Opinión

Lecciones para el nuevo gobierno

Recientes estudios de expertos confirman que las reformas financiera y laboral de 2012 ayudaron a la clara mejoría de la economía española

  • Nadia Calviño, ministra de Economía.

Un nuevo gobierno viene a tomar los mandos del país y, en concreto, de nuestra economía. La elección de Pedro Duque como nuevo ministro de Ciencia, Innovación y Universidades me tentó para titular este post de una manera diferente y que muchos podréis imaginar. Pero no me equivoco al pensar que este nuevo gobierno, a pesar de su carácter técnico y parcialmente aséptico, va a tener que pilotar la nave sufriendo desde muy diversos flancos las tensiones que implica tener una clara minoría en un Congreso que tratará de hacer valer los apoyos o las afrentas sufridas no hace más de dos semanas. A todo ello, este nuevo gobierno debe tratar de no cometer errores pasados o, si uno es más optimista, tratar de hacer valer las lecciones que estos años atrás nos puedan ofrecer.[J1] 

Como un inmejorable inicio de este aprendizaje no ha podido ser más oportuna la publicación, en esta misma semana pasada en el BBVA Research y la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, de un trabajo conjunto de varios de los mejores economistas de este país.[J2]  Este trabajo, realizado por Javier Ferri, Rafael Domenech, José E. Boscá, Rodolfo Menéndez y Juan Rubio, busca descomponer, destripar si me permiten la expresión, las causas últimas y  más profundas del reciente ciclo económico español. Es decir, mediante un modelo DSGE Bayesiano, es decir, un modelo de equilibrio general dinámico que describe de forma matemática el comportamiento de una economía basado en una serie de supuestos y que luego es estimado con los datos disponibles para la economía española, estos autores tratan de valorar qué factores dirigieron e impulsaron el ciclo económico español desde 1992 hasta 2016. La idea es conocer qué causó los principales movimientos de la producción española y cómo de intensas fueron todas y cada una de estas causas. 

[Todo indica que a pesar de la predisposición española a necesitar de un importante ajuste económico, el detonante de la gran crisis fue primordialmente externo]

Seguro que algunos pensaran que es fácil conocer las razones de los causantes del ciclo español desde inicios de siglo. Sin embargo, una cosa es intuir y otra conocer y cuantificar. Más aún cuando queremos acceder a las razones “profundas” del ciclo económico. [J3] Quizás la economía es menos sencilla de lo que uno supone y este tipo de ejercicios no solo son necesarios para poder saber exactamente qué y cómo pasó, sino que son imprescindibles para proponer políticas económicas futuras que puedan permitirnos actuar de tal manera que nos permita controlar mejor los ciclos.

Los autores no nos dan ninguna sorpresa cuando señalan a los determinantes de la Gran Recesión. Como ya he explicado en alguna ocasión, el traslado de consumo futuro a presente generó una expansión intensa de la producción vía demanda en España. Como dicen los autores, la sustitución de consumo futuro por presente vino motivado por las condiciones financieras que así lo permitieron. La cosa se complica algo a partir de 2008. La primera recesión, 2008-2009, vino motivada por el shock que supuso la crisis financiera internacional, aunque ayudada por la contracción del comercio internacional. Todo parece indicar que, a pesar de la predisposición española a necesitar de un importante ajuste económico, el detonante de la crisis fue primordialmente externo. Los autores identifican que el aumento del déficit público en aquellos primeros años de la crisis permitió compensar parcialmente los efectos perniciosos de la recesión.

No obstante, la situación se tornó mucho más compleja a partir de la crisis de la deuda, entre 2010 y 2013. Es aquí donde, en mi opinión, el valor añadido de este trabajo se vuelve más evidente. En primer lugar, los autores señalan al endurecimiento de las condiciones financieras derivadas de la crisis de la deuda como una de las principales causas de la segunda recesión, acompañada por la reducción del gasto público con motivo de la subida de la prima de riesgo. Sin embargo, algunos trabajos académicos consideran que también pudieron afectar negativamente en esta evolución las reformas económicas llevadas a cabo en aquellos años, en particular la bancaria y la laboral. La razón, prevista por algunos trabajos, es que estas reformas pudieron reducir aún más la producción como consecuencia de un aumento de los tipos de interés reales, pues ambas reformas pudieron acentuar la moderación de precios y salarios y por ello intensificar las presiones deflacionarias de la recesión. Desarrollando más esta idea, las reformas estructurales en tiempos de fuerte recesión y tipos de interés nominales bajos, casi cero, pueden tener efectos deflacionarios. Pueden recudir la inflación a cotas negativas, elevando por ello los costes financieros al elevar los tipos de interés reales, aquellos que se obtienen cuando al tipo de interés nominal le restamos la inflación. En este sentido, algunos trabajos como los de Paul Krugman o Jordi Galí con sus respectivos coautores así lo han señalado. Concretamente y en el caso de España, la Reforma Laboral podría haber tenido consecuencias negativas al provocar un ajuste salarial que, trasladado a costes, habría reducido los precios y generado deflación. En consecuencia, una derivada de estos resultados es que resulta razonable postergar las reformas a tiempos mejores, cuando las consecuencias nocivas de estas reformas, aquella que genera deflación, no sean una amenaza.

[Trabajos como el de Ferri, Domenech, Rubio, Menéndez y Boscá son absolutamente necesarios. Quienes desde la semana pasada van a pilotar la nave española lo deben tener en cuenta]

Sin embargo, y sin descartar esta posible explicación, otros autores encuentran evidencia contraria, como es el caso del trabajo de Javier Andrés, Óscar Arce y Carlos Thomas, y que parecen encontrar que, incluso en lo más duro de una recesión, reformas laborales y de oferta pueden evitar una profundización de la crisis y, además, una más rápida salida de ella. El trabajo presentado en pasado lunes por Ferri y compañía refuerza esta conclusión. Según sus resultados, parece confirmarse al igual que en el trabajo de Andrés que las reformas financiera y laboral de 2012 ayudaron a la clara mejoría de la economía española desde 2013.

El argumento que sostiene tales afirmaciones es muy sencillo: justo en el mismo momento en que las reformas se realizaron, las condiciones financieras mejoraron claramente en España, gracias a una política monetaria acomodaticia, tanto por la caída de la primera de riesgo española (recuerden el “Whatever it takes” de Draghi) y la posterior política monetaria expansiva[J4] . Todo ello permitió que los efectos de las reformas financiera y laboral de 2012 fueran expansivos, es decir, que elevaran la producción y alejaran la recesión. El truco es que la política monetaria se acomode a las condiciones económicas para hacer más llevaderas las reformas a aplicar[J5] , como es, por ejemplo, facilitando el desapalancamiento, por poner algunos canales de actuación.

En resumen, cada vez estamos más cerca de conocer exactamente qué pasó y por qué. El trabajo forense prosigue [J6] y cada vez tenemos más información y detalles de cómo nuestra economía se comportó y cómo las diversas políticas aplicadas, así como reformas pudieron afectarnos. Este conocimiento, incluso, permite realizar predicciones sobre las consecuencias de ciertas políticas económicas. Trabajos como el de Ferri, Domenech, Rubio, Menéndez y Boscá son absolutamente necesarios. Quienes desde la semana pasada van a pilotar la nave española lo deben tener en cuenta.

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