Opinión

La Resistencia contra El Hormiguero

En el momento de escribir este billete no se sabe si todo habrá ido sobre ruedas y el Consejo de RTVE habrá aprobado el contrato con la productora de El Ter

En el momento de escribir este billete no se sabe si todo habrá ido sobre ruedas y el Consejo de RTVE habrá aprobado el contrato con la productora de El Terrat para, pásmense descreídos y tiquismiquis, fichar a David Broncano y su programa La Resistencia. Broncano lleva varias temporadas en Movistar Plus y dicen los modernos podemíticos que es un programa muy, pero que muy bueno. Sopas de ajo que se vuelven insípidas si comparamos ese humor escatológico de patio de colegio con el mítico David Letterman, o más cerquita en el tiempo con el de Graham Norton o Jimmy Fallon. A Broncano lo califica el movimiento nacional de la progresía como provocativo, innovador, audaz, gamberro, en fin, eso que los ejecutivos de televisión que sólo saben peinarse a la perfección suelen despachar con “un formato fresco, muy fresco”. Fresco debe ser, pero también caro porque cada programa nos saldrá – RTVE es pública y aunque el dinero no sea de nadie sale de nuestros bolsillos – por ochenta y siete mil pavinis de vellón. Tres añitos de contrato, prime time para intentar contraprogramar al imparable y crítico con Sánchez El Hormiguero y emisión casi diaria, de lunes a jueves. Bueno. Cosas peores se han visto. Sánchez, Ínclito Gran Timonel, cuando tiene una clarita entre dos quehaceres se mete a programador televisivo. Fichajes escandalosamente caros para audiencias escandalosamente ridículas. 

Pero por doce milloncejos de nada al año la productora de Buenafuente aportará al Ente Público ese toque de modernidad y humor inteligente que supone preguntarle a los invitados cuanto han follado el último mes y cuanto dinero tienen en el banco. Se ve que hay nivel. Como la cosa no empezaría hasta septiembre, tiempo tendremos de prepararnos ante tales cuestiones filosóficas, más las incesantes bromas apologéticas sobre la droga que son muletilla recurrente, las entrevistas que no son tales porque carecen de cuestionario y la filosofía podemita del presentador. Afortunadamente, desde que se inventó el mando a distancia pude usted pasar. Lo que no podrá es dejar de pagar esa mala broma, porque sus impuestos son para esto. ¿No lo sabía? Y es que el sanchismo tiene claras sus prioridades sociales.

Si hay que darle a Buenafuente o a Broncano un pastizal, se les da, que para eso sus palabras son el maná que ha de nutrir las almas del pueblo. Lo demás es secundario. Que les diría yo, por citar algo, que no haya dinero para la ley del ELA, que no se contraten más jueces, médicos y profesores – sí, sí, todo es culpa de las CCAA y de Ayuso, sobre todo de Ayuso – o, por citar un solo caso específicamente, que en Asturias falten bolsas de orina para pacientes que sufren ostomía y éstos tengan que acudir a las redes para comprar materiales, a menudo sin garantías sanitarias y, por descontado, sin financiación de la sanidad pública, da un poco igual.

Todo eso es fachosfera y ahora toca hablar de folleteo y dinero, eructar y llamar icono al presidente, acosar a invitados de la oposición y masajear a los del gobierno y vamos que nos vamos

Ni Chicho, ni Raffaella, ni Cuadra Salcedo, ni Joaquín Prat y Laura Valenzuela, ni mi Concha Velasco, ni Hermida, ni los inteligentísimos Salas y Summers ni perrito que les ladre. De ese genio llamado Tip, el Groucho Marx español, ya no hablamos. Todo eso es fachosfera y ahora toca hablar de folleteo y dinero, eructar y llamar icono al presidente, acosar a invitados de la oposición y masajear a los del gobierno y vamos que nos vamos. Sería curioso ver que responderían a lo del sexo y la pasta quienes amparan, contratan y ensalzan este tipo de formatos. Pues nada, la Resistencia. Resistir es vencer, decía un Negrín que se hartaba de comer hasta el punto de vomitar ante el estupor de su propio estado mayor, con el general Escobar que no daba crédito porque la gente pasaba un hambre atroz, teniendo solo como sustento aquellas lentejas pésimas llegadas de Méjico, las píldoras del Doctor Negrín, y dando gracias. También ahí había prioridades.

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