Opinión

Privilegios y honores en una sociedad democrática

Hay muchas personas funcionarias muy valiosas que podrían nutrir las filas de nuestra Carrera Diplomática sin tener que volver a examinarse

El pasado día 14, el Sr. Yturriaga, embajador, publicó una tribuna en la que aludía expresamente a la UGT en una controversia con los títulos y honores que él cree que debe disfrutar por el hecho de haber sido funcionario de un determinado cuerpo y desarrollado una determinada función. Hay que empezar diciendo que como muchos otros: técnicos comerciales, cancilleres… nombro estos funcionarios porque desarrollan su función, al igual que el Sr. Yturriaga, en el Servicio Exterior.

El Sr. Yturriaga, de pluma fácil, no ha mucho que escribió a la presidenta de la Comisión Europea exhortándole a que impidiera la aprobación de fondos europeos para proteger a nuestros ciudadanos y empresas del efecto de la pandemia. Fue contestado duramente por sus compañeros embajadores recordándole que no se conocía una felonía así contra España desde que la muy patriota aristocracia pidió la intervención francesa para frenar las ansias de libertad del pueblo español allá por mediados del XIX.

Dicho esto, hay que decir que la UGT siempre defendió en el transcurso de la negociación del Reglamento de la Carrera Diplomática que se respetara la legislación y que se articulara el mecanismo de promoción interna consagrado en el artículo 37 del Estatuto Básico del Empleado Público, lo de entrar por la puerta de atrás es una interpretación subjetiva para confundir y no cumplir con ese mandato legal y seguir con un sistema de acceso que privilegia a las personas mas pudientes y desde luego a aquellos que por su trayectoria personal han tenido acceso a estudios de idiomas y conocimiento de los entresijos de la función diplomática. Creemos que hay muchas personas funcionarias muy valiosas que podrían nutrir las filas de nuestra Carrera Diplomática sin tener que volver a examinarse de aquellos temas que ya aprobaron en sus oposiciones y que son idénticos e incluso mas profundos que los que se les piden a los propios opositores diplomáticos; esta, hay otras, es una forma de promoción interna creemos que perfectamente aceptable. De hecho, en la oposición del 92 se reservaron 9 plazas para promoción interna.

Cuerpo de cancilleres

El Sr. Yturriaga no sabe que miembros de la ADE nos ofrecieron la posibilidad de crear un cuerpo de cancilleres para que desde él se pudiera acceder a la carrera diplomática, desde luego nos negamos. La Administración española ya tiene demasiados cuerpos luchando por conseguir e incrementar sus privilegios.

La UGT también exigió que dado que el reconocimiento como embajador conlleva una serie de honores y prebendas como disfrutar de ese engorro, según Yturriaga, de pasaporte diplomático, que estas pudieran perderse por conducta inadecuada. Por ejemplo: ¿sería aceptable que un Estado Democrático y Social reconociera honores a un maltratador o a un pederasta? Pues no, ¡para la UGT, no! y eso es lo que se pretendió y lo que creemos que la nueva redacción del Reglamento contempla.

Falta de negociación

El Sr. Yturriaga hace uso de tópicos y desde luego de un desconocimiento total de las labores zapateriles, así pide a la UGT que se dedique a sus labores desconociendo que entre ellas la más importante es la de negociar todas aquellas cuestiones que afectan a los trabajadores entre los que sin duda se encuentran los funcionarios diplomáticos. Tanto es así que la falta de negociación con las organizaciones sindicales del Reglamento de 2014, hermano gemelo de este, hizo que las organizaciones sindicales lo recurrieran dándoles el Tribunal Supremo la razón y ha sido esta sentencia la que ha obligado a renegociar lo. Entiendo que al embajador le produzca sarpullido el solo hecho de que la UGT opine sobre, no digo ya negociar, el contenido de esta norma y mucho mas el que esta organización pretenda con ella traer a la carrera diplomática española al siglo XXI.

Tal ha sido el enfrentamiento en esta negociación que hasta la ADE ha entrado al enfrentamiento personal, no digamos los grupos de WhatsApp y listas de correos tan de moda hoy día y es que lo que se estaba discutiendo era poner en el lugar que le corresponde en un Estado de derecho a un grupo de funcionarios que creen que deben disfrutar de prebendas y privilegios por el hecho del trabajo desempeñado y ciertamente bien remunerado para el que los ciudadanos los han contratado, de por vida, todo hay que decirlo, que han desarrollado a lo largo de su vida profesional.

Para mas inri, casi un centenar de antiguos diplomáticos, tal y como publica este diario , "89 embajadores jubilados se quejan a Laya ante el posible fin del pasaporte diplomático", han dirigido una carta a la Sra. ministra. Tras su lectura minuciosa y mi experiencia en Exteriores a veces, querido lector, muchas veces me pregunto: si estos personajes son incapaces de negociar un reglamento sobre su función profesional ¿qué sería de nosotros si tuvieran que negociar la compra de un edificio, un Acuerdo Comercial y no digamos un Tratado de Paz?, aunque la respuesta podría estar en sus brillantes actuaciones ante la ONU con los atentados del 11 de Marzo o los acuerdos comerciales en la Libia de Gadafi.

El autor objeto de esta respuesta mezcla churras con merinas, pone en boca de UGT cosas que nunca ha dicho y, por último, no son estos señores, los embajadores jubilados, los que tienen que amenazar a la Sra. ministra, antes bien deberían poner su experiencia, la que sea útil por supuesto, al servicio de la Patria a la que tanto dicen defender.

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