Opinión

Los acuerdos inmorales

Esta izquierda está en el camino de perder su alma y por tanto su razón de ser

Según informaciones no desmentidas por nadie, el Tribunal Supremo autorizó al Gobierno a validar espionajes del CNI a promotores del Procés. Si es así, y nadie lo ha desmentido, aquí empieza y termina el caso Pegasus. En definitiva, una actuación de acuerdo a la legalidad, como siempre trasladó nuestra Ministra de Defensa, Margarita Robles.

Siendo las cosas así, sería el caso por excelencia en que la montaña ha parido literalmente un ratón. Y de donde no se entienden ciertas salidas de tono a las que hemos asistido estos días. No se entiende la salida completamente fuera de lugar de ERC, acusando al gobierno de mil y una trampas, o exigiendo la dimisión de Margarita Robles.

No se entiende la actitud de Unidas Podemos entrando al mismo juego que los independentistas catalanes, y mostrando una vez más su falta del más elemental sentido de estado. Son ya muchos asuntos por parte de ese grupo político que dan la medida de su falta de sentido de estado: todo lo que hace a la guerra de Ucrania, que incluye su oposición al envío de material bélico, su oposición al incremento de gastos militares, su oposición a la cumbre de la OTAN a celebrar en Madrid el próximo mes de junio, su inane conferencia internacional con restos de serie como el ex líder laborista inglés, y antisemita, Jeremy Corbyn, y así que van yendo, en una frívola carrera hacia la nada y su decadencia electoral.

Alianza inmoral que se viene produciendo desde el primer día de esta penosa legislatura, a pesar de tan ruidosos desmentidos formulados por el hoy presidente del Gobierno

Pero si todas estas reacciones son incorregibles, o dan medida de fuerzas políticas que nunca deberían servir en apoyo de ningún gobierno que se tuviera como tal, tanto peor es lo que con motivo de ese Pegasus ha hecho el propio gobierno. No se entiende que, no habiendo caso aquí, el gobierno le haya prestado tan desmedida atención, que se ha llegado a cambiar una norma inalterable por décadas, para permitir el acceso a la Comisión de Secretos Oficiales a fuerzas como ERC, Bildu o la CUP. Ya se nos dirá qué pintan en esa Comisión de Secretos Oficiales fuerzas políticas cuya aspiración no es otra que derruir nuestro régimen constitucional y democrático, que derruir la indivisibilidad de la nación española. Ya se nos dirá también cuál es el prestigio que gana España en la escena política internacional dando a conocer a todos los países de nuestras alianzas –ya sea la OTAN, ya la Unión Europea- el singular cuadro de acceso a los secretos de estado, abierto a todas las fuerzas antisistema. Y por si tuviéramos poco en ese cuadro de falta de prestigio de España en la escena internacional, el propio Gobierno denuncia haber sido también espiado. Ya se nos dirá, a poco más de un mes de la cumbre de la OTAN a celebrar en Madrid a finales del mes de junio, el crédito que puede ofrecer a nuestros interlocutores internacionales la solvencia de nuestro estado, que no tiene inconveniente en permitir el acceso a la Comisión de Secretos Oficiales a fuerzas directamente anti OTAN, cuando no pro Putin.

Pero hay más: el decreto de medidas económicas anticrisis promovido por el gobierno bajo el amparo de la guerra de Ucrania ha sido apoyado por Bildu. Se trata ya directamente de una alianza inmoral entre el PSOE y esa fuerza, sucesora del terrorismo, y que cuenta con un ex terrorista a su frente, o directamente a quienes fueron líderes de la banda terrorista. Alianza inmoral que se viene produciendo desde el primer día de esta penosa legislatura, a pesar de tan ruidosos desmentidos formulados por el hoy presidente del Gobierno hasta el minuto inmediatamente anterior a la formulación de esa alianza parlamentaria.

Cuando asistimos a tal devenir de los acontecimientos, en que el Gobierno deja claro que ninguna, absolutamente ninguna competencia ni acuerdo tiene intención de alcanzar con el principal partido de la oposición, el PP, es hora de entender que asistimos a una política inmoral desplegada voluntariamente por el Gobierno; que la única razón de ser de su gestión no es otra que dividir y dividir a la sociedad española, que la política cainita, ajena a los intereses de los ciudadanos, es su única razón de ser.

Si el decreto aprobado el pasado jueves por el Congreso salió adelante fue por la pura voluntad del Gobierno que, entre todos los caminos, eligió el más funesto, el que llevaba a un acuerdo inmoral con Bildu

Sencillamente, viendo lo que ocurre en Europa, donde se observan desde gobiernos de concentración nacional, caso de Italia, a gobiernos de amplias coaliciones, caso paradigmático de Alemania, en definitiva, donde se observa la necesidad de sumar, de agregar ante una crisis extraordinaria que nos atraviesa a todas las naciones, empezada por la pandemia, seguida ahora por la invasión de Ucrania, es sencillamente inadmisible la política de un Gobierno, el nuestro, que en vez de sumar, resta; que en vez de agrupar, divide. Y además, deliberadamente. Si el decreto aprobado el pasado jueves por el Congreso de los Diputados salió adelante fue por la pura voluntad del Gobierno de la Nación, que, entre todos los caminos, eligió el más funesto, el que llevaba a un acuerdo inmoral con Bildu. Pudo tomar el Gobierno otro camino, pues si hubiera emprendido la búsqueda de un acuerdo con el Partido Popular, lo habría alcanzado. Pero no, se trataba de dejar claro a los ojos de todos los españoles que su preferencia era con Bildu, como viene sucediendo desde el primer minuto de esta desafortunada legislatura y sucederá hasta que la misma termine en las urnas, cuando quiera que ese hecho sea.

No cabe otra interpretación  que la de comprender que la salida tiene que ser necesariamente en forma de derrota electoral de lo que nos gobierna

Y cuando, a estas alturas, está a la vista de todos que España ha quedado de nuevo atrás, con una deuda pública desbocada, con una inflación descontrolada, con un crecimiento económico bien por debajo del que regía en vísperas de la pandemia, dejando pasar todas las reformas sin acometerlas, a la cola de los países de la Unión Europea; cuando la misma semana pasada el Gobierno cambió a la baja, de un día para otro, todo el cuadro de previsiones económicas por el que se venía rigiendo; cuando sucede que también a la vista de todos está que el Gobierno opta voluntariamente por el peor camino, el pacto inmoral con Bildu, y con fuerzas políticas cuya misión no es otra que destruir los fundamentos de nuestra democracia, no cabe otra interpretación  que la de comprender que la salida tiene que ser necesariamente en forma de derrota electoral de lo que nos gobierna.

Pues una izquierda que promueve la división, incapaz de ofrecer un mensaje claro a la sociedad española, que se alía con fuerzas insuperablemente reaccionarias, de naturaleza nacional populista, sea a derecha en el caso de los nacionalismos identitarios que trajeron y traen la ruina y la destrucción a Europa, o a izquierda en el caso de Unidas Podemos, esa izquierda está en el camino de perder su alma y por tanto su razón de ser. Y, en definitiva, se trata de entender que es mejor perder las elecciones que perder el alma.

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