Esta semana va de pasado, otra vez, por la conmemoración del 23-F de 1981. De un tiempo a esta parte, los ciudadanos constatan la verdad como si de un timbrazo se tratara: sacralizamos la memoria, pero olvidamos cada vez más rápido. Convertimos en sagrado aquello que alguien más usará según mejor convenga, a la manera de una alarma. El pasado es una dimensión del presente, no solo porque es necesario para entenderlo, sino porque forma parte de él. Por eso el Gobierno, sus socios y sus oponentes no paran de dar bocinazos, pero no porque busquen restañarlo: lo necesitan para ganar tiempo y echar balones fuera.
Sin el pasado, el presente está mutilado, sostenía Faulkner, y con razón. Por eso volvemos a él, como los brazos o las manos amputadas, aunque ya sólo sean muñones aún formamos parte de una estructura. De esto va este asunto, de lo que se recupera y, sobre todo, de las intenciones con las que alguien pretende hacerlo. Volvemos al Congreso no sólo porque se cumplan 40 años del intento de golpe de 1981, sino por la fina red de estrías y grietas que durante ese tiempo se han abierto en sus paredes.
Es natural que envejezcan los edificios, las naciones, las leyes y los ciudadanos regidos por estas últimas, pero no el espíritu que las mantiene en pie. Los desplantes a las instituciones no propician su rejuvenecimiento, ni su derribo asegura el nacimiento de una nueva versión sin taras de aquello que fue. La ausencia del PNV, ERC, BNG, CUP así como JxCat de los actos presididos por el Jefe del Estado, el rey Felipe VI, iluminan el vacío aún mayor de Juan Carlos de Borbón como prócer apeado de la Transición y de su hijo como heredero sobrevenido y poco aventajado para aguantar las embestidas. Si a eso se suma la posición del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y los modos faltones de su portavoz Pablo Echenique, quien ni siquiera se detuvo a cumplir con los saludos protocolarios, hay elementos suficientes para el vestuario del Dramatis personae.
Volvemos al Congreso no sólo porque se cumplan 40 años del intento de golpe de 1981, sino por la fina red de estrías y grietas que durante ese tiempo se han abierto en sus paredes
Cuando las mareas bajan y los pantanos retroceden, como en aquella novela de Chirbes, dejan al descubierto aquello que se pudre. Lo que se ha descompuesto oculto durante años se manifiesta ahora ante los sentidos. Esa sensación de desenterramiento ocurre a menudo desde hace por lo menos una década, desde la muerte de Rita Barberá o el disparo de Blesa, por aquello de algo se pudre en Dinamarca, hasta el día de la exhumación de Franco al momento de sacar sus restos del Valle de los Caídos: aquel féretro pendiente de un hilo como una cáscara de nuez cubierta con una tela apolillada.
Siempre que se inicia un ciclo o acaba otro –es imposible saber, como en el poema de Milosz, si un tiempo comienza o se extingue –, existe una sensación cada vez más profunda de exhumación. Ahora, aturdidos por las cenizas de la covid o los restos de contenedores chamuscados en vía Laietana, nos sentimos escarbando la tierra, metidos a la fuerza en un pasado al que nadie quiere regresar. Ustedes sabrán cuál: si la carrera de San Jerónimo de 1981 o 2011 o allá en el Nervión de los noventa o la Barcelona de 1992.
La obra más conocida de Javier Cercas, Soldados de Salamina, tenía nombre de batalla griega, pero en realidad hablaba de la guerra civil española. En sus páginas Cercas se convertía en investigador, en detective de sí mismo y de otros para narrar la historia de Miralles, el miliciano que perdona la vida al escritor e ideólogo de la Falange Rafael Sánchez Mazas. Aquella novela se publicó en 2001, hace ya veinte años: la mitad de los que han transcurrido desde el episodio del 23-F en el Congreso de los Diputados al que Cercas dedicó otro de sus libros más importantes: Anatomía de un instante, un manuscrito en el que el escritor desentraña los motivos de aquel intento de golpe a través de sus personajes más icónicos. Aunque abordaban, al fin, el cierre de un periodo ambas historias se metían en terrenos problemáticos: el pasado. A Cercas le interesan los libros donde la verdad tornasolea, ese momento no del todo claro que empuja a los seres humanos a escribir sobre ellos.
De tanto verla repetida esta semana en los medios, algo en la imagen de Tejero luce todavía inverosímil, pero se sigue hablando de ella
Acaso porque hay algo exagerado y esperpéntico fermentándose en el tiempo, el episodio del intento de golpe de Estado parece atragantado en el imaginario colectivo, afectado por la erosión del recuerdo, el mecanismo más parecido al ácido que pueda llegar a existir: deforma, distorsiona, arranca… ¿Qué recuerdan los españoles de aquel día? ¿Qué exactamente? Pues una imagen, asegura Javier Cercas en su Anatomía de un instante. Habla el novelista de una secuencia que parecía irreal, porque tenía algo de drama y farsa: la de un hombre tocado con un tricornio que hacía saltar a tiros el yeso del techo. Pero no fue ficción. Ocurrió.
De tanto verla repetida esta semana en los medios, algo en la imagen de Tejero luce todavía inverosímil, pero se sigue hablando de ella. Los ciudadanos, entre la conmemoración y la extrañeza; los representantes políticos blandiéndola o conjurándola como un presagio. Estamos todos actualizándola a la fuerza, por extemporánea que parezca. No hace falta vestir un tricornio ni disparar al techo para que algunas cosas vuelvan a ocurrir.
