Poco, es lo primero que se me ocurre escribir, y sin embargo tampoco sabe uno muy bien por qué van a tener razón las portadas de los periódicos que durante todo el verano nos están hablando -bombardeando, más bien- con un septiembre negro. Por qué, me pregunto, se van a cumplir las ominosas declaraciones de esos ministros que nos meten miedo: prepárense, prepárense. O las de la oposición: estos no saben, estos no pueden. La mesa está servida y el menú preparado de antemano. Bien, eso que desde la izquierda llaman ciudadanía para no tener que hablar simplemente de españoles, debe ser algo ya cerrado y bien dirigido por videntes de la política cuyas predicciones coinciden o no con la realidad. Ni con la realidad ni con la actualidad habría que decir, por mucho que se vea la mano del gobierno -y cada vez más- en periódicos, radios y televisiones. Ojo a las tertulias a partir de la semana que viene.
Desaparecerá sin recato el rubor. Caerán las caretas de los equidistantes, a los que les pedirán compromiso antes de comprar su mercancía. Aparecerán las urgencias, y las medias verdades ocuparán el espacio que el gobierno, sentenciado por las encuestas, necesita para sobrevivir. Y por cierto, escuchando a la dirigencia del PP, parece como si hubieran olvidado lo obvio, que las encuestas no te llevan a Moncloa, que son los votos. Esta verdad de Perogrullo parece que la tiene más clara Sánchez que Feijóo. Septiembre puede ser un mes negro, pero no veo por qué ha de ser así más allá de lo que ya conocemos; como no veo que tengamos que plegarnos todos en el pesimismo y la melancolía ante lo que, dicen, se nos viene encima. Avisan de lo que nos espera y lo repiten en tromba ministros y funcionarios de la calle Ferraz. Insisten en eso una y otra vez para que no nos hagamos la pregunta en cuestión: ¿quién es el culpable?
Pensemos de dónde venimos. Hemos remontado situaciones adversas sin la colaboración de nuestros dirigentes. A pesar de gobiernos, políticos nefastos, indocumentados e insensatos hemos ido saliendo con dignidad de lances en los que parecía todo un nubarrón. Este país está acostumbrado a caminar solo. ¿Qué podemos hacer ahora que se acaban las vacaciones? Para empezar, no deprimirnos, y reparar en que venimos de eso, de unas vacaciones, y que vamos hacía el trabajo, hacia un puesto de trabajo, el que lo tenga claro está. Ante los adivinos que nos amargan con sus prospecciones, bien podríamos los ciudadanos devolverles el detalle de adivinarnos el porvenir y pedirles que sean ellos los que se preocupen de su futuro.
Hemos remontado situaciones adversas sin la colaboración de nuestros dirigentes. A pesar de gobiernos, políticos nefastos, indocumentados e insensatos hemos ido saliendo con dignidad de lances en los que parecía todo un nubarrón
No sé si será una dura lluvia dylaniana la que les va a caer en los próximos meses, pero sé que muy pocos saldrán incólumes de la descarnada lucha que vamos a ver. Valdrá todo. Feijóo ya sabe que le tienen preparado un álbum de fotos capaz de sustituir a cien tertulianos prosánchez y otros tantos editoriales de la prensa amiga. Pide el presidente del PP cotufas en el golfo: que me insulte sólo un ministro y los demás se dedique a trabajar. ¡Criatura! Y mientras tanto, se cuida mucho por molestar lo justo, una táctica que precisa casi siempre de la suerte caprichosa y efímera y que le está viniendo bien. Sabe que el septiembre negro que nos anuncian no se va a jugar en la arena y sí en el pestilente cieno de la arena del Congreso.
Lo sé, podrán decir mis lectores que soy un ingenuo, que parece mentira que disponga de información, pero no estoy dispuesto a creer que las cosas van a ser peor de como ya han sido. Y en todo caso, no estoy por la labor de atender aquellos avisos que dan aquellos que -oh casualidad- nunca sufren las crisis ni padecen sus rigores.
Al día siguiente de ganar sus primeras elecciones, un Felipe González ahíto de credibilidad, instaba a los españoles a recuperar el gusto por el trabajo bien hecho. Ya sé que de aquel tiempo a esta parte hemos dejado de comer natillas. Y sé, que las mentiras rompen cualquier posibilidad de dejarse llevar por tan honorable proclama. Incluso puede que exponer la idea de González en este momento sea una provocación. Da igual, es lo que creo sinceramente. El mes pasado se quejaba amargamente el expresidente por lo que le dicen sus compañeros de partido y de la izquierda antisistema: ahora algunos dicen que me he hecho de derechas, será verdad. En un país como el nuestro en el que las memorias se convierten en desmemorias con tanta facilidad cabe esto y más.
Pero las cosas no son lo que parecen y menos lo que dicen ser: izquierda, derecha, PSOE, democracia, unidad, independencia…Y será por eso que ante tanta inconsecuencia los ministros laicos y tan de izquierdas sonríen haciéndose fotos con el Papa Francisco, qué menuda afición les ha entrado. Por eso Macarena Olona, tras su meritorio fracaso en Andalucía busca el amparo en el mantillo de Santiago apóstol. Y por eso, porque nada es lo que parece, Pablo Iglesias se hace fotos como si fueran postales con Cristina Kirchner. Por eso, sigo, yo yo Yolanda sigue sorda reclamando la pureza de un proceso de escucha. Ya ven, este es parte del panorama del septiembre aciago que nos están pregonando.
No esperemos de la política lo que no puede, lo que no sabe y lo que no quiere dar. Espere con determinación lo que usted sí sabe qué puede y quiere dar a los suyos y su país.
No esperemos de la política lo que no puede, lo que no sabe y lo que no quiere dar. Espere con determinación lo que usted sí sabe qué puede y quiere dar a los suyos y su país. Ríase si lo desea, pero no veo otro camino. No sueñe con que la solución llegue de la mesa de un consejo de ministros desdibujado, larval y fantástico que se rectifica a sí mismo a golpe de indecorosos reales decretos. Cuando el trabajo y los compromisos los determinan caprichosamente las encuestas sólo hay sitio para el diletantismo político. Eso es lo que vivimos. Ahora, quieren que estemos pendientes de la apertura de dos procesos de escucha con los españoles a los que llaman ciudadanía. El que tiene abierto Yolanda Díaz, y el que se dispone a abrir Pedro Sánchez para explicar por toda España su trabajo.
La vicepresidenta sabe a lo que se expone, menos de lo que es no va a ser. Pero el presidente debe estar muy seguro, o ha de ser muy inconsciente para no saber a estas alturas que es un torero viejo al que le conviene lidiar poco, y lo poco que haga, que sea de salón, frente al espejo y rodeado de público recién merendado. Que se olvide de Las plazas de primera y juegue con la muleta en las talanqueras de la España olvidada, esa que nunca leyó periódicos. Ahí no hay riesgo. Terminará por crecerle hierba en la boca de tanta mentira torpemente expresada. Matemático: cuanto más saquen al santo en procesión menos personal en la ermita, ¿pero es que no se dan cuenta?
Da mucha vergüenza escucharlos hablar de esa cursilería que llaman proceso de escucha. ¿A estas alturas debemos prestar atención a quien tiene el país como lo tiene? ¿Qué más tenemos que escuchar? Pero yo, y aunque me ha costado, estoy sordo frente a la estulticia, la exageración y las mentiras. Que así estoy yo, como un santo sin paraíso, que diría Sabina.
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