El informe anual sobre el español del Instituto Cervantes impresiona en casi todo. Es nuestra lengua la segunda del mundo en transmisión generacional tras el chino mandarín, en videos de YouTube, en Netflix, en usuarios de Wikipedia, de Instagram, de Twitter, estudiantes de Duolinguo y publicaciones científicas, siempre tras el inglés. Más del 70% de la producción científica en español se concentra en tres áreas temáticas: ciencias sociales, ciencias médicas y artes y humanidades. En Facebook es la tercera tras el inglés y el chino. En demandas para aprenderlo, la cuarta, tras el inglés, el chino y el francés. La proporción de estudiantes de español en la enseñanza primaria y secundaria de la Unión Europea es también la cuarta, y va en aumento, muy cercana ya a la demanda en francés y alemán, que va en descenso. Las otras lenguas, el ruso y el italiano, alcanzan niveles muy distantes. En 18 de los 27 Estados miembros de la Unión Europea, el español es la que más les gustaría aprender a sus ciudadanos como segunda lengua extranjera. No seré yo quien corrija la investigación, sin duda compleja, pero no me voy a callar en cuestiones que el informe silencia.
Mi impresión es que el vasco y el catalán pierden hablantes en la transmisión familiar, pero sin estadísticas no lo podemos confirmar. En Galicia, que sí se hacen, y sabemos que se pierden
El cómputo de hablantes no cuadra. Ignora los cálculos estadísticos del gobierno catalán y vasco que informan por su cuenta, también ajenos a lo que hace el Instituto Cervantes. No doy cifras para no ser pesado, pero pueden comprobarse. Discrepo en la imprecisión con la que considera a los dos tipos de hablantes de español, el integral o grupo monolingüe, que predomina en España y en toda América, excepto en Estados Unidos, y el binario o grupo ambilingüe que recoge a quienes utilizan en su vida diaria al castellano junto con otra lengua: catalán, gallego, vasco, náhuatl, quechua, guaraní, araucano… entre muchas otras. Ambos grupos de hablantes, monolingües y ambilingües, suelen transmitir una sola lengua en familia, y ese es un dato de gran interés para la estabilidad de las lenguas que necesitaríamos conocer. Mi impresión es que el vasco y el catalán pierden hablantes en la transmisión familiar, pero sin estadísticas no lo podemos confirmar. En Galicia, que sí se hacen, y sabemos que se pierden. Y no se debe omitir que en Estados Unidos el español es lengua familiar, y tal vez social, pero está poco presente en los medios de comunicación y en la cultura, que se divulga en inglés. Son por tanto allí hablantes de dos lenguas propias o ambilingües. Visto con perspectivas más amplias o estas cuentas son equívocas, o son inexactas las que ofrece la Generalitat y el Gobierno vasco, divergentes del modo de contar del Instituto Cervantes.
Flaquea también en el miramiento estadístico del español junto a otras grandes lenguas. El mundo se comunica, dice con razón el informe, con un reducido número de lenguas. Eso es muy cierto. Y añade: “Algunos idiomas cuentan con una población nativa muy extensa, como el chino, el español, el hindi y el inglés. Otros no tienen una demografía tan potente, pero poseen una amplia difusión internacional, como el francés, el árabe o el portugués.” La cita de estos idiomas, y alguno más que podría haber añadido como el ruso, evoca un reparto de uso como si todos ellos cumplieran las mismas funciones, y no es así. Las lenguas citadas tienen sus restricciones.
Si el español es la lengua del 7,5% de los hablantes del planeta, el inglés, con unos mil quinientos millones de locutores, atañe al 18,7% de la humanidad
El chino no viaja o viaja poco. Se asienta en el este asiático, y se ignora en el resto del mundo donde si se estudia, se hace sin objetivos claros, de manera más o menos exótica.
Además de limitarse a sus dominios, el hindi está en proceso de dialectalización, paso natural en la evolución. El dialecto usado como nacional, el Khadiboli, es el enseñado, junto al inglés, en las escuelas y también junto al inglés el del gobierno. El hablado en Bombay, bambaiya, se distancia del de la enseñanza. Lo demás ya son diez lenguas o diez dialectos del hindi con su propio nombre, aunque sin escritura propia codificada.
El francés pierde fuelle y arraigo. El Argelia acaban de sellar su exilio, pues desde este curso deja de enseñarse progresivamente en las escuelas. Lo engulle el inglés.
El portugués es la lengua europea más hablada en el cono sur, pero con poco peso en el hemisferio norte, que es el enclave de las grandes poblaciones.
El árabe vegeta dialectalizado. La variedad estándar escrita bebe en las formas clásicas y es la lengua de la enseñanza, las instituciones y los medios de comunicación, pero no coincide con la oral, que son hablas muchas veces incomprensibles entre sí. A estas variedades se les llama árabe dialectal y la diferencia entre ellas se acerca a las de las lenguas derivadas del latín. Los dialectos orientales se distancian de manera importante de los occidentales como el marroquí, argelino, tunecino o libio.
Si el español es la lengua del 7,5% de los hablantes del planeta, el inglés, con unos mil quinientos millones de locutores, atañe al 18,7% de la humanidad, algo absolutamente inimaginable hace apenas unas décadas. Inglés y el español, aunque con grandes deferencias, se acomodan en el mundo con una amplia difusión, reconocimiento, y proyección de futuro.
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