Hace unos días un par de veinteañeras ocuparon varios titulares en prensa por lanzar sopa de tomate al cuadro de los girasoles de Van Gogh, en la National Gallery de Londres. Si lo lees como te lo he contado yo, seguramente pienses que es una gamberrada además de una imbecilidad por parte de dos descerebradas. Si lees los titulares, la cosa cambia mucho.
Para los medios no son dos chavalas que acaban de superar esa complicada edad en la que uno está más pendiente de su acné que de otra cosa. La prensa nos las ha presentado como dos activistas ecologistas.
Una escena similar vivimos hace unos meses con un tartazo directo a la cara de la Mona Lisa, en el museo del Louvre.
A estos muchachos, tan implicados y preocupados por el cambio climático, no se les ocurre otra cosa que atacar el arte para protestar porque los gobiernos no hacen lo que a ellos les gustaría y porque somos todos muy malos, que seguimos comiendo filetes y vamos a acabar con el planeta.
Lo mires por donde lo mires era un plan sin fisuras: abro un par de latas en el museo y lanzo sopa de tomate sobre un cuadro que está protegido con un cristal. Al cuadro no le pasa nada, pero el marco me lo cargo, ya comprarán otro, que se hacen con madera y hay muchos árboles para hacer marcos. Muy ecologista todo. Además, como si fuera poco tal acto de rebeldía porque mucha gente no va a poder calentar la sopa de tomate este invierno “por culpa del cambio climático”, después me unto las manos con cola y las pego a la pared, mientras grito: “¿Qué vale más, el arte o la vida?”.
A Van Gogh le gustaban las tonalidades cálidas en naranja, dorado y amarillo, menos mal que no puede ver el hombre que habéis intentado cubrirlo con rojo
Estas muchachas no han visto ni un episodio de Bricomanía: la cola de carpintero va bien para pegar madera con madera, no para pegar piel con pared. Pero no le vamos a pedir conocimientos de bricolaje a unas crías que para defender a la humanidad deciden atacar lo único bello y puro que esta ha creado: el arte.
Porque mira que hay cosas a las que puedes lanzar sopa de tomate sin parecer idiota perdido, pues no, eliges una con la que confirmas que muy listo no eres y que en el fondo te importan un carajo los logros de nuestra civilización. Además que a Van Gogh le gustaba pintar sus cuadros con tonalidades cálidas en naranja, dorado y amarillo, menos mal que no puede ver el hombre que habéis intentado cubrir con rojo uno de sus cuadros, que era muy tiquismiquis con sus cosas.
Oye, que están talando árboles en el Amazonas, pues vamos a derramar pisto manchego sobre la gran pirámide de Guiza, que verás que bien.
Con lo mal que sale el tomate de la ropa. Cómo se nota que a estas chicas les lava la ropa mamá. “Briconsejo” para las veinteañeras con el pelo teñido de rosa que quieren protestar muy fuertecito porque los gobiernos son muy malos: el tomate en ropa blanca no sale ni con el oxiaction ese de los anuncios ni con la lejía del futuro, que sigue siendo lejía de toda la vida, solo que te la vende una muchacha con el pelo azul. Y la mostaza en ropa de color decolora.
Una obra de arte, conservada a través de los siglos, que ha recogido las miradas de millones de personas y recibido millones de emociones diferentes, acaba ridiculizada con sopa de tomate
Supongo que estas dos ya se habrán enterado al llegar a casa tras su detención y el papeleo:
-Hola mami, ya me han soltado
-Pero hija, ¿qué has hecho esta vez?
-Pues protesté porque el gas está muy caro, debido al cambio climático, por supuesto, lanzando sopa de tomate sobre un cuadro de Van Gogh. Y luego me eché cola en las manos.
-¡La que has liado! ¡Sopa de tomate y cola! ¡Si te has puesto perdida! Y claro, a ver cómo lavo yo ahora eso. Eso no sale con nada. La ropa para tirar. Con lo que nos costó comprarte esa puñetera sudadera con capucha que se te había antojado… Ni dos protestas te ha durado.
Y aquí quería yo llegar porque, parodias aparte, no soy capaz de imaginar a los padres de esas muchachas. ¿Pero qué diantres les habéis hecho a vuestros hijos para que sean idiotas perdidos? Es más, ¿no veis lo que le estáis haciendo al mundo a través de unos hijos lerdos?
Atacar el arte. Atacar el reflejo de lo que un hombre siente, de una idea, de su sensibilidad, de su manera de ver el mundo, expresado desde su talento y con una única finalidad estética, por lo general, buscando la belleza, conmover o no, pero remover algo dentro de otro ser humano cuando lo contempla. Una obra de arte, conservada a través de los siglos, que ha recogido las miradas de millones de personas y recibido millones de emociones diferentes, acaba ridiculizada con sopa de tomate cayendo sobre el cristal que la guarda.
Porque la pregunta de estos supuestos activistas está equivocada, la cuestión es: qué importa más, el arte o tus ideas. Y me temo que, si tus ideas son atacar y dañar, incluso algo tan valioso, eterno y sensible como el arte, para defender unas ideas que nada tienen que ver con él, vale mucho más el arte. Y hasta una hormiga vale más, si me apuras.
Lo único que saco en claro de todo esto es que nos habéis dejado una generación de veinteañeros ignorantes, incultos, que ni siquiera tiene idea realmente de lo que es e implica ser ecologista. Pero estos chicos son utilizados convenientemente por la plataforma patatín o la plataforma patatón, que llena sus bolsillos con subvenciones, paguitas varias y donaciones, con las que unos cuantos deben de vivir divinamente, mientras tu hija se tiñe el pelo como si fuera un poni de dibujos animados y va acumulando antecedentes policiales por daños criminales y violación de la propiedad. Mal futuro les auguro, porque lo van a tener difícil para encontrar un trabajo, aunque sea de cajera en un supermercado. Igual tienen futuro como ministras en algún ministerio inventado y absurdo.
Como padres, no es para sentirse orgullosos. Pero mañana le compras otro videojuego para que no te dé la murga, que llegas cansado de trabajar.
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