Este martes, día 2, amanecimos con la noticia firmada por Miguel González, que el diario El País relega a la página 18, en la que daba cuenta del traslado de la Fuerza de Reacción estadounidense para África de la base de Morón de la Frontera, provincia de Sevilla, a la de Vicenza, en el norte de Italia. Fuentes españolas y estadounidenses a las que se alude sin identificar han coincidido atribuyendo la mudanza a medidas de reorganización interna del Pentágono y negando que la decisión tenga cualquier trasfondo político. No esperábamos menos. Pero ya sabemos que excusatio non petita, accusatio manifesta pero peor aún hubiera sido que, en línea con la declaración sorpresa de Donald Trump del 10 de diciembre de 2020 reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y respaldándole como aliado preferente los mudados de Morón hubieran pasado a tener su sede en la base de Kenitra en el Norte o en las de Tan Tan y Guerir Labuji en el Sur del reino alauita.
Recordemos que el 21 de mayo de 2021, después de ocho años de vigencia, vencía el convenio de defensa con Washington en el que se regula la presencia de las tropas estadounidenses en las bases de Rota (Cádiz) y Morón de la Frontera (Sevilla). Y el Gobierno de Pedro Sánchez dejaba pasar la fecha sin denunciarlo para que entrara en vigor una prórroga automática de un año que diera tiempo a la nueva Administración demócrata de Joe Biden a definir sus líneas políticas. Por esas fechas Miguel Gómez escribía en El País que la renegociación del convenio militar sería a lo largo de 2021 una importante baza para favorecer el equilibrio de unas relaciones bilaterales que España aspiraba a mejorar en el área comercial. Ya se ha visto en qué ha quedado semejante pronóstico con Sánchez absorbido como está en la tarea de pactar el respaldo de su socio de coalición sin tiempo para adentrarse en otras aventuras internacionales.
En junio, los Estados Unidos lideraron con Marruecos las maniobras African Lion que incluían también territorios de Túnez y Senegal y la participación de soldados del Reino Unido, Italia, Canadá y Países Bajos
Recordemos también que el departamento de Defensa de Estados Unidos ha elegido la costa atlántica de Marruecos para instalar el nuevo Mando de África (Africom), con el objetivo del control militar de ese continente y que el Pentágono, con el visto bueno del rey Mohamed VI, ha construido una gigantesca base militar cerca del Sáhara Occidental y frente a islas Canarias mientras Marruecos anuncia la construcción de una base naval en el Estrecho de Gibraltar. Y que en junio los Estados Unidos lideraron con Marruecos las maniobras African Lion que incluían también territorios de Túnez y Senegal y la participación de soldados del Reino Unido, Italia, Canadá y Países Bajos.
Washington había logrado en 2011 que la nueva prórroga del convenio militar con España tuviera una vigencia de ocho años para mejor garantizar la estabilidad jurídica del despliegue en la base naval de Rota de cuatro destructores de la clase Arleigh Burke, con 1.200 militares y 100 civiles. La prórroga se negociaba con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, penalizado todavía por haberse permanecido sentado al paso de la bandera norteamericana cuando todavía sólo era líder de la oposición, pero cuando la reforma del tratado entró en vigor, el 21 de mayo de 2013, ya estaba Mariano Rajoy en Moncloa. En cuanto a los destructores con base en Rota figuraban como una aportación al escudo antimisiles de la OTAN, pero en la práctica han realizado toda clase de misiones, incluido el ataque con misiles a una base del régimen sirio en represalia por su empleo de armas químicas.
Si el Gobierno de Sánchez mantenía la inercia mental de que la vertiente militar y de seguridad era la que más interesaba a Washington se diría que ahora, por el contrario, el mayor interés por la permanencia de la fuerza estadounidense en Rota y Morón es español. Veremos.
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