Opinión

El lado trágico del silencio escolar

Cabe cuestionarse los recursos que se destinan a un pilar fundamental de nuestra sociedad como es la educación, no solo en lo que respeta al aprendizaje sino también en al bienestar y hasta la seguridad de los alumnos.

El silencio escolar mata, el mirar hacia otro lado contribuye a que nuestros jóvenes o niños que son acosados en un entorno que debe ser seguro se suiciden. No se trata de una opinión sino de datos contrastados y objetivos, razón por la cual cabe actuar. No lo ha hecho hasta ahora la administración motu proprio, sino que ha de hacerlo, con todo el dolor del mundo, la parte afectada. Sólo cabe esperar que las 230.000 firmas que han presentado en el Congreso esta semana los padres de Kira, la joven catalana de 15 años que se suicidó tras sufrir un terrible proceso de acoso por parte de compañeros de su colegio, sirvan más de lo que sirvieron las quejas planteadas ante la dirección del colegio Manyanet Sant Andreu de Barcelona donde estudiaba.

El centro escolar no activó ningún protocolo, no actuó, en su historia quedará el dolor y la frustración del profesorado que no pudo evitar la terrible tragedia, quizás por no saber cómo actuar, por no percibir la gravedad de un asunto que hacía sonar todas las señales de alarma, porque aún está demasiado extendida la frase “es cosa de niños”. No, no lo es. En casa debemos ser los padres los primeros en creer a nuestros hijos. Después, como sociedad ser totalmente conscientes que tenemos un problema sobre en que deben nuestros políticos tomar cartas en el asunto. Tenemos un problema enorme que afecta no sólo a las aulas catalanas, sino a toda España.

En todas las escuelas se detectan casos de acoso, en mayor o nivel grado, parece ser una condición humana más, pero no parece que haya una actuación definida para evitarlos

El padre de Kira ha acudido al Congreso a reclamar justicia para que se apruebe un protocolo nacional de actuación, no podemos mirar hacia otro lado con una lacra como esta, de la misma manera que se está abanderando por el gobierno la lucha contra la violencia de género. Nuestros hijos no tienen ni voz ni voto, pero cabe proteger el lugar en el que crecen y aprenden y sobre todo, que han de recibir un trato correcto, ejemplar, intachable. Los centros educativos deben responder ante la justicia en casos como el de Kira para que se lleven a cabo investigaciones, se depuren responsabilidades, para que se destinen recursos no sólo profesores, sino psicólogos, que se faciliten herramientas para erradicar este tipo de violencia en los patios, en las aulas, en las redes. En todas las escuelas se detectan casos de acoso, en mayor o nivel grado, parece ser una condición humana más, pero en pocas existe una actuación definida para evitarlos. Debemos ser exigentes como sociedad, como padres, con los que tienen la capacidad de gestión para no mirar hacia otro lado ante estos episodios lacerantes

Nada puede dañar más la imagen de un centro que la pasividad ante un caso de acoso como el mencionado o cualquier conflicto. Cabe cuestionarse los recursos que se destinan a un pilar fundamental de nuestra sociedad como es la educación, no solo en lo que respeta al aprendizaje sino también en al bienestar y hasta la seguridad de los alumnos. La ratio de profesores, las aulas acondicionadas, los protocolos suficientes para poder gestionar el acoso, son cuestiones que corresponde a los responsables políticos, como también invertir en más personal calificado, sin señalar siempre como el culpable al profesor. como tantas veces ocurre. La escuela en la que estudiaba Kira sigue negando que sufriera acoso. Deberá ser la investigación sobre lo ocurrido la que despeje dudas y, sobre todo, que el Congreso atienda la súplica del padre de la niña muerta para que, en la medida de lo posible, se eviten episodios como el ahora tan lamentado.

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