Opinión

La orquesta de Putin

La intensa actividad de Wagner nos viene a decir es que Putin ha encontrado el modo de hacer la guerra de dos formas a la vez: simétrica y asimétrica

Hace unos meses, unos periodistas preguntaron al ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, sobre el papel que estaba desempeñando el Grupo Wagner en el Donbás. Lavrov respondió que ninguno, que esa empresa de mercenarios no tenía conexión alguna con el Estado ruso. Los generales ucranianos lo ven de un modo muy diferente, para ellos la intervención de los paramilitares de Wagner ha sido fundamental en el avance ruso desde hace meses. Los soldados ucranianos se los encuentran continuamente y han capturado a algunos. En Rusia, entretanto, los medios oficiales, que son todos porque allí la discrepancia está prohibida, están llenos de reportajes sobre las hazañas heroicas de esta compañía de mercenarios a la que le gusta llamarse a sí misma la "orquesta" y a sus soldados los "músicos".

No es casual que el propietario de Wagner, Yevgeny Prigozhin, conocido como el cocinero de Putin por los contratos de catering que una de sus empresas tiene con el Kremlin, recibió hace no mucho el mayor galardón que se concede en el país, el de Héroe de la Federación Rusa, una medalla formada por una estrella de cinco puntas que se concede a aquellos que han realizado actos heroicos en favor de Rusia. La realidad es que la medalla de héroe de la Federación Rusa es la evolución de la de héroe de la Unión Soviética que se inventó Stalin en los años 30 entre purga y purga.

Se han visto vallas publicitarias de reclutamiento de Wagner en las calles de varias ciudades rusas. “La Orquesta te espera”, decía una de ellas con una calavera, que es el logotipo de Wagner. Se trata de un logo muy parecido a las unidades de la calavera de las SS creadas por Theodor Eicke en 1934. Esta semejanza algunos comandantes de Wagner podrían considerarla incluso un cumplido. La empresa, que también opera bajo el nombre de La Liga en las zonas de Ucrania ocupadas por Rusia, ha abierto centros de reclutamiento en 26 ciudades rusas y ahora está expandiendo su campaña a prisiones de toda Rusia para reponer sus bajas en el campo de batalla.

Emprenden la operación y no les importan las bajas, bajas que además no figuran como del ejército ruso por lo que no entran en la estadística oficial y no hay que dar explicaciones a los padres del soldado muerto en combate

El Kremlin confía en los mercenarios de Wagner porque ejecutan la misión que les encargan sin escatimar bajas. Rusia tiene un problema con la motivación de sus unidades. La única manera que tienen de incentivar a la tropa es el dinero y a veces ni eso basta porque las misiones son muy arriesgadas y nadie quiere ser el más rico del cementerio. Los mercenarios de Wagner toman el dinero y no hacen más preguntas. Emprenden la operación y no les importan las bajas, bajas que además no figuran como del ejército ruso por lo que no entran en la estadística oficial y no hay que dar explicaciones a los padres del soldado muerto en combate. A cambio, a los mercenarios de Wagner se les paga mucho mejor que a las tropas regulares. Cobran entre 300.000 y 350.000 rublos mensuales (unos 3.500 euros), cantidad que figura en los anuncios que hacen en prensa. A eso hay que sumar primas de entre 150.000 y 700.000 rublos según el éxito de cada misión.

En mayo la ofensiva rusa en Donbás se estancó cerca de Izyum y los intentos rusos de cruzar el río Donets con un pontón acabaron en una humillante derrota. Entraron entonces en acción los hombres de Wagner y lograron romper las líneas ucranianas cerca de la ciudad de Popasna. Eso permitió que los rusos desatasen la ofensiva "flor de Popasna" a lo largo de las semanas siguientes capturando las ciudades de Severodonetsk y Lisichansk. Los mercenarios tomaron ellos solos la central eléctrica de Vuhlehirsk en julio y, según parece, ahora se encuentran en vanguardia tratando de romper las líneas ucranianas en torno a la ciudad de Bajmut. Su nivel de preparación es alto. No es la infantería rusa convencional. Están bien entrenados, son especialistas en el uso de armamento de todo tipo y saben moverse. Esa es la razón por la que los ucranianos les temen. Son asesinos profesionales que trabajan en grupos bien coordinados y todos tienen experiencia en combate.