Fogwill decía escribir para que otros no lo hicieran por él. Y puede que justo por ese motivo Cercas eligiese para ese episodio, el 23-F, una novela que no es tal o lo que pudiésemos llamar una novela sin ficción: porque es el género donde reside el corazón de la ambigüedad, porque permite contar que la realidad es más compleja de lo que creemos y que dos cosas contradictorias pueden ser ciertas al mismo tiempo: que Don Quijote está loco y a la vez totalmente cuerdo. En 1981, una democracia débil dio signos de una fortaleza tremenda entonces y ahora, en 2021, rozagante como pensaban todos, se duele el costado por las embestidas que no cesan. Dos asuntos contrarios pueden ser ciertos a la vez. Lo deseable es que no escriban en su nombre, que otros no recuerden por usted.
Antonia Tobajas
Mucho me temo que doña Karina es de las que se creen que leyendo las novelas de Javier Cercas se va a enterar de cómo fue la Guerra Civil o el 23-F. En realidad, que se publiquen novelas como esas, y que tengan éxito, es una prueba de hasta dónde llega la ignorancia de los españoles sobre su pasado próximo: no les importan los datos reales, sólo quieren sentirse embriagados de superioridad moral.
hipie
.insurrecto 26/02/2021 a las 19:23 Gracias por la bienvenida, me alegro de leerle. Un cordial saludo.
Aversiasi
Recuerdo que Vilches leía y contestaba a sus lectores. Hay que presentarle quejas bienintencionadas de este digital y esperar que hiciera de mensajero a las cabezas pudientes de vozpopuli. Ejemplo de petición: 1. Una sección de comentarios como la de El Confidencial. siguiente.......
.insurrecto
hipie 26/02/2021 a las 16:49 Bienvenida a la Trinchera por la Libertad, en estos momentos trinchera anegada y con goteras, no obstante mantenemos la esperanza de un diseño mejor. Taluego estimada
Carabino
Purga y bálsamo benficioso resultó ser un 23F que aplacó el furor golpista y puso a la vista de los comunes, las entretelas del eterno descontento, asi como de la empecinada y eterna disidencia.
Reliable1
Chapeau!
hipie
Creo que por fin he conseguido volver a comentar, durante un tiempo no fui capaz (misterios de la informática). Eso sí, os he leído a todos con atención, y con alegría de saber que aun estáis por aquí. Un gran saludo para todos.
ITV
La democracia es una forma de gobierno basura. Un partido que anuncie recortes severos en pensiones, funcionarios, etc; jamás saldrá elegido. Por tanto NADIE hará nada que le reste votos; lo que PERPETUA Y CRONIFICA LOS PROBLEMAS. Todos prometerán el oro y el moro, incluso a costa de vender en rodajas a su octavo nieto; pero nadie que asuma los problemas reales. Por tanto; es urgente una dictadura, y no el imperfecto sistema de votos como acceso al poder. En épocas dramáticas, se necesitan soluciones DRÁSTICAS. Y eso lo proporciona una guerra, una pandemia o una crisis salvaje como la que tenemos. Hombres de negro, o un dictador. Es la hora de REDISEÑAR y de redimensionar España para poder asumir el presente y poder afrontar el futuro; con una mínima posibilidad al menos. Les recuerdo que bajo parecido argumento Sánchez se ha procurado un Estado de Alarma; PERO NO PARA SOLUCIONAR, PORQUE ES UN TIPEJO; sino para hacer lo que a él le interesa y conviene. Por eso, debe ser juzgado, pero además por la criminal gestión de la pandemia y por la ruina generada. Error tras error, en lo sanitario, en lo económico, en lo político y en todo. Mucha palabrita; pero elecciones catalanas en el pico más grave de la pandemia, ahora ya regalado Gibraltar, regaladas nuestras bazas sin defender cosoberanía post brexit, creando un paraíso fiscal para la psoe , repartida y endosada la inmigración, cepa británica arraigada, tejido productivo desecho, y sigue con paguitas, con eres e icos como escudo, pagado por Europa, con deuda en barra libre, esperando inversiones mundiales y ayudas europeas, que manejará él como le salga y para socios y amiguetes. Pero como la pandemia es su escudo europeo; TAMPOCO LA COMBATE. Es un HDLGP, que no recorta ni un céntimo; al contrario multiplica gasto improductivo al que eufemísticamente denomina INVERSIÓN PÚBLICA, el muy …., y sinverguenza. Su semántica mentirosa; amparada por los medios comprados, los socios comprados y los sindicatos comprados con un aumento del 56% de dotaciones, cuando se pulieron 1.000 millones de ERTES; y este tipejo, habla del Rey, critica a Casado; cuando él ha puesto a ETA en las instituciones. Ese SANO DICTADOR; ha de ser lo contrario a Sánchez. Pragmático, racional y resolutivo. Y cero discrecional. P.D.: Hasta la semana que viene. He de salir ahora; ineludiblemente de viaje.
hipie
hola
dededavi
El Estado autonómico nos ha dado estas miserias: ERC, Bildu, Junts, PDeCAT, BNG y la CUP. Y nosotros las estamos sobrellevando con entereza.
galaxyS9+
Tejero, militar acostumbrado al régimen anterior no supo ver la vileza de los nuevos que le entramparon
Zhíngar
23 F...la única noche donde la Reina Sofía sabía por donde andaba su marido... Por cierto...el susodicho no da golpe desde esa fecha.
Gloria
Pues sí, una semana dedicada a Tejero, vemos con claridad el pasado, para olvidarnos de un presente en absoluto mejor. Un golpe que nos sobrecogió pero que duró 18 horas, pero lo de ahora es peor, se prolonga dos años en el tiempo y este impresentable gobierno apoya a la mala ralea que quiere romper España. Entonces la reacción fué rápida, ahora no existe.