Opinión

Lecciones de patriotismo, señor Sánchez, ni una

Ignorados por la Gerona burguesa, que los mira con indiferencia cuando no desprecio, este barrio de currantes se levantó en aquellos días terribles para defender a su patria y a sus colores

No se lo esperaban. Se han acostumbrado tan rápidamente al poder que no conciben que haya decisiones que no pueden controlar porque el sujeto que las toma está muy por encima de ellos. Rafael del Pino no le tiene miedo a este gobierno que boquea entre bares de alterne, excarcelaciones de violadores y corruptelas varias porque cuando entre todos consigamos tras el paso por las urnas deshacernos de él, Ferrovial seguirá siendo una de las grandes compañías constructoras del mundo con más del 85 por ciento de su facturación fuera de España. Sánchez sabe, como lo sabe Calviño, que la compañía ha actuado escrupulosamente dentro de los márgenes legales.

Que Holanda no es un paraíso fiscal, sino un socio europeo, y que  si se tratara de una decisión política y no lo que es, una opción estratégica, la empresa hubiera retrasado el traslado unos meses más a la espera de ver si se produce el cambio en el gobierno y con él la vuelta de los adultos al volante y con ella a la seguridad jurídica. Sánchez lo sabe y hubiera podido oírlo de boca del propio del Pino si en vez de dejar el teléfono sonando se hubiera dignado a cogerle la llamada, cosa que no hizo, en un alarde de grosería y de ceguera política.

La desatada Belarra ha llamado “pirata” al presidente de la compañía, y ha declarado entre mucho aspaviento que hay que atarle en corto, como si en vez de en Madrid estuviera en esa Venezuela

La reacción del Ejecutivo ha sido la de un grupo de niños de P-3.  Al quitarles el juguete que creían poseer, aúllan desesperados y en plena rabieta dicen lo primero que se les pasa por la cabeza que también es lo último que debieran decir si es que de verdad tenían la intención de revertir la decisión. La desatada Belarra ha llamado “pirata” al presidente de la compañía, y ha declarado entre mucho aspaviento que hay que atarle en corto, como si en vez de en Madrid estuviera en esa Venezuela que tantos y tan íntimos lazos guarda con el nacimiento de su formación política, y el propio presidente acusa a Ferrovial de no estar comprometida con su país. Pero lo más indignante de la reacción gubernamental han sido las acusaciones de antipatriotismo.

El Ejecutivo que depende de los votos de Bildu y de Esquerra, ese mismo gobierno que negocia con los separatistas vascos a espaldas de todos los ciudadanos  el acercamiento de los presos y con los golpistas catalanes la supresión del delito de sedición y el indulto a los que quisieron romper España se atreve a dar lecciones de patriotismo a una compañía que da trabajo de calidad a más de 5.500 personas. Hay que admirar, con el asombro y el temor de quien jamás podrá actuar así, el cinismo y la audacia de un hombre capaz de hacer y decir cualquier cosa y su contraria sin bochorno alguno siempre que eso favorezca sus intereses.

Voy a darle al señor Sánchez, por si le viniera bien para entender un concepto que le es completamente ajeno, un ejemplo  de lo que es el verdadero patriotismo. El pasado viernes 24 de febrero se presentó en Gerona el libro  Los catalanes sí tenemos rey,  en el que unos cuantos catalanes constitucionalistas expresan, cada uno dentro de sus posibilidades y su estilo, lo que supuso para la Resistencia el discurso que Felipe VI pronunció aquel oscuro 3 de octubre de 2017. 

Tiraron la urna que traían unos cuantos activistas y dejaron bien claro, con unas enormes banderas catalanas y españolas volando hermanadas que Vila-Roja no se rendía

El acto no se celebró en ningún salón institucional ni en teatro o sala importante alguna, sino en un bar de trabajadores del barrio de Vila-Roja, en el que ciudadanos emigrados de todas las partes de España crearon su hogar en territorio hostil. Ignorados por la Gerona burguesa, que los mira con indiferencia cuando no desprecio, este barrio de currantes se levantó en aquellos días terribles para defender a su patria y a sus colores. Tiraron la urna que traían unos cuantos activistas de los que los miran por encima del hombro por un barranco, y dejaron bien claro, con unas enormes banderas catalanas y españolas volando hermanadas, que ningún CDR se ha atrevido jamás a tocar que Vila-Roja no se rendía.

Allí, en el Bar Cuéllar, bajo la atenta mirada de Antonio Cuéllar, su dueño, punto cero de la dignidad, unos cuantos presentaron el libro mientras el público, en su mayoría gente sencilla comiendo calamares, escuchaba atentamente las palabras de profesores que no bajaban el nivel de su exposición por respeto al auditorio. Fue emocionante ver al profesor José Varela, nieto de Ortega y Gasset, hablar de la soberanía del pueblo español a un público que se bebía sus palabras con respeto reverencial. Lo mejor de España estaba ahí, en un bar que abre a las cinco y media de la mañana para dar los primeros cafés a quienes inician una larga jornada de trabajo. Solos pero decididos. Y sin perder el humor.

Es muy posible que entre esa audiencia que escuchaba sin apenas respirar a quienes ponían nombre a sus convicciones hubiera algún trabajador de Ferrovial, orgulloso de trabajar para la empresa que le ha permitido criar a sus hijos. Ahí lo tienes, Sánchez, eso es patriotismo, a ver si aprendes.

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