Tengo a José Manuel Garcia-Margallo como uno de los pocos personajes públicos a los que merece la pena escuchar. Habla mucho, pero generalmente sabe lo que dice, cosa que no es habitual en estos tiempos en los que los bocazas de tertulia acaparan tanta atención. El exministro de Exteriores asistió el viernes al nuevo programa de RTVE que pretende elegir al mejor español de la Historia y surgió el debate sobre Hernán Cortés. “Era un asesino impresionante. Villano, villano… muy villano”, dijo Mercedes Milá al respecto, con su habitual mezcla de altanería y flojera neuronal.
No fue mucho más avispado Santiago Segura, que afirmó, al hilo de la conversación: “Imagínate que hubieran votado los aztecas (como mejor español de la Historia)”. Por si faltara un tópico facilón más, Silvia Intxaurrondo -la presentadora- añadió: “No son pocas las 200 toneladas de oro que se llevaron los españoles de México”. Mientras tanto, García-Margallo se esforzaba en despejar esas mentes de polvo y paja con datos y argumentos. Ciertamente, con un éxito escaso, ante la dificultad que entraña esa tarea. Había cinco personas en el plató. Cualquier votación hubiese quedado 4 a 1. Tenemos un problema. Son mayoría absoluta. No hablo de ideologías.
Comento con un profesor de instituto la jugada y se las ingenia para enviar un suspiro desesperado a través de WhatsApp. Lo percibo perfectamente. Hasta huelo su aliento. Reconoce su indignación porque los libros de texto que están disponibles para este curso son una auténtica calamidad. Los hechos históricos fundamentales, los grandes episodios, quedan orillados en sus páginas por las pírricas hazañas de personajes de talla muy escasa. En buena parte, mujeres a las que los autores pretenden destacar por encima de algunos de los que activaron las principales palancas del cambio en los diferentes períodos, desde la antigüedad hasta la era contemporánea.
Podría decirse que en la educación pública del futuro no sería extraño que se concediera más importancia a Mercedes Milá por su contribución al desarrollo de la televisión patria que a Hernán Cortés, que a fin de cuentas es uno de esos machirulos genocidas que nos avergüenzan.
Lo peor está por llegar, pero la decadencia ya está aquí y es imparable
Lo peor está por llegar, pero la decadencia ya está aquí y es imparable. Los alumnos de primero de la ESO que estudien con el manual de Anaya disponen de una generosa información sobre Mirah Shihadeh, una grafitera palestina que vive y pinta en El Cairo, y cuya obra está centrada en las “mujeres poderosas y luchadoras”. En ese mismo libro, la historia política de Egipto se despacha en unos pocos párrafos. Tres mil años resumidos de forma absurda.
A Alejandro Magno se le dedican dos párrafos. La extensión es más o menos similar a la que ocupa una ONG fundada en 2015 con el nombre AMURTEL, que se dedica a la atención de mujeres refugiadas embarazadas. Sobra decir que Greta Thunberg también aparece en el libro, en el que se concede al ecologismo una importancia histórica que no tiene, para variar.
El resultado es tan rocambolesco que se obvia a Hipócrates mientras se dedica una reseña abundante a Agnodice, “médica del siglo IV A.C especializada en ginecología. Todo sucedió en la época helenística, a la que se concede menos espacio que a la arqueóloga irlandesa Hilda Petrie. ¿Y quién coño era Arquímides? ¿Y Pitágoras? ¿Se manifestaban el 8-M?
Esta deformación no es casual. Es todo un ejercicio de revisionismo histórico que pretende tatuar en el subconsciente de las nuevas generaciones una versión de la historia ridícula, en la que se prioriza a personajes irrelevantes, pero útiles para la causa, sobre las grandes luminarias de la Humanidad. Mientras eso ocurre, en la televisión pública se incluye a Mercedes Milá entre los candidatos al “mejor español de la Historia” mientras se obvia a Felipe II. Y la Milá, cuyos mayores éxitos han sido presentar Gran Hermano y arrimar a su escote la cabeza de un concursante -además de bramar y expectorar en los platós-, se permite el lujo de cuestionar a Hernán Cortés con una erudición similar a la de cualquier descerebrado del sindicato de estudiantes.
El citado programa hizo un 6,8% de audiencia. Por fortuna, no fueron muchos quienes vieron La 1 en ese momento. No obstante, puede decirse que RTVE ha cumplido con uno de sus objetivos al transmitirlo. Lo coproduce The Pool, que es la empresa audiovisual que realizó junto con Secuoya el documental de Pedro Sánchez. Su presidente es accionista de Prisa, dueña de otra de las editoriales que manufactura manuales de texto igualitarios y eco-justos. Es difícil escapar de todo eso. Manejan el discurso y el relato… y les va muy bien. Así que Hernán Cortés es un villano y la Milá, una heroína. Tres hurras por RTVE.
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