Opinión

Lecciones del 'rechazo' masivo de Chile

La democracia liberal ha ganado una gran batalla en Chile, pero el Gobierno de Partido Comunista y Frente Amplio tiene aún muchos años por delante

Vieron, comprendieron y reaccionaron. Los chilenos han rechazado este primer domingo de septiembre un proyecto de Constitución castro-chavista. El Partido Comunista de Chile y sus aliados dilapidaron en seis meses el apoyo electoral que les llevó a La Moneda. Crecidos con los resultados de las presidenciales pretendieron seguir el ejemplo de Chávez, que inició su primer mandato con su famoso “juro sobre esta moribunda Constitución”. Como él apostaron todo por un cambio de régimen. Los chilenos les han dicho no, con una participación masiva.

Más del 60% de 'rechazo' y 20 puntos porcentuales de ventaja sobre el 'apruebo', a pesar de la campaña ilegal de apoyo del gobierno, representa un cambio radical en la política chilena. Se desploma el grupo de activistas surgido del violento “estallido social” de 2019, responsable de un texto constitucional democráticamente infumable. Como en la España sanchista, apostaron en su propuesta por la plurinacionalidad con once naciones -tres más que aquí-, un torpedo contra el Estado nacional de Chile. Pretendían romper la división de poderes y crear dos sistemas judiciales incompatibles. Configuraban un modelo político inviable en democracia y un régimen de propiedad que hubiera espantado la inversión.

Alardearon de una sobredosis de derechos sociales que, con el sistema político y económico definido no serían sino de papel, no financiables. Nada menos que 103 derechos, superando el record de la Constitución venezolana que cuenta con 82. No era fácil hacerle creer a los chilenos que vivirían mejor que los daneses, que solo tienen 21 en su Carta Magna, o que los austriacos, con 15. Así que, después del entusiasmo del plebiscito constitucional de 2020, con casi un 80% de apoyo, y el de las elecciones para la Convención, que, aunque con mucha abstención, ganaron radicales y comunistas, desde marzo se produce un vuelco en la opinión pública. ¿Qué ocurrió para que el rechazo a la nueva Constitución, y aún más al gobierno de Boric, se convirtiera en abrumador?

El recurso a mentir sobre la Constitución vigente calificándola como “la de Pinochet” se les ha vuelto en contra

Ha sucedido que, advertidos por lo observado en países vecinos, comprobaron el intento de engaño. Los chilenos no querían “un Bolsonaro” en la presidencia, pero tampoco quieren un gobierno castro-comunista. El recurso a mentir sobre la Constitución vigente calificándola como “la de Pinochet” se les ha vuelto en contra. Hasta el punto de irritar al expresidente socialista Ricardo Lagos, que se vio obligado a explicarse: “Si gana el Rechazo, la constitución que regiría es la que lleva mi firma. Le diría al presidente Boric que se actualice, no es una constitución hecha por cuatro generales, nos costó seis años de gobierno llevar a cabo esas reformas”. Pero siguieron trampeando hasta el último minuto, como al decirle a los electores que se comprometían a reformar la Constitución una vez aprobada. Como apuntó Sebastián Edwards, si hubiera ganado el 'apruebo', el incentivo para reformar habría desaparecido. Trampas castro-comunistas.

El reconocido economista de la London School of Economics Andrés Velasco, el ministro de Hacienda con los gobiernos de la socialista Michelle Bachelet, representa bien los cambios en la opinión pública. Expresó entusiasmo por el proceso constituyente, apoyó a Boric en la segunda vuelta, y hasta hace muy poco seguía en esa posición. Cuando conoció el texto, se convirtió en un activo y radical opositor contra el proyecto. No ha podido ser más claro: “Voy a votar rechazo porque las constituciones son sobre todo el sistema político que proponen y esta propone uno que es impracticable”.

Multitud de exministros y cargos socialistas y democratacristianos han formado parte de este grupo. Rebelión en el electorado del centroizquierda; que tome nota el PSOE

Velasco coincide con el grupo que ha sido decisivo en el giro radical de la opinión de los chilenos en los últimos meses, “Amarillos por Chile”. Son miles de representantes del centroizquierda organizados en todo el país para explicar por qué estaban por el 'rechazo', en contra de la posición oficial por el 'apruebo' de Partido Socialista y Democracia Cristiana. Multitud de exministros y cargos socialistas y democratacristianos han formado parte de este grupo. Rebelión en el electorado del centroizquierda; que tome nota el PSOE.

Como los gansos del Capitolio en la Roma antigua, que advertían de los asaltos de los bárbaros, los amarillos han sido decisivos para avisar sobre las trampas de los bolivarianos chilenos. En una entrevista a Andrés Velasco en El País -comprometido defensor del 'apruebo'- le planteaban la cuestión más repetida en la propaganda oficial: ¿por qué vota lo mismo que la derecha? Su respuesta a la periodista no tiene desperdicio: “Esta no es una fiesta de adolescentes a la que uno quiera o no asistir dependiendo de quién fue invitado”.

El resultado demuestra que en Chile hay una masa crítica ciudadana suficiente, a diferencia de otros países de América Latina, para hacer valer la racionalidad democrática

¿Ahora qué? La democracia liberal ha ganado una gran batalla en Chile, pero el gobierno de Partido Comunista y Frente Amplio tiene aún muchos años por delante. La amenaza castro-comunista seguirá ahí. Su vocación insurreccional, demostrada desde “el estallido” violento y con sus conexiones comprobadas estos días con los terroristas de la Macrozona Sur, acrecienta el peligro. El nada sospechoso escritor José Rodríguez Elizondo -Vía constitucional a la revolución- ha expresado dudas sobre “el respeto a las reglas democráticas de comunistas y aliados”. El propio presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, le da la razón al manifestar que “si los cómputos son estrechos, hay que salir a las calles”.

En cualquier caso, el resultado demuestra que en Chile hay una masa crítica ciudadana suficiente, a diferencia de otros países de América Latina, para hacer valer la racionalidad democrática. Desautorizado el presidente Boric, toca que Congreso y Senado, con una composición más equilibrada que la de la Convención, protagonicen los pasos inmediatos. Deberán abrir un nuevo proceso constituyente que elabore una nueva Constitución. “Una que una”, según frase feliz de Andrés Velasco.

En España, las “cámaras de eco” del sanchismo están falsificando a conciencia la votación como una disputa de progresistas contra Pinochet. No deberá extrañar que ignoren los hechos sobre unos resultados que suponen un voto mayoritario de rechazo gracias al centroizquierda chileno. Usarán recursos similares en los próximos procesos electorales de España. Ninguna sorpresa, son solo negocios.

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