Con el paso de los años me he vuelto más cínico, debo reconocerlo, y tiendo a curarme de espantos. Pero eso no es óbice para que me sobresalten ciertos sustos, activados y provocados por la necedad humana. No deja de asombrarme la tenacidad de ciertos economistas que pululan por los mass media a la hora de insistir en ideas, conceptos y teorías erróneas. Si dicha necedad solo les afectara a ellos, o fuera inocua, me la traería al pairo. Desgraciadamente ese no es el caso, y tanta necedad afecta, y mucho, a la vida nuestros conciudadanos, especialmente lo más indefensos, los más débiles.
Todo ello viene a colación sobre el totum revolutum que se deriva de los ingredientes que se están añadiendo en la coctelera actual de noticias, desde los análisis sobre el salario mínimo, la subida de la luz o el repunte de la inflación. Obviamente, esos análisis se apropian de los argumentos expuestos en multitud de libros de texto macroeconómicos por la ortodoxia dominante. Resultan cansinos. Aún no se han dado cuenta que su paradigma, el dominante, está completamente roto. Por eso no entienden las razones que hay detrás de la subida del precio de la luz, no comprenden que la inflación hoy no es ningún problema, y no quieren asumir lo que recoge la evidencia empírica, la subida del salario mínimo no destruye empleo, en realidad favorece el ascensor social y la mejora de la dignidad y condiciones de vida de los trabajadores menos cualificados.
Crédito y deuda
En la economía actual, el ciclo económico está impulsado por el "ciclo financiero", lo que se traduce en una acumulación excesiva de crédito y deuda privada, al debilitarse la regulación y la supervisión de los mercados financieros, y en la creación de continuas burbujas financieras. Cuando escucho al señor Pablo Casado hablar de las bondades que experimenta la economía cuando su partido llega al poder no dejo de asombrarme, porque en realidad aún no se ha percatado que la única “hazaña” del PP en el poder fue iniciar la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, aderezada con el mayor ciclo de deuda privada que jamás ha conocido este país. Normal, jamás entendieron, ni ellos ni quien siguió azuzando dicha burbuja a continuación, el PSOE, que la razón clave para de todo ello fue la liberalización financiera. Como consecuencia, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera, se arruinaron cientos de miles de familias españolas. Para rematar la faena, además de implementar un rescate bancario a costa de contribuyentes, se devaluó el salario de los españoles. Ese es el legado de ambos, PP y PSOE.
Los macroeconomistas ortodoxos, especialmente los neokeynesianos de la corriente dominante –no confundir con postkeynesianos-, que asesoraban y asesoran hoy en día a los distintos gobiernos patrios, se desvivían por ensalzar las virtudes de la desregulación de los mercados financieros como el camino hacia la estabilidad financiera. En realidad estaban sentando las bases para décadas de inestabilidad y crisis financieras. ¡Pero ahí siguen!
Ciertas dinámicas especulativas y la generación de burbujas están detrás del precio del gas y de los derechos de emisión de CO2 que se fijan en los mercados de futuros
Esa ortodoxia macroeconómica descartaba el impacto de los choques financieros en el “suave retorno a un estado estacionario" y consideraba que los cambios en los agregados monetarios sólo tenían efectos temporales. Se lucieron, sí, menudos linces. La evidencia es exactamente la contraria. Actualmente el concepto de ciclo financiero está en el corazón mismo de los marcos macro-prudenciales implementados después de la Gran Recesión, a pesar de que ello diverge de la forma en que se enseña la macroeconomía en los programas convencionales universitarios. Hoy en día, por ejemplo, en el gravísimo problema del precio de la luz, la Unión Europea, y la parte socio-liberal de nuestro Gobierno, sigue creyendo en la virtud de los mecanismos de mercado, sin comprender que ciertas dinámicas especulativas y la generación de burbujas están detrás del precio del gas y de los derechos de emisión de CO2 que se fijan en los mercados de futuros, generando pobreza energética. La evidencia empírica desafía las creencias centrales del paradigma ortodoxo.
