“No hay que engañar a la gente nunca, la verdad siempre tiene que prevalecer, mentir es pecado”. Empezamos bien la mañana, con tan profunda reflexión de camino al trabajo. Esto debe ser una cita de Aristóteles, Santo Tomás, Kant, Hegel o el Papa. Todo va bien hasta que se conoce que quien ha dicho la frasecita no es alguien que puede pronunciarla sin pestañear, es decir, un escritor confesional, un catedrático de Filosofía Moral, un metafísico cristiano. Es preciso comprobarlo una, dos e incluso tres veces porque no se da crédito. Quien ha aireado la frasecita de marras es Isabel Rodríguez, ¿conocen?, la portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial.
Un detalle digno de aplauso por parte de la ministra Rodríguez es que se dedicara profesionalmente a su tierra ya fuera como directora general de Juventud y portavoz del Gobierno de la Junta de Castilla-La Mancha o como senadora y diputada por la circunscripción de Ciudad Real. Siempre trabajó en pro de su provincia. Sin embargo, ante la llamada del presidente Pedro Sánchez I el Magno, no tuvo más remedio que hacer la maleta, abandonar la alcaldía de Puertollano (y a sus vecinos) para venirse a Madrid para servir a su país, España.
La portavoz no hace otra cosa que continuar una larga tradición cultural que ha marcado el discurrir de Europa. Con su corte de pelo y sus ademanes a los Julie Andrews, Isabel Rodríguez García se afana en inculcar los mismos valores que sor María transmitió a los siete hijos del capitán von Trapp, con un empeño digno de atención. Cuando canta en medio del prado con la guitarra “Do es trato de varón, Re, selvático animal..." pretende transmitir esa idea, la de que mentir es pecado. Una almibarada estrategia para colgar los hábitos, matrimoniarse con el militar y adoptar, risueña y cantarina, a su numerosa prole, con un incómodo ruido de nazis como telón de fondo.
En la rueda del Consejo de Ministros de los martes, tiene que cambiar el registro de la recatada miss Andrews y ponerse a entonar, sin pestañeos, lo de “vamos a contar a mentiras, tralará”
Pocos saben que esa misma sor María era la mismísima Mary Poppins, quien antes transmitió esa pasión por la verdad a Michael y Jane Banks, hijos de un banquero y de una feminista, y a Bert el deshollinador. La consigna entonces fue Supercalifragilisticoexpialidoso, que debe traducirse por “no hay que engañar a la gente nunca”.
Es obvio que Rodríguez no ha nacido para faltar a la verdad. Y se nota cuando, en la rueda del Consejo de Ministros de los martes tiene que cambiar el registro de la recatada miss Andrews y ponerse a entonar, sin pestañeos, lo de “vamos a contar a mentiras, tralará”. Sin ánimo de menospreciar a nadie, la portavoz tiene aspecto de haber participado en el coro de su parroquia y haber entonado con entusiasmo estos recurrentes temas que se escuchan en la misa de doce.
Hay que ser muy valiente para anunciar que el Gabinete ha dado luz verde a lo que en Europa llaman whistleblower, una ley que protege a quienes denuncian hechos de corrupción política, bien sean empleados, subordinados, funcionarios, y mantener la afirmación de que esta actitud es 'una seña de identidad del Gobierno'. ¡La lucha contra la corrupción!. Por favor. Sánchez el Magno acaba de asegurar aquello de que Chaves y Griñán “no han sido condenados, ni siquiera acusados por haberse lucrado, por haberse llevado un céntimo de euro ni de haber financiado irregularmente a organizaciones políticas”.
Sánchez, ajeno de lo inconveniente de las mentiras, aseguró que esa ley es cosa de Yolanda, y que todos se lo debemos agradecer, en especial 'la clase media trabajadora', la muletilla de moda
Resulta irónico. La primera en decir lo de que “mentir es pecado” fue Yolanda Díaz a Macarena Olona en el Congreso de los Diputados la primavera pasada. Estaban ellas debatiendo sobre la Reforma Laboral, que es la misma del Gobierno de Rajoy a la que le retocaron dos pijadas. Sánchez, ajeno de lo inconveniente de las mentiras, aseguró que esa ley es cosa de Yolanda, y que todos se lo debemos agradecer, en especial 'la clase media trabajadora', el nuevo soniquete que inunda ahora los mensajes oficialistas del progreso.
Quizás se eche de menos alguna referencia a las gestas heroicas llevadas a cabo por Isabel Rodríguez en su Ministerio. Poco hay que contar ya que su labor en el departamento territorial que dirige resulta prácticamente inédito. ¿Ha hecho algo esta señora, en estos largos meses ministeriales, digno de mención? No parece. Lo más señalado de su currículum son las dos veces que dejó muditas a las compañeras de Gabinete de Podemos, a quienes les vetó el uso de la palabra y ellas, Belarra y Montero (I.) lejos de replicar como vigorosos feministas, se callaron cual damiselas sumisas de la película de Julie Andrews.
A este Gobierno hay que reconocerle que sigue con ciego afán el sendero de los engaños por el que deambulaba con enorme soltura Rodríguez Zapatero. "Nunca negociaré con ETA". Por suerte, tenemos una ministra y portavoz del Gobierno que habla del valor de la verdad y que puede cambiar el curso de la historia. Quod, est est quod, fuit et quod, futurum est grita el viejo aforismo latino, que viene a decir que la naturaleza de los gobiernos socialistas es la que es, mentira tras mentira, y que ya vendrán otros a solucionar el destrozo. La orquesta del Titanic sigue tocando.
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