Opinión

Un mes en mínimos históricos hace presagiar un 2023 cuesta arriba para las televisiones

Todos los grupos privados de televisión en abierto perdieron cuota de pantalla en noviembre, lo que ilustra sobre la crisis que vive el sector

La tendencia se advierte desde hace un buen tiempo, pero el último informe de audiencias de Barlovento Comunicación la resume de una forma más tajante que nunca en un titular: “Noviembre fue el mes de menor consumo televisivo de la historia”. Por alguna razón -o por varias- los españoles cada vez pasan menos tiempo frente a la televisión en abierto y eso ha provocado que las comparativas de datos interanuales se representen en rojo en los documentos que miden la salud de este medio de comunicación.

Atresmedia y Mediaset son dos grupos muy rentables, pero su negocio no es tan boyante como hace unos años... porque, en realidad, la televisión tampoco goza de la misma salud. Su deterioro no es ni mucho menos tan profundo como el de los formatos impresos, pero los datos invitan a pensar que los días de vino y rosas que vivió el sector antes de la crisis de 2008 -y en menor medida tras la recuperación de 2015- será difícil que vuelvan.

El principal fenómeno televisivo del año es la caída de Telecinco, que tras ejercer un reinado audiovisual largo y muy rentable ha comenzado a caminar por una cuesta descendente que es difícil vaticinar cuándo terminará y dónde le conducirá. Durante el último año, su audiencia ha caído en 2,5 puntos... y en televisión cada punto tiene mucho valor. Por establecer una comparativa, se puede decir que son como los grados de la Escala de Richter. La magnitud del seísmo aumenta de forma exponencial entre grado y grado. Un punto es mucho. Es oro.

El descenso de 'la cadena amiga' ha propiciado que Antena 3 fortalezca su liderato dentro de la TDT. En noviembre, registró el 14,3% de la cuota de pantalla, es decir, 2,8 puntos más que Telecinco. Eso sí, su audiencia descendió 1 décima con respecto al pasado noviembre y la del Grupo Atresmedia, el 0,9%. La de Mediaset se hundió el 2,2%.

La 1 de RTVE logró su mejor noviembre en cinco años (10,2%, con +0,8 puntos), pero, eso sí, gracias a que dispara con pólvora de rey. Su Consejo de Administración decidió hace unos meses que era una buena idea el invertir 38,7 millones de euros en los derechos de retransmisión -sin exclusividad- de una veintena de partidos del Mundial de Catar. Y eso, junto a apuestas seguras, como MasterChef Celebrity -la edición menos vista-, impulsó su dato de audiencia.

El golpe de la televisión privada

Hay un dato especialmente ilustrativo: todos los grupos privados de televisión en abierto perdieron cuota de pantalla en noviembre, mientras que los canales temáticos de pago consiguieron el mejor resultado de su historia en el undécimo mes del año, con un share conjunto de 10,5 puntos. Entre otras cosas, porque Gol Mundial -de Roures- obtuvo una cuota del 0,8%.

Mientras esto ocurre -y en plena crisis de Movistar-, los usuarios de las plataformas en streaming se cuentan por millones. Hay analistas en el mercado que dudan de la rentabilidad de estas compañías a medio plazo y, de hecho, decisiones como la de introducir publicidad en Netflix hacen sospechar a este respecto. Pero lo cierto es que han robado una parte de la audiencia a las televisiones comerciales, al igual que los YouTube, Instagram, TikTok o Facebook se han llevado a una parte de sus anunciantes.

Entre enero y septiembre, la publicidad en la televisión convencional cayó el 6,5%, frente al 0,2% que registró el conjunto de los medios de comunicación, según la consultora i2p. Su recaudación total en estos nueve meses fue de 1.143 millones de euros.

En el total de 2021, su facturación publicitaria total fue de 1.840 millones. En 2007, antes de que estallara la gran recesión, ese dato alcanzó los 3.538 millones. Poco más que decir.

Los españoles todavía pasan 196 minutos al día delante de los canales de la TDT, pero ese dato es muy inferior al de hace unos años. Sólo en los últimos doce meses, el consumo ha caído en 16 minutos, lo que representa un descenso del 8%.

El público más fiel lo conforma la tercera edad, con 354 minutos al día de exposición (-7%). El más despegado es el que tiene entre 13 y 24 años, que sólo ve la televisión durante 67 minutos al día. Eso no significa que no mire más pantallas. Al contrario. Lo que ocurre es que prefiere otras, como la de su dispositivo móvil. Ahí se explica el drama de la TDT.

La televisión es cara

Lo peor es que este medio de comunicación es caro. La televisión de masas implica la asunción de unos costes fijos y de producción muy elevados, lo que hace insostenible las buenas parrillas de programación con la reducción progresiva de los ingresos publicitarios.

En este sentido, merece la pena fijar la mirada en la partida de aprovisionamientos de las principales compañías de televisión para saber lo que gastan en la emisión de sus programas de producción propia, en la compra de derechos y en usos derivados. La de Atresmedia ascendía a finales de 2021 a 358 millones de euros. Es decir, un dato significativamente mayor que el de hace una década (333 millones), lo que deja claro que el liderato de Antena 3 y del grupo ha estado precedido de un gran esfuerzo económico.

El de Mediaset fue de 198,6 millones (256,8 en 2011). Conviene reiterar lo anterior: hacer televisión es muy costoso.

Los editores de prensa escrita redujeron sus redacciones y sus tiradas, ajustaron costes lo máximo posible y apostaron por la vía digital para mantener sus negocios a flote. Pero, claro, realizar el periódico más leído de España es mucho más barato que configurar la televisión más vista.

Está por ver lo que ocurrirá en el futuro con estas empresas, pero, de momento, los inversores no son muy optimistas al respecto. En los últimos cinco años, la acción de Atresmedia se ha depreciado el 65%, mientras que la de Mediaset España, el 67,8%. La tendencia es evidente.

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