Una vez que se reconoce que la política monetaria tiene un impacto en el ciclo financiero, es difícil creer que para cualquier horizonte político relevante la política monetaria pueda ser neutral. Hay pruebas sustanciales de que los auges y las crisis financieras dejan cicatrices muy duraderas, si no permanentes, en el tejido económico, especialmente si se producen crisis bancarias. Denostaron por ideología la política fiscal. Siempre, repito, siempre, la política fiscal es la herramienta más eficaz para generar prosperidad para todos. Europa sigue empeñada en despreciarla, asumiendo que su impacto en el ciclo será temporal. ¡Porca miseria!
Peligros de la inflación
Se están escribiendo ríos de tinta sobre el peligro de la inflación. Se dicen tonterías sobre el precio de la luz. Y siguen algunos metiéndonos miedo sobre las consecuencias de la subida del salario mínimo. ¡Son los chamanes de la economía!
Detrás de la subida del precio de la luz está el diseño de un mecanismo que casi todo lo fía al mercado, especialmente cuando se permite a inversores institucionales participar en los mercados derivados de materias primas, tras los procesos de liberalización y desregulación de los 90. Las consecuencias son claras. Las hemos detallado en diversos blogs. Aumenta la volatilidad de los precios de las materias primas, aumenta la correlación positiva del precio de las materias primas agrícolas y energéticas con los activos de riesgo –bolsa, bonos corporativos…-, generándose subidas explosivas que producen hambrunas y pobreza energética. Los últimos estudios académicos permiten extraer nuevas ideas sobre la financiarización de las materias primas.
Las grandes subidas de los precios de los productos básicos a principios de 2008, exactamente como está ocurriendo ahora, distorsionaron las expectativas de los inversores sobre la fortaleza económica mundial y, por tanto, la demanda de productos básicos, al distorsionar las señales de los precios. Existe suficiente evidencia empírica de que se han reforzado los vínculos entre los mercados de acciones y los mercados materias primas desde 2004, lo que se corresponde con el aumento de las entradas de inversores institucionales en los mercados de productos básicos. Estos resultados muestran que los agentes inciden más profundamente en los mercados de materias primas cuando el valor del índice de materias primas es elevado. La especulación en el mercado de futuros de materias primas distorsiona los precios de las mismas, alejándolos de los niveles racionales. Pero por lo que se ve, desde la Unión Europea, o desde el Ministerio de Economía, ni idea de ello, o, peor aún, pelillos a la mar, cerremos los ojos.
La inflación actual, igual que en el período 2005-2007, solo sube por el incremento del precio de alimentos no elaborados y energía, es decir, por aquellos precios fijados en mercados de futuros
Es curioso que los mismos economistas que no ponen en duda los mecanismos de mercado en la fijación de los precios de lo que debería tratarse como derechos humanos –luz, alimentos,…-, alcen la voz contra el repunte de la inflación que achacan a la política fiscal o a las subidas de los salarios. ¡Cínicos! Pero almas cándidas que la inflación actual, igual que en el período 2005-2007, solo sube por el incremento del precio de alimentos no elaborados y energía, es decir, por aquellos precios fijados en mercados de futuros y cuyo sistema de fijación ni siquiera discutís. Fuera de ello no hay inflación. La tasa de crecimiento de la inflación subyacente se sitúa en el 0,7%. Cuando pinche la actual burbuja de activos global, pinchazo que los bancos centrales tratan de impedir, nos iremos a inflaciones negativas.
Sobre la subida del salario mínimo y ciertos comentarios sobre el peligro que de ello se cierne sobre nuestras cabezas, más de lo mismo. La implacable desregulación del mercado laboral y los ataques antisindicales en los países desarrollados han hecho menos probables las espirales de precios y salarios del pasado ("efectos de segunda ronda"), cuando en realidad se necesitan mecanismos de propagación para que la inflación se afiance tras un choque inicial. Los trabajadores tienen ahora mucha menos capacidad para defender sus salarios reales que en los años 70. Pero además están endeudados. Resumiendo, la subida de la inflación por alimentos no elaborados y energía, además de empobrecer a los más pobres, no van a desencadenar ningún episodio inflacionario arraigado, y la subida del salario mínimo solo permitirá compensar parte del desaguisado generado.
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