Como vimos no hace mucho, hay una desigualdad de ingresos debido a que hay personas con más talento, que se esfuerzan más o incluso porque han resultado más afortunados en sus decisiones vitales. También la hay de capitales. Ninguna es negativa per sé, el gran problema es la pobreza y la necesidad, no el que haya ricos. Sin embargo, si es grave la desigualdad de oportunidades. Ahí sí que tenemos un claro problema tanto social como económico ya que un niño es inocente de nacer en el Chad en lugar de en Suiza y hay sitios donde ni alguien con un gran talento o con una gran fuerza de voluntad es capaz de desarrollar y explotar todo su potencial; si Bill Gates hubiera nacido en Somalia dudo mucho que hubiera podido crear Microsoft.
Lo ideal sería que desde el nacimiento todos tuviéramos las mismas oportunidades, pero todo padre intentará dar a su hijo la mejor educación y los mejores servicios sanitarios. Lo sé por experiencia porque por ejemplo yo, que vengo de familia humilde, en los veranos a la edad que ahora tiene mi hija trabajaba mientras que ella viaja al extranjero para mejorar el idioma; jamás en mi niñez fui al dentista mientras ella sí ha recibido atención dental por lo que, a no ser que cambiemos radicalmente la institución familiar y los padres dejemos de invertir en nuestros hijos en la medida de nuestras posibilidades –algo que no creo que ocurra-, el hijo de un rico lo tendrá más fácil que el hijo de un pobre. Luchar contra esa desigualdad y exportar al mundo el modelo europeo que permite que incluso familias con escasos recursos tengan acceso a servicios sociales, infraestructuras, sanidad, educación, becas públicas, etc. debería ser una prioridad. En lugar de eso, la desigualdad se ha puesto de moda porque si hay más ricos, eso molesta.
¿Estamos dispuestos a dejar de tomar refrescos –por poner un ejemplo de gasto “frívolo”- para que las chabolas de Nairobi tengan alcantarillado?
También resulta muy hipócrita que por ejemplo en España, que nacemos con sanidad y educación universal y con servicios asistenciales que nos impiden pasar hambre, pongamos el grito en el cielo por la fortuna de los ricos cuando somos unos privilegiados de nacimiento en comparación a cientos de millones de seres humanos. Los que exigen que los que tienen mucho –según nuestra perspectiva- deben repartirlo entre nosotros deben tener en cuenta que los españoles tenemos mucho desde la perspectiva de la mayoría de los habitantes de este planeta, ¿estamos dispuestos a dejar de tomar refrescos –por poner un ejemplo de gasto “frívolo”- para que las chabolas de Nairobi tengan alcantarillado? La mayoría responderá que no. Y no entro en si es bueno o malo, simplemente es como somos. Pero entonces, si no sacrificamos nuestros caprichos por quien más lo necesita, ¿Con qué derecho criticamos que los más ricos que nosotros no lo hagan?
Está equivocado el tópico que dice que el Tercer Mundo está muy mal por culpa nuestra. Es evidente que podríamos hacer mucho más por la gente de allí, pero al fin y al cabo las armas no son baratas y todas las guerras que se desarrollan en muchos de esos países son financiadas con dinero que mitigaría las hambrunas. El ejemplo más evidente lo tenemos en Corea del Norte, potencia nuclear con una gran parte de la población en la miseria. Las décadas de ayudas directas de gobiernos y organismos internacionales han fracasado porque no han reducido la diferencia entre los países más pobres y nosotros. Lo único que ha funcionado, aunque también es muy criticado por los que se supone deberían estar contentos de reducir la pobreza en el mundo, es que las empresas occidentales inviertan en el Tercer Mundo. No seamos ingenuos, para que una empresa arriesgue el dinero de sus accionistas en un país exige una serie de condiciones como son la estabilidad política, la seguridad jurídica, las infraestructuras etc. Eso, o una rentabilidad tan alta que merezca la pena el riesgo. No creo que ninguno de nosotros invirtiéramos nuestro dinero, y menos el de gente que nos lo ha confiado, en una inversión que no nos parezca segura y de la que no pensemos que vamos a obtener beneficio. Si yo no pondría mi dinero en un banco somalí si no es con las máximas garantías y a cambio de una gran recompensa monetaria, ¿no sería incoherente pedir que lo hagan las multinacionales? Tanto para una empresa como para una persona hay una exigencia que cumplir: a mayor riesgo, mayor rentabilidad. Si un inversor se arriesga en Tanzania esperará obtener muchísimo más dinero -a cambio del riesgo asumido- que si invierte en Dinamarca.
Económicamente es suicida que ciertos dirigentes pretendan sacar adelante un país provocando la desconfianza de los inversores extranjeros
No sería lógico es esperar que las compañías (o nuestro país con los fondos de los contribuyentes) hagan algo diferente de lo que nosotros mismos haríamos si arriesgáramos personalmente nuestro dinero. Económicamente es suicida que ciertos dirigentes pretendan sacar adelante un país provocando la desconfianza de los inversores extranjeros. Sí, despiertan la simpatía de muchos que encuentran ese mensaje “anticapitalista” atractivo pero hasta Cuba necesitó la inversión extranjera para ofrecer una infraestructura hotelera adecuada gracias a la cual son una potencia turística y así han podido sobrellevar mínimamente la caída de la URSS. Y donde sí se genera confianza, donde se han dado las condiciones correctas, ahí tenemos el ejemplo de los “tigres asiáticos”, en pocos años se ha salido del pozo porque la inversión exterior ha llegado. Por lo tanto, también es necesario que sea el Tercer Mundo el que dé algunos pasos, y cuando así lo hace, la desigualdad con los países del Primer Mundo, se reduce.
Por lo tanto, la desigualdad existente de rentas y capital (que es contra la que están actuando nuestros dirigentes políticos y económicos actuales) no es un problema económico siempre y cuando el conjunto mejore. Mientras haya menos pobres es positivo que haya más ricos (de hecho, parece que hay relación entre ambas variables). Incluso para los ingresos del conjunto, dado que una persona que gana un millón de euros paga al fisco mucho más que mil que ganan mil euros. La desigualdad de oportunidades es un problema grave, pero a nivel planetario y en países concretos, en España no lo es tanto. La prioridad en lo social consiste en acabar con la pobreza antes que con la desigualdad y la prioridad en lo personal es que mi salario sea mayor, no la diferencia con el salario de Lewandowsky, posiblemente algo más elevado.
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