Opinión

M. J. Montero aplaudiendo con esmero

Fue a tan solo unas horas de la hecatombe electoral del PSOE y tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez, reunido con sus diputados y senadores, recibe una s

Fue a tan solo unas horas de la hecatombe electoral del PSOE y tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez, reunido con sus diputados y senadores, recibe una sonora y prolongada ovación de aquellos que suspiran por ser incluidos en un puesto que les permita renovar su escaño parlamentario el 23 de julio. Y entre todos, la que batía sus manos con mayor frenesí y con una fuerza tremenda era nuestra ministra de Hacienda. Con honda estupefacción lo hemos visto por televisión. Puede que su aspiración vaya más lejos que la de los demás presentes en aquel acto y que, ante la posibilidad de perder su actual puesto en el ejecutivo de la nación por decisión de los españoles, no se conforme con renovar como diputada y busque mayores responsabilidades en el seno de su partido. Con toda certeza, donde fuera habrá una hoguera pues allá donde ella va, su gestión es una maldición. Así ha sucedido en el ministerio que todavía dirige como es fácilmente comprobable repasando el relato que retrata su mandato.

También es responsable M.J. Montero, y también con la complicidad de Sánchez, de haber hundido la ética de la política tributaria hasta un nivel freático

M.J. Montero, en connivencia con Sánchez, es la responsable de habernos subido los impuestos hasta provocar que nuestra presión fiscal haya aumentado del 34,4% al 42%. Como esto no es más que porcentaje, bueno es ver lo que significa en euros. Y supone que el promedio de lo exigido por Montero a cada declarante del IRPF ha aumentado desde 3.000 € hasta 4.400 €. Como la mayor parte de lo recaudado por el citado impuesto -un 85%- provienen de los sueldos y salarios, es fácil deducir que los trabajadores han sido los paganos de la fiesta. Si contemplamos las cifras del IVA, se observa que la recaudación media por español ha crecido desde 1.300 € hasta 1.800 €. Como se trata de un impuesto que pagan la totalidad de los consumidores cada vez que consumen, también es fácil deducir quiénes son los que han pagado el sarao. Por lo expuesto, una y otro -Montero y Sánchez-  son los culpables de haber disminuido la renta disponible de los españoles en más de un 5%.

También es responsable M.J. Montero, y también con la complicidad de Sánchez, de haber hundido la ética de la política tributaria hasta un nivel freático. Que una buena parte del aumento de lo que se nos detrae por el IRPF se corresponda con la utilización fraudulenta de la inflación como impuesto al modo en el que lo hacían los peores sátrapas de la Historia, ha socavado la legitimidad de ejercicio de nuestra Hacienda Pública. Que los últimos impuestos creados, los fraudulentamente denominados gravámenes y el fraudulento Impuesto duplicado sobre el Patrimonio, deban ser objeto de revisión judicial por los fraudes que llevan aparejados la ha acabado de hundir.

No es menor la responsabilidad de M.J. Montero, siempre con el complemento de Sánchez, en lo que se refiere a dañar los derechos de los contribuyentes. Haber mantenido durante tres años y medio -hasta su anulación por sentencia de la Justicia europea- la aberración jurídica, económica y tributaria que suponía el régimen sancionador del tristemente célebre modelo 720 la descalifica como gestora de la Hacienda Pública según se desprende de los propios términos en los que se expresa el Tribunal de Luxemburgo. La rectificación al corre-corre de la legislación tributaria para que sus huestes puedan seguir realizando aquello que los tribunales españoles habían anulado -registros domiciliarios por la AEAT- revela su nulo respeto a las garantías individuales y al sistema de control judicial de la Administración. Rectificar de modo exprés la regulación legal del Impuesto sobre la Plusvalía para lograr que los españoles sigamos pagando por lo que los tribunales anularon demuestra que su única obsesión es que paguemos sí o sí, como sea.

Haberla designado ministra Hacienda solo se le pudo ocurrir al que asó la manteca como dicen los castizos. Y eso explica el fervor con el que le vimos aplaudir a su jefe

Le cabe también a ella la responsabilidad, compartida con Sánchez, de haber impulsado un proyecto de reforma del modelo de acceso a la Función Pública que permite convertir en inspectores de Hacienda a funcionarios elegidos a dedo posibilitando así que las delicadas y complejas funciones que corresponden al citado colectivo las puedan desarrollar aquellos que designe el poder político de turno. Semejante pretensión evidencia su flagrante desprecio por la independencia y profesionalidad con las que debe desarrollarse las inspecciones tributarias.

Ante semejante desempeño de sus funciones como ministra de Hacienda, parece indiscutible que una parte del descomunal fracaso cosechado por su partido el 28M sea imputable a su gestión. Visto lo visto, haberla designado ministra Hacienda solo se le pudo ocurrir al que asó la manteca como dicen los castizos. Y eso explica el fervor con el que le vimos aplaudir a su jefe porque solo alguien como Sánchez es capaz de darle las responsabilidades que le dio.

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