defensa y gasto militar, pero Sánchez insulta a Feijóo y se olvida de que en este asunto la verdadera oposición son sus socios

España tiene algunos problemas inaplazables, que se agudizan porque se les suman los propios de la Unión Europea, que busca cómo organizarse ante la amenaza que en sí mismos representan el malvado Putin y el diletante Trump. Si no solucionamos nuestros problemas difícilmente conseguiremos coadyuvar a la resolución de los conflictos que atenazan a Europa.

No digo que no sean importantes los frívolos asuntos que llenan las tertulias. La tal Jésica, por ejemplo, es una consecuencia del desastre, y mientras seguimos confundiendo la consecuencia con la causa, a Sánchez le va bien. Digo que no podemos esperar. Digo que los partidos, tomados de uno en uno, no pueden afrontarlos. El poder no es suficiente para resolver las grandes dificultades que conlleva la emigración, la crisis territorial, la educación, la sanidad, la vivienda, la reforma de la administración y las pensiones. El Gobierno necesita al Pp para implementar las nuevas políticas de defensa y gasto militar, pero Sánchez insulta a Feijóo y se olvida de que en este asunto la verdadera oposición son sus socios de extrema izquierda y los independentistas de izquierda y derecha constituidos todos ellos en singular patio de monipodio.

La actualidad está llena de problemitas insignificantes en los que parece que nos va la vida, mientras que las grandes cuestiones no se acometen porque se necesita pactar y acordar

 

Sin un acuerdo entre las fuerzas políticas, y especialmente entre el Psoe y el Pp, los apremiantes problemas se almacenan, y así, lejos de desaparecer se ensanchan hasta llegar a un punto en que será demasiado tarde. Puede que ya lo sea. 

Sé que esto que está leyendo le suena a cuento de hadas, pero así lo creo. La actualidad está llena de problemitas insignificantes en los que parece que nos va la vida, mientras que las grandes cuestiones no se acometen porque se necesita pactar y acordar, algo que nuestros partidos no saben o no quieren hacer. No sé si hacen falta políticos nuevos que no se parezcan a los del siglo XIX que tan bien dibujó Galdós, sé que urgen dirigentes que antes que una sigla, la suya, sean capaces de aceptar la cultura del pacto y el entendimiento. Por el bien de todos, votemos lo que votemos, pensemos lo que pensemos.

Convocar elecciones cuanto antes

Tengo, para terminar, dos evidencias. La primera, que con Pedro Sánchez es imposible seguir. La segunda, es que nunca fueron más urgentes unas elecciones generales. No parece que dispongamos de mucho tiempo. A tenor del último Cis bien haría el presidente en convocarlas, porque casi están en la mayoría absoluta.

Mientras tanto, el kamikaze sigue en la carretera y en la dirección contraria que marca el sentido común y el interés general. En sus Ensayos, el señor de la montaña tenía razón en 1585, pero más en 2025: "La insensatez no está nunca satisfecha".

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