Opinión

Lo que el pobre José Luis (Ábalos) no vio de Koldo y sus amigos

Podría ser esta situación como la del ciego de Los ladrones van a la oficina, que se enteraba de todo, pero (decía) no veía nada. Afirmó don

Podría ser esta situación como la del ciego de Los ladrones van a la oficina, que se enteraba de todo, pero (decía) no veía nada. Afirmó don José Luis Ábalos este miércoles que le había sobrevenido una sensación de desencanto tras conocer que Koldo García, su chico para todo, había sido detenido por su supuesta vinculación en una trama que habría aprovechado la pandemia de covid-19 para lucrarse a partir de los contratos públicos de compra de mascarillas, de importes millonarios y adjudicados a dedo a la empresa Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas.

Insiste Ábalos en que no estaba al corriente de esto. ¿Quién iba a sospechar de un tipo con una trayectoria tan intachable, de perfil técnico y sabiduría contrastada como Koldo? Hacía falta ser muy retorcido para considerar que la persona que le acompañaba ministro cada día, le llevaba el maletín y le aconsejaba sobre lo divino y lo humano estaba (presuntamente) pringada en algo tan serio. No ya para pensar que alguien podía aprovechar para llenarse los bolsillos una situación de extrema gravedad, en la que cientos de personas morían cada día, y otras tantas no podían ni siquiera levantar la persiana de sus negocios. No, eso no es propio de José Luis y sus amigos. Ni siquiera los chicos de Al Capone hubieran demostrado tan pocos escrúpulos durante la Ley Seca. No, definitivamente, había que ser muy desconfiado para realizar esas cábalas.

Es verdad que la vida es una experiencia compleja, en la que el horizonte suele presentarse tan borroso que lo que de lejos parecen jamones, al final resultan ser piedras. Insípidas, duras y poco rodadas. Así que seguramente en el Ministerio de Transportes pensaron que las condiciones que les ofrecía aquel proveedor de mascarillas eran inmejorables y no se pararon a analizar asuntos como el de su relación con la empresa Cueto Comercial 92, procesada entonces por corrupción en el caso Defex, todavía bajo la sombra de la sospecha por presuntas adjudicaciones irregulares.

Tampoco pareció extrañarle a nadie por allí que Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas se ofreciera a intermediar entre el Ejecutivo y los proveedores chinos de mascarillas después de dos ejercicios económicos -2018 y 2019- en los que sólo había registrado una actividad de 101.058 euros. Todo lo contrario: el Gobierno les adjudicó contratos multimillonarios a dedo sin pararse a pensar en que su cifra de negocio era menor que la de una buena parte de las pymes y que sólo contaba con cinco trabajadores en nómina.

Ábalos no sabía nada de lo que aquí se cocía, pero, sin embargo, desde su ministerio se recomendó a otras instancias gubernamentales que confiaran en esta empresa para abastecerse de material sanitario, que en aquel momento urgía. El propio Fernando Grande-Marlaska reconoció en una respuesta parlamentaria que el departamento de Transporte había sugerido a Interior que rubricara el contrato con este proveedor. Debía estar muy despistado José Luis. Es normal: la pandemia paralizó a todo el país y provocó una intensa preocupación en sus ciudadanos y en los representantes públicos que quizás impidió al pobre Ábalos analizar cada detalle sobre su gestión.

De 0 euros a 53 millones

El caso es que Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas pasó de facturar 0 euros en 2018 y 100.000 en 2019 a declarar 53,1 millones de euros de ganancias en 2020. Todo iba tan bien que sus socios incluso compraron acciones de una empresa especializada en “la comercialización de canteras de pizarra y piedras ornamentales” en 2021, aprovechando el buen rumbo del negocio. Eso sí, una vez se controló la enfermedad de la covid-19 y se necesitaron menos mascarillas, los ingresos volvieron a caer. En un año, pasaron de 53 a 2 millones de euros. No money, no honey.

Sospechan los investigadores que aquí hay algo que huele muy mal en este asunto; y que en el pelotazo de la compra de mascarillas hubo actividades presuntamente ilegales de las que se lucraron personas como Koldo García. ¿Sabía algo Ábalos de todo esto? El pobre José Luis se desentiende. ¿Y Pedro Sánchez, quien confesó que en aquel marzo infausto llegó a llorar de impotencia? Seguramente, también pensaba que Koldo era un simple asesor. Un mandado.

Como recuerda Borja Negrete en su crónica de este jueves, el presidente del Gobierno hace una referencia al guardaespaldas en su libro Manual de resistencia. Fue miembro de su candidatura para liderar el PSOE, durante su batalla campal contra Susana Díaz, en aquellos tiempos en los que Santos Cerdán, Ábalos, Sánchez y poco más recorrieron España en coche para convencer a los socialistas de que eran la mejor opción para liderar el partido.

Koldo, de espaldas anchas, tez temible y brazos gruesos, se encargó de custodiar los avales durante las horas previas a presentarlos en Ferraz. Era el hombre de confianza de José Luis Ábalos, pero, ¿qué iban a saber uno y otro sobre ese mero 'asesor'? A ver, es verdad que de lejos, con esa cara, recordaba un poco a Luis Roldán, pero sería erróneo pensar que compartían algún rasgo, más allá de los físicos.

Considerarían seguramente que era alguien que pasaba por allí. Un tipo que al ser grandote hacía bulto y siempre servía para llenar espacios y tapar agujeros. Peláez en la oficina: siempre está por allí, pero nadie sabe muy bien qué hace, más allá de acudir todos los días a las 9.30 al retrete, a las 10.30 a la máquina de café y a las 14.00 al comedor para vaciar su fiambrera. Un cualquiera del que nadie sabía nada. Y mira al final... ¡qué disgusto más grande le ha dado a José Luis!

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