Opinión

Mañana te puede pasar a ti

La muy tímida respuesta hacia lo que ocurre en Venezuela desde este lado del Atlántico mueve al desaliento y la desesperación

Desde que nos separamos hace poco más de 200 años los hispanos hemos utilizado el Mar Atlántico como autopista de ida y vuelta entre los países en los cuales nos hemos balcanizado. Así, cuando en Europa nos ha ido mal hemos cruzado rumbo a América y cuando con el paso de los años en América ha recrudecido la maldad, los nietos y bisnietos hemos vuelto a cruzar el mar con rumbo a Europa en búsqueda de mejores condiciones, de mejores maneras, de un mejor vivir, o, mejor dicho, de vivir, solo vivir, a secas.

Lamentablemente, al encontrarse en una mejor condición existencial muchos de los que están del lado que no se encuentra en la contingencia del momento histórico mientras el desastre se desata en el otro lado del mar, no se dan cuenta que nuestros males políticos suelen ser contagiosos y, por lo tanto, se contentan con ignorar cuanto ocurre a sus hermanos hispanos, considerando en un manifiesto burdo de ignorancia que cuanto acontece no guarda relación con ellos-Este hecho tristemente ocurre con bastante regularidad.

“Es imposible que nos pase lo mismo que a Cuba”. Aquí nos tienen, 25 años después con el éxodo más grande del hemisferio, luego de habernos escapado más de 8 millones de almas de una población que nunca llegó a tener 30

Así nos ocurrió a los venezolanos al contagiarnos en pleno Mar Caribe del marxismo más ramplón y carnívoro visto en estas latitudes que ha degenerado en una situación francamente criminal que viola cualquier tipo de garantía y derecho humano. Este mal nos vino desde Cuba después del triunfo de la malvada “Revolución Cubana” que luego de décadas de intentos, por fin pudo establecerse en nuestras tierras a partir del año 1998, momento en el cual los venezolanos vivíamos en una democracia con todos los bemoles que suelen tener este tipo de sistemas, pero que como decimos por allá, luego de haber vivido estos últimos 25 años de chavismo caníbal nos dimos cuenta que antes del chavismo con todos nuestros problemas “éramos felices y no lo sabíamos”. A estas alturas de mi vida, a mis 34 años luego de haberme tragado 3 años de exilio político lejos de mi amada Venezuela, cómo recuerdo con la claridad de mis 8 años de entonces la prédica venezolana del año 1998! cuando impúdicamente los adultos de la época repetían los mantras: “Venezuela no es Cuba”, “Venezuela es un país rico” “Es imposible que nos pase lo mismo que a Cuba”. Aquí nos tienen, 25 años después con el éxodo más grande del hemisferio, luego de habernos escapado más de 8 millones de almas de una población que nunca llegó a tener 30 millones de habitantes, mientras los que se quedaron en el territorio que alguna vez llamamos “el mejor país del mundo” hoy son víctimas de la barbarie del tirano Maduro.

No éramos Cuba

Ante la abrumadora situación que vivimos los venezolanos a la fecha, tristemente observo que, más allá de las declaraciones estatales de los países hispanos que siempre procuran mantenerse desde los estándares políticos que les beneficien, en el plano ciudadano —salvo casos puntuales y meritorios—, hemos obtenido de aquellos que se consideran supuestos líderes culturales en la difusión de nuestra historia, y que se ufanan de tener los canales de difusión más grandes de las redes sociales, que la mayoría ha permanecido en una pusilánime situación de desinterés en la cual, o permanecen en el más eunuco silencio, o hacen unos cuantos señalamientos marxistas estúpidos, aludiendo a los Brics, al imperialismo yanqui o a cualquier conversación y tópico malgastado.

A estos últimos no tengo nada que decirles, pues estoy plenamente convencido que no hay cantidad suficiente de evidencia para convencer a un estúpido y ellos, o lo son o les están financiando para que apoyen estas vagabunderías, razón por la cual significan exactamente lo mismo. Sin embargo, a aquellos que no se quieren “mojar” o que mantienen una postura tibia ante la situación venezolana, solo quiero decirles que la historia no es que se repita -como dice el dicho- sino que, al ser la gran lección de los pueblos, ocasiona que cuando no la hemos aprendido correctamente nuestro futuro suela rimar con nuestros peores momentos pasados. En la mayoría de los países iberoamericanos, desde España hasta Bolivia, cada vez más escucho cómo rima este marxismo ramplón y letal que nos comenzó a enfermar a los venezolanos en el 98 y no creímos que nos causara ningún mal porque no éramos Cuba.

Por ello, siendo que estoy escribiendo estas palabras exiliado en España, asqueado por la postura de buena parte de aquellos que pueden permitirse difundir ideas con alguna efectividad, espero que en unas décadas no cambie el sentido de dirección de la huida en el Atlántico. De ser así, confío en que no se arrepientan entonces de las ocasiones perdidas para haber apoyado la libertad de sus hermanos venezolanos cuando debieron actuar con gallardía y honorabilidad, y optaron, cobardemente, por permanecer inmóviles en sus zonas de tranquilidad..

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