A diferencia de otras compañías militares rusas formadas por mercenarios, Wagner tiene sus propios tanques, artillería, defensas aéreas y sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple

No es la primera vez que Wagner está en Ucrania. Ya participó en 2014 en la campaña del Donbás y luego sus efectivos fueron enviados a Siria y a varios países africanos. A diferencia de otras compañías militares rusas formadas por mercenarios, como Redut y Patriot (que también operan en Ucrania), Wagner tiene sus propios tanques, artillería, defensas aéreas y sistemas de cohetes de lanzamiento múltiple. También operan aviones de combate. Al menos dos aparatos pilotados por efectivos de Wagner, un mayor ruso y un coronel bielorruso (ambos retirados), han sido derribados por el ejército ucraniano cerca de Popasna. Pero no actúan por su cuenta, se encuentran bajo el mando de la unidad militar rusa responsable de cada área y están integrados en la cadena logística del ejército ruso.

De Wagner se viene hablando desde hace años. Allá donde el Kremlin se metía en una guerra aparecían en escena estos mercenarios. El Grupo Wagner surgió poco después de la ocupación de Crimea de 2014. Sus mercenarios luchaban junto a los independentistas prorrusos en la región del Donbás a las órdenes de Dimitri Utkin, un comandante retirado de las fuerzas especiales rusas admirador del Tercer Reich. El año pasado se publicaron unas fotos suyas en las que se aprecia como sobre el pecho tiene tatuado el símbolo de las SS. El nombre del grupo, de hecho, proviene del compositor Richard Wagner, el favorito de Hitler. Algunos de los combatientes del grupo comparten esta ideología. En África y en Oriente medio se ha fotografiado simbología nórdica en equipos propiedad de Wagner como la que suelen exhibir los supremacistas blancos.

Tras lo del Donbás, Wagner pasó a Siria en 2015 con la tarea de apoyar al presidente Bashar al-Asad. En 2016, Putin otorgó a Utkin honores militares durante un banquete en el Kremlin. Un año después, Estados Unidos impuso sanciones a Utkin por sus actividades como mercenario. Desde que comenzó la invasión de Ucrania se habla más de ellos, en buena medida porque han debido perder muchos efectivos y necesitan hacer publicidad en Rusia para reclutar nuevos miembros. Antes lo hacían de un modo más discreto. En esta campaña de reclutamiento se inscribe el error que cometió el corresponsal Sehry Sreda la semana pasada en Popasna. Subió a su canal de Telegram una foto con varios mercenarios para promocionar a la compañía. Lo que consiguió fue que los ucranianos les localizasen y disparasen contra esa ubicación.

El requisito para los hombres mayores de 35 años es que puedan correr un kilómetro en 4 minutos y 20 segundos, algo no muy complicado, y las únicas condiciones médicas que impiden ingresar son el VIH y la hepatitis

Las pérdidas de Wagner desde mayo les están obligando a rebañar el fondo del barril para conseguir nuevos reclutas. Eso les ha empujado también a rebajar los requisitos, famosos por ser muy estrictos. Se han formado de esta manera dos Wagner: uno para las misiones en África u Oriente Medio donde mantienen las exigencias y otro para luchar en Ucrania donde ya no es necesario tener experiencia en combate o estar especialmente en forma. El requisito para los hombres mayores de 35 años es que puedan correr un kilómetro en 4 minutos y 20 segundos, algo no muy complicado, y las únicas condiciones médicas que impiden ingresar son el VIH y la hepatitis.

El primer lugar donde están reclutando son las cárceles, un lugar que Prigozhin conoce bien porque pasó nueve años entre rejas en la década de los 80 condenado por robo y fraude. Prometen a los reclusos libertad y dinero a cambio de ir a la guerra durante seis meses. El propio Prigozhin ha recorrido varias cárceles con su estrella de héroe de la Federación Rusa en la solapa supervisando el reclutamiento. Necesita carne de cañón y los presos son perfectos. Tienen poco que perder y no importa demasiado que tengan más o menos experiencia. Lo importante es colocar efectivos en el terreno y mejor aún sin son despiadados. Dado que el ejército ruso se ha atascado en el Donbás tirar de Wagner y sus expeditivos métodos puede funcionar, más si cabe cuando sus muertos no hay que contabilizarlos como bajas.

Se estima que tiene unos 5.000 hombres destacados en el continente, casi los mismos que EEUU en toda África. La empresa ofrece asistencia militar a los Gobiernos locales sin implicar oficialmente al Kremlin

El verdadero negocio de Wagner no está en Ucrania, sino en otras partes del mundo, concretamente en África. Los mercenarios de esta empresa están desplegados en varios países, entre ellos Mali, donde hacen grandes negocios. Primero se granjean el favor del presidente y se ponen a su disposición ofreciéndole escolta profesional. Estos autócratas africanos se fían más de los extranjeros que de los propios, ya que estos últimos podrían traicionarles. Pero el dinero no está ahí, sino en la explotación de ciertas materias primas como diamantes u oro que luego venden en el mercado internacional y se hacen así con divisas.

Que se sepa el Grupo Wagner opera en Malí, Siria, Sudán y la República Centroafricana. Se estima que tiene unos 5.000 hombres destacados en el continente, casi los mismos que EEUU en toda África. La empresa ofrece asistencia militar a los Gobiernos locales sin implicar oficialmente al Kremlin. Los mercenarios de Wagner viajan, eso sí, de forma habitual en aviones militares rusos dentro de África. En Mali, que es la joya de la corona, Wagner ha ido convirtiéndose en una red mercantil mucho más grande. Ofrece servicios mineros, consultores políticos y desinformación en la prensa y redes sociales.

No en todas partes les ha ido bien. La empresa fue contratada por Mozambique en 2019 para acabar con una filial del Estado Islámico, pero se retiró cuando varios de sus combatientes fueron capturados y decapitados por los yihadistas. En Mali les va mucho mejor. El país es pobre de solemnidad, pero muy rico en minerales. Francia, la antigua potencia colonial mantuvo su influencia durante años, intervino incluso con el ejército en 2012 para combatir a algunas milicias yihadistas que querían deponer al Gobierno. En 2021 se produjo un golpe de Estado y se hizo con el poder un joven militar llamado Assimi Goita que buscó protección en Rusia y al que Occidente había dado la espalda. Se reunió con el ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, en la ONU y le invitó a Moscú, donde le ofrecieron los servicios de Wagner.

Wagner firmó un contrato en diciembre de 2021 con el Gobierno de Goita para luchar contra los yihadistas a cambio de 10 millones de dólares al mes, pero eso era lo que se veía. Wagner dejó en claro que tenía otras ambiciones además de cobrar el cheque mensual por sus mercenarios. Mali es el cuarto mayor exportador de oro de África y posee grandes reservas de petróleo, manganeso, uranio y litio, un metal imprescindible para fabricar baterías de vehículos eléctricos. El gobierno maliense está negociando con Wagner dos concesiones de extracción de oro en el sur del país.

Toda esta actividad de Wagner nos vendría a decir es que Putin ha encontrado el modo de hacer la guerra de dos formas a la vez: simétrica y asimétrica. Algo que no es nuevo. Estados Unidos ha hecho uso de los mercenarios de Blackwater (Constellis se llama desde hace unos años) en lugares como Irak o Afganistán, pero nunca lo negó y su participación estaba perfectamente fiscalizada por el Congreso y el ejército. Los mercenarios de Blackwater no se empleaban para ofensivas, tan sólo como escoltas y para proteger bases y ciertos emplazamientos. Lo de Wagner va mucho más allá. No es una simple empresa, es todo un entramado que, aparte de proveer tropas de élite al ejército ruso para operaciones difíciles, se ha metido en negocios turbios como si se tratase de una mafia. Algo, por lo demás, ya prácticamente indistinguible del resto del régimen de Putin que vive por completo al margen de la legalidad.

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