Ese admirador del criminal Largo Caballero que tenemos instalado en Moncloa merced a lo peor de la política española parece tener una agenda apretadísima estos próximos días en materia de comidas, cenas, meriendas y cafeses. Por un lado, espera que Feijóo acuda a verlo y, suponemos, que traiga los postres y la silla. Por otro, Turull nos dice que ya tiene un tete a tete concertado con Puigdemont desde hace meses –como el resto de los viles acuerdos con los lazis golpistas, ay votantes socialistas, como os gusta que os engañen– y que el encuentro se desarrollará en breve, eso sí, sin prensa ni fotógrafos. Será un encuentro a media luz, como el tango. Son cenas totalmente opuestas pero con el mismo denominador común; Sánchez va a hablar de lo suyo con el de Waterloo, que anda un poco flojo en materia de fe porque no se acaba de fiar de lo prometido por el figura. De momento, no puede tener queja: ha perdido la poca vergüenza que le quedaba –Sánchez, digo, que el otro jamás la conoció ni supo qué carajo era– pordioseando por las Europas para que el catalán fuera lengua oficial; el otro día, en un acto de harakiri democrático del que muchos no son conscientes, hizo que el Parlamento sacase adelante la amnistía; les está regalando el control de una parte de España para que hagan lo que les dé la gana, les sufraga sus locuras presupuestarias con el procés metiéndoles un chorro de millones que para sí quisieran otras autonomías, en fin, que Puigdemont es el niño mimado del sanchismo.
De esa cena lo único que sabemos es que la minuta la pagaremos todos los españoles y Puigdemont acabará llevándose la cubertería.
Y ojito no digas nada porque las acémilas que ayer dijeron que la amnistía no era inconstitucional ahora te dicen que lo es y muy necesaria. Como ven, de esa cena lo único que sabemos es que la minuta la pagaremos todos los españoles y Puigdemont acabará llevándose la cubertería.
Lo de Feijóo es otro tema. Visto lo de estos últimos días, consecuencia de lo visto estos años, que vaya o no vaya Feijóo va a darle igual al monclovita autocrático porque piensa hacer lo que le dé la gana y punto. Si busca a Feijóo es para intentar disimular la dictadura en la que nos está metiendo. Feijóo es el Bobbi Brown, maquillaje densísimo, que a Sánchez le viene de perlas para decir que aquí se pacta y se consensua con la oposición, faltaría más. Como hace Maduro, igualito.
A nadie se le escapa que la suma de PP y VOX es la manera más práctica para desalojar esa plaga de Egipto llamada sanchismo
Ahora bien, hay otra cena mucho más importante que en el PP no quieren llevar a cabo de ninguna manera, y es la de Feijóo con Abascal. Hasta que esa reunión no se produzca tendremos sanchismo para rato. Bueno, eso si el PNV no alza los pies ante la entente cordiale que existe por parte de los socialistas con Bildu. Pero nacionalismos aparte, que son muy volátiles como los herederos del racista Sabino Arana demostraron en su momento votando hoy los presupuestos a Mariano Rajoy para acto seguido votar en su contra en la moción de censura, a nadie se le escapa que la suma de PP y VOX es la manera más práctica para desalojar esa plaga de Egipto llamada sanchismo. Que no lo entiendan en la cúpula popular me llena de estupefacción, porque es no haber entendido de qué va este tiempo político de trincheras en el que no cabe ponerse de perfil o empeñarse en seguir empleando la política a l’antica, cuando en PP, PSOE y el resto de partidos quedaba gente con sentido del estado.
Aunque fuese de menú, que en Madrid los hay muy buenos y a precios razonables, ambos dirigentes deben cenar o comer o tomarse un chocolate con churros. Pregúntenle a mi Ayuso, que seguro les orienta a las mil maravillas. En el menú, el restaurante y en muchas otras cosas. O eso, o vamos al desastre porque sin unidad en el bloque de centroderecha y derecha vamos al abismo como nación y como democracia. Así que, permítame la expansión lingüística, Feijóo, ¿le molestaría dejarse de pijadas y hablar con quien es su principal socio, aliado y apoyo? Y viceversa, of course. Que es Navidad, caramba. Gracias.
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