En unos pocos días hemos perdido a dos españoles que nos fueron necesarios y oportunos. Les hablo del sociólogo Amando de Miguel y del radiofonista Pepe Domingo Castaño. Es verdad que el sociólogo Amando de Miguel había sido olvidado, y sin embargo en nuestras estanterías hay todavía libros suyos que nos ayudaron a entender la vida, pero también a descubrir a los tramposos que desde el poder político quieren moldear la realidad a su manera. Por eso creo que en el supuesto -y es mucho suponer-, de que Pedro Sánchez leyera La perversión del lenguaje sería incapaz de terminarlo. No por complicado, que no lo es, pero sí porque en cada página encontraría escrita y detallada su estrategia mendaz cuando estruja y doblega las palabras.
Con Sánchez, y no sólo con él, las palabras y los sintagmas sufren los estragos y avatares de quien se ha propuesto que signifiquen lo que ellos quieren. Pocas técnicas resultan tan despreciables para este presidente en funciones como la hermenéutica. Los textos y las palabras significan lo que él quiere que signifiquen. Y de forma especial palabras como amnistía, investidura, unilateralidad, pero también rebeldía -la del PP, claro- y progresismo. Esta última, pobrecilla, es la más perjudicada, sobre todo cuando se la aplican a los carlistas catalanes y vascos que todavía pululan por aquí. Tiene escrito el filósofo José Luis Pardo que quien vulnera la regla de “decir algo de algo”, aunque sea con la mejor intención de decirlo todo de todo, acaba siempre por no decir nada de nada.
Pepe Domingo Castaño murió el pasado domingo con 80 años. Probablemente haya sido el radiofonista más veterano delante de un micrófono. Más de sesenta años. Pepe era una estrella de la radio que no sabía -o no lo quería saber- que lo era. Tenía la facultad de hacerte creer aquello que no necesitabas, por ejemplo, un tractor, o cemento, pipas, seguros y cromos, razón por la que los anunciantes se lo rifaban. Tenía, además, el acierto de unir en la escucha de la radio al padre con el hijo mientras volvían en el coche del fin semana. Y tenía el don de plastificar expresiones sencillas que luego se hacían populares y pasaban con naturalidad a nuestras conversaciones. Una de ella era mamonear. Y así le preguntaba Manolo Lama: ¿A ver Pepe, mamonea el Real Madrid? Y Pepe pontificaba negando o afirmando, según.
Yolanda Díaz tiene bula para la estulticia. Si la cantidad de sandeces y futilidades las dijera un hombre, habría que ver lo que tendríamos que leer. Pero lo dice ella
'Mamonear' es una palabra malsonante que habla de la torpeza de quien pretende sacar beneficio sin esfuerzo. Claro que también habla de quienes actúan con desidia, perdiendo el tiempo en cuestiones intrascendentes. Con estas explicaciones de la RAE a mí se me ha hecho presente en este artículo la señora vicepresidenta, esa señora pizpireta y cursi que debe el puesto y salario a Pablo Iglesias hoy, y mañana probablemente a Puigdemont. Yolanda Díaz tiene bula para la estulticia. Si la cantidad de sandeces y futilidades las dijera un hombre, habría que ver lo que tendríamos que leer. Pero lo dice ella. Ella que tiene dicho cosas como que "Sumar no ha venido para agitar el miedo", o esto de "no tengo ambición política", se ha ido a Barcelona y les ha contado a los compañeros de La Vanguardia las tres clases de amnistía que hay.
-Por ser sintética, hay tres tipos: la del cambio de régimen, la utilitarista y la que resuelve conflictos.
En realidad, hay una cuarta que no señala, la que se concede a cambio de un gobierno que le dé a ella el cargo de vicepresidenta.
Pero plantearlo así, de forma tan sintética, es poco oportuno. Cuando el disparate y la mentira se mezclan en personas como Yolanda Díaz, el destrozo parece menor porque siempre viene empaquetado en papel celofán. Pero ya no cuela. Su liderazgo es corto, pero su apoyo obsecuente al PSOE es largo e interesado. Algún día los quince partidos que forman Sumar le recordarán la verdad, que está donde está en la más flagrante ausencia de democracia. Con razón lo que queda de Podemos le recuerda esa sintética falta de legitimidad.
Prepárense para lo que está por llegar, especialmente a partir del próximo domingo en el que el PP, según esta señora, ha convocada una rebelión popular en toda regla. Lo dice quien no pasa día sin darte una clase de democracia mientras se reúne con el prófugo Puigdemont. En política no se puede hacer todo lo que no es un delito. Yolanda, reina del requilorio, sintética y comunista, debería recordar las palabras de Santiago Carrillo: "La destrucción del Estado es también la destrucción de la democracia".
Hemos de agradecer no obstante dos ejercicios de meridiana claridad que Amando de Miguel podría bendecir. El primero es de Puigdemont, cuando recuerda que las condiciones en política no las pone quien necesita ayuda sino el que la pueda dar. Clarividente y sintético, ¿eh, señora Díaz? El segundo es Pedro Sánchez al que -¡que resuene la campana gorda de la catedral de Toledo!-, nos acaba de decir una verdad expresada con un deseo, que para ser presidente buscará los votos hasta debajo de las piedras. Le creo presidente. Sobre todo, si no me discute que lo que hay debajo de piedras y farallones es un submundo en el que habitan arañas, escarabajos, cucarachas y alacranes. Y eso, presidente, no se lo vamos a discutir.