Si tiene un pisito alquilado, una plaza de aparcamiento, ni siquiera un trastero en Vitigudino, es usted un explotador del proletariado y lo peor que se conoce desde que Falconetti encarnó al malvado más ruin en la tele, igual que antes fuera el Manco de El Fugitivo, después el JR de Dallas y ahora cualquier responsable de informativos de TVE. Dice Ione Belarra que si usted comete el gravísimo crimen de alquilarle a alguien una propiedad suya -¡cómo osa tener una propiedad cuando es el Estado el único que debería detentar esa potestad!- aténgase a las consecuencias. Porque todo el mundo tiene derecho a una vivienda y si no le pagan el alquiler, si decide fijarlo por su cuenta, si no asume los costes o si le entran okupas y no les lleva a diario el desayuno a la cama lo van a crujir vivo.
Ya era hora de que se dijera en voz alta: la propiedad es un robo y aquí hay mucho facha que defiende que es suyo algo por lo que ha pagado con esfuerzo, trabajo y sudor. ¡Opresores, machistas, ventripotentes! ¿Vamos a comparar eso con el derecho de cualquier piernas a tener casa propia sin pagar y que el propietario tenga que apoquinar los recibos de agua, luz y gas? Loor y más loor a esta ley de la vivienda que consagra la ocupación como derecho, condena al propietario a ajo y agua y sienta el precedente de considerar la propiedad como perversa. Anulemos exámenes, concedamos títulos a esgaya, que las casas sean de todos, que puedas robar coches impunemente, violar reduciéndote la pena, dar un golpe de estado gratis o haber pertenecido a una organización criminal sin arrepentirte.
Si tiene usted hijos no cometa el error que muchos hicimos intentando inculcarles el respeto a la propiedad, la ética del trabajo ni que para tener derechos hay que cumplir con las obligaciones. Insístales en que sean okupas, que salten del sofá de casa de los progenitores al de la casa del primero que se descuide, que gorroneen en casa ajena igual que en la de sus padres. Y, ya puestos, que se declaren de condición sexual ornitorrinca, marsupial y de plexiglás, pidiéndole una subvención a Irene Montero para dar chocho-ornitorrinco charlas y que éstas se den en la casa ocupada, con lo que podrán decir que es un centro social de cultura alternativa y les arrearán otra subvención, esta vez municipal. Que, por no respetar, no se respeten ni a ellos, ellas o elles. Que exijan que el dinero caiga de los árboles. Que llamen facha a todo el que les diga que esa vida es de vagos, maleantes e inútiles. Todo, menos negarles el derecho a apropiarse de algo que jamás sabrían obtener por sus propios medios. Porque esta sociedad condena al trabajador, al de verdad, al que curra un montón de horas para sacar adelante su casa, ese que jamás se llevaría un duro que no fuese suyo y que siempre ha visto con malos ojos al vago. Mi padre, el señor Miguel, o mi suegro, el señor Antonio, que Dios tenga en su Gloria, verbigracia. Si hubiera llegado servidor o cualquier otro diciéndoles que quería ser okupa, siendo dos cachos de pan bendito, del guantazo habría ido a parar a Groenlandia. Maldita envidia de quien desea tenerlo todo sin el menor esfuerzo. Lo dijo San Pablo en su Epístola a Timoteo,1,6,10: Radix enim ómnium malorum ets cupiditas, la avidez se encuentra en la raíz de todos los males. Juventud española, gritad fuerte ¡mamá, quiero ser okupa! y ya veréis como con este gobierno todo os va de mil maravillas. Que trabajen los demás, los que curramos para ganarnos la vida. Para eso somos fachas y no votamos al pijo progresismo.
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