Opinión

Las Mónicas

El foco de este asunto no se centra en que estos universitarios no entiendan de educación sexual. El problema es que no hay educación con mayúsculas.

Todos han salido en masa a condenar, lamentar y reprobar la nefasta performance protagonizada por los estudiantes del Colegio Mayor Elías Ahúja de Madrid, dependiente de la Universidad Complutense. Bueno, todos no. Algún líder político prefiere centrar la atención en otros temas como hizo en un primer momento Ortega Smith, de Vox, que no se quiso dar por enterado para no responder cuando le preguntaban en los pasillos del Congreso sobre las imágenes de la vergüenza. O la ministra Irene Montero y su partido, que situó mal el foco de este asunto porque la cuestión no se centra en que estos universitarios no entiendan de educación sexual. El problema es que no hay educación con mayúsculas.

No sé si nos estamos cargando la educación, pero sí la responsabilidad de los padres, los centros educativos y la sociedad en general para salir en masa a condenar cualquier tipo de abuso y actuar frente a ello pese a haber otros problemas como la angustia económica de miles de familias que no llegan a fin de mes. Banalizar lo que pasó desde esas ventanas del colegio mayor es una manera de aceptar que aquello que hemos visto y escuchado es normal.

Sólo pensar que pudieran ser uno de esos jóvenes que han salido a la ventana a corear lo de “puta” “ninfómana” “vais a follar todas en la capea” se me revuelven las tripas

A la hipocresía política de algunos, más preocupante me parece la reacción de “las Mónicas”. Las alumnas del colegio Santa Mónica a quienes iban dirigidas las deplorables frases, pero también todas aquellas, vivan en Madrid, Pamplona o Burgos, que amparan y consienten actitudes vejatorias. Apelo humildemente a los padres de esos estudiantes del Elías Ahúja y las de enfrente, los que gritan como bestias y las que reciben complacientes esas barbaridades, apelo también a revisar las medidas que toman desde ambos centros educativos, que han sido del todo insuficientes, por no decir de risa porque como esos cánticos y novatadas siempre se han hecho son una “buena” tradición.

Creo que tanto nosotras como madres, hermanas, hijas, novias, amigas tenemos una enorme responsabilidad en no dejar ni que nos pisen ni que nuestros hijos pisen. Mis hijos no van a tener miedo cuando vuelvan a casa de noche, pero sólo pensar que pudieran ser uno de esos jóvenes que han salido a la ventana a corear lo de “puta” “ninfómana” “vais a follar todas en la capea” se me revuelven las tripas. A la madre de alguna de las 'Mónicas' invito a no tolerar, banalizar o silenciar ningún tipo de maltrato o vejación en su casa, que sirva de ejemplo para su hijo.

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