Opinión

Mbappé, al rescate de Macron

El presidente francés necesita incendiar el ambiente, la división en las calles y el miedo a la ultra, mega, extrema derecha y culparla de la crispación por sufrirla

Kylian Mbappé
Kylian Mbappé EFE

Cuando ya estábamos hartos de manifiestos de intelectualoides de izquierdas en defensa del sistema (de su abrevadero de privilegios) creyendo que son el centro del planeta, llega a nuestras vidas una versión menos pedante, igual de prepotente, más mediática, más indigna e hipócrita: el manifiesto de los millonarios deportistas franceses para movilizar el voto contra la «extrema derecha».

Desde que el partido de Marine Le Pen ganase en las elecciones europeas de forma abrumadora en todos los distritos electorales de Francia, salvo París, el país de la democracia liberal, de la guillotina igualitaria ha entrado en cólera para evitar que en las inminentes elecciones legislativas el pueblo vuelva a votar mal. Vote supervivencia, que vote lo que quiera. ¿Acaso se creyeron esos ilusos votantes de Agrupación Nacional y de Reconquista que la democracia y la diversidad les incluía a ellos? Sólo son palabras para ocultar con colorines que el régimen es la tiranía de unas élites que odian al pueblo, viven de los ciudadanos, y que hay una primacía de lo racializado o foráneo, considerando esto en sí mismo una virtud.

Macron está en las encuestas en mínimos históricos. Sus políticas de Agenda 2030 contra la agricultura, la industria, su joven amigo Attal de primer ministro, la inseguridad descontrolada y la inmigración subvencionada, por alguna razón inexplicable para esos deportistas millonarios que no viven en barrios multiculturales, no ha conseguido las simpatías de una clase media trabajadora asfixiada a impuestos en barrios islamizados, ni de unos jóvenes sin vivienda, sin seguridad en las calles y con un futuro en el frente del Donbás. ¿Creen que irán los jóvenes de Saint Denis a morir por la «democracia europea»?

"Ante una situación nunca vista"

Macron necesita incendiar el ambiente, la división en las calles y el miedo a la ultra, mega, extrema derecha y culparla de la crispación por sufrirla. Para ello, Macron ha llamado a la campaña a su protegido, su favorito Kylian Mbappé. El capitán de la selección francesa de fútbol, en su primera rueda de prensa en la Eurocopa, hizo un llamamiento especialmente a los jóvenes para que fueran a votar. En discurso, quizá redactado en el Elíseo tras ver una película sobre Winston Churchill: «Sabemos que es un momento crucial para la historia de Francia, un acontecimiento sin precedentes. Hay que tener claras las prioridades y aunque el fútbol es muy importante para todos nosotros, estamos en una situación nunca vista. Los extremos están a las puertas del poder. (Se refiere a Le Pen, pues Melenchon no está a punto de ganar nada). Creo que hay gente joven que no son conscientes de lo que pasa. Hago un llamamiento a que acudan a votar, es importante identificarnos con el país y que éste represente nuestros valores de diversidad, tolerancia y respeto». Una reformulación de la constitucional y revolucionaria fórmula de Liberté, Égalité y Fraternité, el lema (falso) de la Francia moderna. Ahora un lema falso de la posmodernidad. El país galo quiere ser líder de una Europa sin naciones, y la entrada de una nueva era necesita nuevos lemas y pensadores. De la Ilustración a la Eurocopa; de Rousseau y Robespierre a Kylian Mbappé. Quizá Francia no haya empeorado tanto.

El futbolista Marcus Thouram confesó que «cuando Le Pen ganó en las europeas todos estábamos conmocionados en el vestuario». Pobres. Jóvenes, muchos racializados y multimillonarios por ser deportistas de éxito. Mbappé viene a vivir a Madrid, a la urbanización privada exclusiva de lujo de La Finca, muy lejos de cualquier barrio de Madrid donde se sufren las políticas multiculturales, la falta de seguridad y violencia en la convivencia, que él llama 'diversidad'. Allí no existe la tolerancia ni el respeto a los vecinos, sino el crimen y la delincuencia.

Esta troupe de pensadores, sin haber terminado la educación básica, se atreve a lanzarnos un manifiesto para concienciarnos de su miedo a la extrema derecha

El salvador de Macron ha abierto la veda para todos esos deportistas que se han creído que pueden venir a sermonear a los ciudadanos humildes sobre problemas y políticas entre balón y balón. Esta troupe de pensadores, sin haber terminado la educación básica, se atreve a lanzarnos un manifiesto para concienciarnos de su miedo a la extrema derecha. Hay que tomar partido en la vida pública ante cuestiones importantes, repiten. Los mismos que se negaban a pronunciarse y se mantenían en silencio ante atentados islamistas en Francia. Cuando decapitaron al profesor Samuel Patty, callaron. Cuando descuartizaron a una niña rubita francesa en una maleta, callaron. Cuando se producen 64 violaciones de mujeres al día en Francia, callan. Cuando se suicidan 370 agricultores franceses al año por estar en la absoluta ruina por culpa del Gobierno, sus impuestos, regulaciones y costes, callan.

El circo de las falsedades

Esa panda de millonarios deportistas que viven entre Ferraris, Lambos, mansiones, guardaespaldas cuyo contacto con el pueblo es cuando les aclama como dioses en el circo de falsedades de la democracia, no tiene ningún miedo de volver a sus lujosas casas de noche, ni ellos ni sus hijas o novias. No tienen miedo de coger el transporte público. No tienen miedo de no llegar a fin de mes. No tienen miedo de que les okupen la vivienda. Estos bufones de las élites privilegiadas de la Agenda 2030, diversidad sí, pero pluralidad política no, de fronteras abiertas a la islamización, tienen miedo de que el chico de los Rothschild, Macron, abandone el poder y que ese pueblo que les aclama se atreva a votar algo que señala el problema con el que intentan sobrevivir al acudir al estadio de fútbol. Que el pueblo les conteste en las urnas.

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