"El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) ha abonado en abril un total de 5.197.451 prestaciones, récord histórico", cuenta con lenguaje épico la página web del Ministerio de Trabajo. Como si el desempleo en cualquiera de sus vertientes fuera una plusmarca a celebrar.
Anote bien el número, estimado lector... 5.197.451. Cláveselo en su mente porque son españoles que hoy reciben algún tipo de subsidio por encontrarse en paro o ayuda asistencial al acabarse éste. Y tenga en cuenta que lo más probable es que en los meses venideros algunos centenares de miles más ayuden a la ministra Yolanda Díaz a superar ese triste récord que nos ha traído el coronavirus.
Como decía una conocidísima campaña publicitaria de un jabón, "el algodón no engaña", así que, cuando analice los durísimos datos de desempleo y aflilación a la Seguridad Social de abril conocidos este pasado martes, no sea perezoso; no se quede en la espuma estadística. Al principio intentará cruzarlos con la famosa EPA del primer trimestre, pero le advierto que mezclar contabilidad oficial con una encuesta, subjetiva por naturaleza, no le va a arrojar luz; es más, puede equivocarle. Indague. Vaya más allá.
Habrá que emitir deuda extra del Reino de España por más de 150.000 millones... que pagarán nuestros hijos en la medida en que no sepamos administrar bien los escasos recursos y recortar gasto superfluo
Aplique el principio de realidad y pase el algodón sobre esos números. Piense cómo va/vamos a pagar a esos 5.197.451 nombres y apellidos que no salen en los informativos, a los ocho millones de pensionistas y a 2,5 millones de funcionarios. Y, como en el famoso cuento infantil, "no mire el dedo, mire al emperador" Estado, que se va a quedar literalmente en pelota picada.
Ya le adelanto que solo con créditos MEDE a bajo interés -seguramente condicionados a unos recortes que Pedro Sánchez no parece dispuesto a aceptar- y subvenciones directas de la Unión Europea al empleo (pocas), no basta para el inmenso gasto que nuestro país se dispone a contraer con tal de "no dejar a nadie atrás", objetivo loable siempre y cuando sepamos qué tenemos entre manos.
Habrá que emitir deuda extra del Reino de España por más de 150.000 millones... que pagarán nuestros hijos si no sabemos a continuación administrar un bien escaso como es el dinero público y recortar gasto superfluo. Nadia Calviño, la vicepresidenta económica que este viernes se tuvo que tragar el sapo de presentar a Bruselas un cuadro macroeconómico desolador, lo sabe bien.
Los niños no vienen de París
Pues bien, estimado lector, ahora que ya ha caído en la cuenta de que los niños no vienen de París tampoco en economía, venga, diga. ¿Qué decide?... Una advertencia antes de hablar en vano: si lee algunas cosas a Pablo Iglesias, puede llegar a creer que esto va de que la factura la pague Amancio Ortega o usted y yo, pero no. Créame, la pagaremos los tres; perdón, los cuatro. Iglesias también. Y sus hijos y los nietos de Ortega. Todos.
Porque, o Sánchez deja a Calviño meta el bisturí en el presupuesto 2021 o estará condenando a sus hijos y a los nuestros a vivir por debajo de sus posibilidades... y sin haberlo decidido ellos; le guste o no leer este lúgubre diagnóstico al inquilino de La Moncloa.
Bueno, siempre nos quedará la posibilidad de que vengan in extremis los hombres de negro de Bruselas que no vinieron en 2012 a poner de una vez orden en nuestras cuentas. Pero no quiero ni pensar que haya un presidente del Gobierno, por muy de izquierdas que se sienta, abdicando de su responsabilidad solo para no pasar a la historia como aquel José Luis Rodríguez Zapatero que tuvo que desdecirse de su personaje y recortar la friolera de 15.000 millones, reducción de sueldo a los funcionarios y congelación de pensiones incluidas... Sería una vergüenza. Un mal sueño.
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