José Manuel García Margallo cuenta una supuesta anécdota chulesca en la que alega haber puesto en su sitio al primer ministro de Israel.
Es importante recordar que Margallo fue durante décadas un subproducto político de una Unión Europea compuesta por demasiados funcionarios grises (con jugosos sobresueldos ‘made in Brussels’) cuyo ego y formas rancias rezumaban la soberbia y prepotencia de un perdonavidas.
Margallo convenció a su gran amigo Rajoy de nombrarle ministro de exteriores y una vez allí, falló de manera desastrosa en manejar la diplomacia pública frente al golpismo independentista catalán. Hoy se jacta de unos supuestos éxitos que sólo él puede ver. La evidencia más clara de la obesidad de su ego y su falta de sentido de la realidad y el estado fue el amistoso debate mediático que el jefe de la diplomacia española se sometió a tener sobre Cataluña con el sedicioso Oriol Junqueras ayudando así a los que siempre querían internacionalizar el conflicto y humillando a los españoles.
Margallo cuenta ‘su versión’ sobre sus relaciones con Israel en su nuevo libro, pero parece olvidar el episodio de intento unilateral de reconocimiento al estado palestino en el Congreso contraviniendo la política Europea que pactó con Trininad Jimenez y que fue parado gracias a la cordura en el Congreso de los diputados y en Moncloa de personas como Alfonso Alonso, Soraya Saenz de Santamaría o Jorge Moragas, que actuaron de contrapeso al añadir una serie de condicionantes que matizaron la posición española. Llevando a un ‘sobrado’ Margallo a amenazar a su amigo Rajoy de dimisión.
Todos los ministros del gabinete de Rajoy siguen vivos y seguro que muchos estarán dispuestos a testimoniar sobre las experiencias kafkianas de un gallo Margallo siempre está dispuesto a demostrar la enorme influencia de un ministro de exteriores sabelotodo que opinaba sobre cualquier tema bajo el sol.
Margallo intentó establecer un consulado español en Gaza como proyecto personal que, por presiones de sus homólogos europeos, fue abortado
Para la historia quedará también que Margallo fue el causante personal de los bloqueos a la importantísima Ley de nacionalidades para los descendientes de los Sefardíes de Junio 2015 en la que complicó su tramitación parlamentaria con condiciones adicionales para los solicitantes, actitud que quedó aún más en evidencia cuando Portugal sacara su ley mucho más fácil y sin plazos en el tiempo.
Su apoyo a legitimar a la teocracia terrorista y represora Iraní de tantas maneras (incluido el normalizador primer viaje del canciller del regimen chií a Madrid al asumir España su rol en el Consejo de Seguridad de la ONU y a pesar de la actividad terrorista del régimen de los ayatollahs que ya por entonces financiaba la semilla de lo que sería Podemos, bajo la sagaz inoperancia de ese ministro).
Margallo intentó establecer un consulado español en Gaza como proyecto personal que, por presiones de sus homólogos europeos, fue abortado.
Equiparar a víctimas y verdugos
Pero no acaba allí. Las vergonzosas equiparaciones constantes en los comunicados del MAEC entre víctimas y verdugos durante centenares de atentados cometidos por terroristas palestinos contra civiles Israelíes fueron parte intrínseca de su mandato.
También, la posición agresiva constante y negadora de la historia por parte del propio ministerio de exteriores en instituciones como la ONU o la UNESCO, negando los lazos históricos entre el pueblo Judío y la ciudad de Jerusalem. Todo ello hacen de el un negador de la historia. Su negación no viene de la ignorancia. Viene de la militancia.
Margallo es un verdadero antisionista que en realidad le tiene todo menos simpatía al pueblo judío.
Me consta que funcionarios de su entorno sufrían comentarios habituales al salir de las reuniones con instituciones judías españolas e internacionales en las que el jefe de la diplomacia de nuestro país les preguntaba sobre "¿cómo había ido con los judiitos?"
Sus años en el puesto no le dieron nunca tiempo de hacer una sola crítica a la maquinaria establecida por Podemos y la izquierda radical española, financiada por Irán y Venezuela.
Esa maquinaria de odio se materializó en los intentos constantes de discriminación por parte del movimiento radical BDS en España en la que los tribunales han demostrado en 56 ocasiones seguidas, sin fisuras judiciales, que los ayuntamientos españoles dominados por esa nueva izquierda, discriminaron de manera clara en sus plenos a judíos españoles e israelíes.
Margallo ha intentado deslegitimar a Israel. Demonizarla y tratarla con un doble rasero
Por último, me es importante atajar la rumorología que intentan alentar los enemigos de España e Israel sobre algunos de los objetivos de una minoría de golpistas en Cataluña: Israel, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, declaró claramente la no injerencia del estado judío en un tema español de carácter interno.
Ese principio reconocido de manera universal entre naciones es uno de los elementos básicos que rigen la diplomacia internacional. Ojalá España hubiera hecho algo en esas líneas en los retos que Israel mantiene rodeada de enemigos que le tienen jurada la destrucción desde hace más de 70 años.
Recordemos que el presidente Rivlin, que es al fin y al cabo el Jefe de Estado del Estado de Israel, en Octubre del 2017 en Madrid, declaró sin ambages el apoyo absoluto a España en la amenaza independentista en Cataluña, como país amigo y aliado.
Margallo ha intentado deslegitimar a Israel. Demonizarla y tratarla con un doble rasero. Todos trazos del moderno antisemita.
Margallo ha intentado debilitar la relación entre España e Israel y herir de muerte desde dentro la ley que vuelve a establecer un punto de encuentro único entre ambas naciones.
Sus últimas declaraciones sólo me recuerdan su habitual prepotencia y animadversión. Mal gallo tuvo España de ministro que no mereció nuestra gran nación.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación