En 1959 se celebra la Asamblea constituyente de Agropecuaria de Guissona, en principio una cooperativa avícola. Su crecimiento fue lento pero sostenido, aumentando actividades: cerdo, piensos, productos cárnicos… incluso en 1990 carburantes. Era una empresa de y para los payeses de la zona pero en 1994 deciden abrir tiendas propias en Guissona y Reus y vender directamente al consumidor sin intermediarios. En los siguientes años se expanden con franquicias, abren su primer restaurante buffet y su primera estación de servicio. En 1999 se funda Corporación Alimentaria Guissona S.A., entidad que agrupa toda la actividad industrial y comercial del Grupo. Las 74.992 acciones de la Corporación se distribuyeron entre más de 4.500 accionistas. La Cooperativa realiza las actividades de cría y engorde de ganado mediante sus socios. En 2002 las tiendas Área de Guissona pasan a llamarse bonÁrea y en 2004 lanzan sus primeros supermercados. La expansión de éstos es tan grande que desde 2018 abren fuera de Cataluña, llegando incluso a Madrid. Ya en 2019 superan las 500 tiendas. La firma bonÀrea Agrupa está actualmente formada por la Cooperativa de Guissona, la Caja Rural de Guissona, la Corporación Alimentaria Guissona, las Fundaciones Agropecuaria y "bonÀrea", Servicios Agropecuaria de Seguros y Serveis Médics Guissona.
Como se pude apreciar en este rápido recorrido histórico, esta empresa, aunque poco conocida fuera de Cataluña, es diferente al modelo de negocio del resto de supermercados de este país. Sin embargo, a pesar de que no parece entrar en lo que la gente de Podemos llama “saqueadores” y “especuladores” y “capitalistas salvajes y despiadados”, lo cierto es que la última vez que estuve en una de sus numerosas tiendas de Barcelona, comprobé que sus precios estaban al mismo nivel que en Eroski, Carrefour, Día... incluso me sorprendió que la leche de su marca blanca, que durante años había sido la más barata, ahora estaba más cara que la del Mercadona, la empresa (quizás por su popularidad, quizás por la personalidad de Juan Roig) más atacada por esa formación de ultraizquierda No resulta extraño que una cooperativa de ganaderos y agricultores tengan precios más caros que Mercadona, pero no porque sean más despiadados ni más capitalistas, es simplemente una cuestión de volumen de negocio: es más difícil competir con costes al alza si eres más pequeño.
¿Cómo es que Mercadona gana dinero? Por el volumen que mueve, porque cuenta con muchos puntos de venta que tienen éxito gracias a la democracia del consumidor, que elige comprar en ellos
No debería ser necesario explicar estas cosas, pero visto que todavía hay gente que cree las mentiras de determinados políticos, conviene aclarar ciertos conceptos: el beneficio de una empresa puede venir de que sus márgenes sean muy grandes, por supuesto, pero para nada es el caso de las grandes empresas de distribución alimentaria en España. Tanto en 2021 como en 2022, años en los que ha habido subidas de precios de venta al público, el margen de beneficio de Mercadona se ha reducido. Y otras empresas del sector con precios similares, como Día, han tenido pérdidas. ¿Cómo es que Mercadona gana dinero? Por el volumen que mueve, porque cuenta con muchos puntos de venta que tienen éxito gracias a la democracia del consumidor, que elige comprar en ellos. Pero no porque se haya aprovechado de la subida generalizada. Tampoco lo ha hecho la cooperativa bonÁrea, nada sospechosa de ''capitalismo salvaje', simplemente ambas suben los precios porque los productos son más caros en origen y su transporte, el salario de sus empleados, la factura de la luz de los almacenes y las tiendas etc. etc. han elevado sus costes. Hasta el ministro Luis Planas ha tenido que reconocerlo y declaró esta semana: “Los supermercados no se están forrando”, dejando por mentirosa a la vicepresidenta Yolanda Díaz.
Siguen compitiendo, como en los años en los que la inflación era mínima, en igualdad de condiciones, intentando convencer a los clientes por sus precios y su calidad
Si algo bueno tiene la economía de mercado es la libre competencia. En España se cuenta con muchos puntos de venta de una enorme variedad de cadenas, tanto nacionales como extranjeras. Si alguna pusiera unos precios desorbitados sin aumentar la calidad, simplemente dejaríamos de comprar en ella. Es de cajón. Yo vivo desde hace más de un año en un pueblo, y a pesar de ello, tengo muy cerca tanto un Carrefour como un Mercadona, y si ando unos minutos, tengo un Día, un Lidl, un Aldi y algún supermercado más local. A ninguno se le ha ocurrido, por la cuenta que le trae, poner unos precios muy alejados de la media en productos de consumo habitual porque si lo hicieran, los consumidores elegiríamos otra tienda. En cualquier caso, si esa teoría de que 'se están forrando' resultara cierta, al presentar sus cuentas de 2022 habríamos detectado un aumento de sus márgenes de beneficio que no se han dado. Por lo tanto, siguen compitiendo, como en los años en los que la inflación era mínima, en igualdad de condiciones, intentando convencer a los clientes por sus precios y su calidad, buscando su propio beneficio (como cualquiera) y beneficiándose ,los más grandes como Mercadona, de su mayor volumen de transacciones para obtener mayores ingresos.
Lo que demuestran las cifras es que no se han aprovechado de la inflación general para aumentar sus márgenes, ni aquellas cuyos dueños son payeses, ni las que cotizan en bolsa, ni las que tienen como propietarios a los miembros de una familia. Más bien al contrario. Para poder seguir compitiendo han procurado ajustarlos. Y hay datos que lo corroboran, incluso en el extranjero, ya que esta semana hemos conocido los resultados de Wall Mart, la cadena minorista estadounidense, y han decepcionado por eso mismo. Y es evidente que, como consumidor, si me irrita el precio de una docena de huevos, mi primer impulso es echar la culpa al punto de venta. Lo cierto es que el coste en origen, como todo el proceso para colocar ese producto en la estantería (incluidos los salarios), explica mejor el precio final que el “capitalismo salvaje” del que hablan los portavoces morados del Gobierno.
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