Si a un americano medio le preguntas hoy, a bote pronto, qué opinión le merecen las europeas seguramente te dirán que son muy bonitas.
Del otro lado del charco, Trump, Biden, Lopez Obrador, Maduro, Milei, Bukele y hasta el pobre Lula eclipsan para ellos el momento que vivirá Europa en algunos días.
Se les comprende, tienen bastante con qué lidiar en su propio patio.
Pero lo más curioso es que en la mismísima Europa, sean pocos los ciudadanos que acuden a votar en las elecciones continentales.
Desde que eligen sus destinos en común, poco más del 40 % ha concurrido a las urnas hasta 2019, adonde la participación arañó el 50%.
Pero apuesto mi espada y mi caballo a que 2024 marcará participación récord, esperando ganar, porque de lo contrario deberé vender tanto el caballo como la espada, entre otros menesteres, para subsistir en los próximos años.
Ya todo el mundo sabe que Europa se equivocó en cosas que afectaron directamente la cotidianeidad y la cultura de los europeos.
Admitir e incentivar la inmigración ilegal fue un error garrafal, la destrucción de fuentes de energía nuclear, otro, en el medio un abanico de fallos y sucesos muy contrarios al bienestar general se dieron cita al mismo tiempo en casi todos los países de la Unión Europea.
Es increíble escuchar cómo discuten si deben o no combatir la inmigración ilegal.
¡Es ilegal, muchachos! Claro que hay que combatirla.
Y si nos quedamos sin energía nuclear, dependemos de Putin.
Han convertido los pueblos y los campos en enemigos del progreso y al tractor, que era símbolo de trabajo digno, en símbolo de rebeldía social
En fin, todos sabemos que la derecha ganará terreno en el Parlamento europeo, porque estas políticas disfrazadas de ¨buenistas¨ e infantiles (más allá de cualquier teoría conspirativa) fueron un profundísimo fracaso y los ciudadanos están hartos.
Esas políticas crearon un caudal de votos abandonados a su suerte, que captan mejor quienes mejor interpretan lo que sienten quienes las sufren.
Han convertido los pueblos y los campos en enemigos del progreso y al tractor, que era símbolo de trabajo digno, en símbolo de rebeldía social.
Por eso estoy convencido de que esta vez cambian las tornas, aunque la participación no sea tan elevada, subirá. Y la composición del voto sí que cambiará mucho.
A las pruebas me remito, Macron y Scholz acaban de confirmar en menos de mil palabras en el Financial Times, lo que en mi fuero interno más temía.
Sólo admiten que han abarrotado el sistema de una burocracia que ayuda a corromper procesos y lógicamente también los ralentiza, el resto es más de los mismo.
Rozan tangencialmente las licitaciones (léase corrupción), hablan de un nuevo principio para la subsidiariedad (léase chiringuitos) pero el resto es puro Pacto Verde, nueva era digital y un guion tipo Blade Runner retrotrayendo las decisiones a la Cumbre de Versalles 2022 y a un discurso en alemán, que ya fracasa en la propia Alemania y también se verá reflejado en las urnas teutonas.
No ven ni de lejos la inevitable batalla cultural. Que es la madre de todas las batallas para el futuro de Europa. Es de esperar que lo paguen en votos contantes y sonantes
Hablan de lo mismo y se repiten mucho inclusive dentro de esas mil palabras. "Despliegue de las tecnologías clave del mañana"…eso prometen. "La inteligencia artificial, las tecnologías cuánticas, el espacio, las redes 5G/6G", del clima, de eso hablan, no de los problemas que tienen los europeos de a pie.
"Aumentaremos la resiliencia, la seguridad de los suministros y allanaremos el camino para una mayor soberanía". Madre del amor hermoso. A mí lo de la resiliencia me da miedo, suena a que deberé aguantar aún más viento en contra. El resto es puro bla bla.
No citan ni de casualidad en esas mil oportunidades la palabra inmigración.
Ni una sola vez. No ven ni de lejos la inevitable batalla cultural. Que es la madre de todas las batallas para el futuro de Europa.
Es de esperar que lo paguen en votos contantes y sonantes, ya lo adelantan algunas encuestas y para colmo el presidente de España les va a dar una mano, aunque de alquitrán.
El hombre maravilla que pilotea el tal 'cohete' español, se ve hoy envuelto en una maraña de hechos malolientes, tanto políticos como personales, que lo rodean de un halo muy negativo a los ojos de Europa y de los buenos españoles de cualquier color.
Algunos socialistas se quedarán en casa
Es cierto, posiblemente muchos socialistas no voten jamás al PP o a Vox, pero estoy seguro de que esta vez, algunos se quedarán en casa.
Conozco a muchos socialistas que son hombres y mujeres de bien y no quieren acompañar a su actual líder en semejantes tropelías.
En estas elecciones se rifa la muerte del chavismo europeo, y Sánchez, riéndose en la cara de la propia constitución española y comprando un poder chocado y de segunda mano a cambio de amnistiar a temibles delincuentes, ha terminado por comprarse todos los números.
Sin embargo, en el día a día, la suerte y su astucia lo siguen acompañando, pues justamente cuando los españoles basculan entre la ira y el asombro, se le arma un trío con Trump y Taylor Swift, menudo equipo de distracción social.
Mientras tanto, el viejo continente hoy se pasea como el pobre rey al que nadie avisa que va desnudo. Ojalá le avisen las europeas.
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