Cada vez resulta más notorio que Sánchez no quiere sino refugiarse en su particular metaverso, compuesto por escenas, espacios e historias virtuales que se generan y desarrollan intramuros del palacio presidencial que ocupa, mundo de ficción en el que reina un súper héroe capaz de resistir, resistir y resistir. Todo lo que sucede y todos los que se mueven fuera del reseñado metaverso en el que se mueve, le estorban, estorban y estorban.
Le estorba la oposición porque cumpliendo con la costumbre de toda oposición -aquí y Tombuctú- suele oponerse a sus decisiones y proyectos, y porque cumpliendo con su deber se dedica a vigilar y controlar su acción de gobierno. Qué cómodo resultaría la inexistencia de la oposición ¿verdad? Bueno, o que estuviera tan domesticada como él quisiera.
Le estorban los medios de comunicación porque cumpliendo con su obligación -en Tombuctú y aquí- se dedican a preguntar, informar, criticar y lo que es aún peor, a investigar. Qué felicidad si no existieran los medios ¿verdad? Bueno, o que existieran unos sí y otros no.
Le estorba el Banco de España porque cumpliendo con sus competencias legales, realiza el seguimiento de la economía española, analiza el comportamiento de las variables macroeconómicas y realiza previsiones, en general discordancia con lo analizado y previsto por Nadia Calviño. Qué estupendo sería la ausencia del Banco ¿Verdad? Bueno, o que lo dirigiera Tezanos.
Le estorba el Instituto Nacional de Estadística porque cumpliendo con sus facultades normativas proporciona unos datos del crecimiento del PIB inferiores a los que desearía la citada Calviño. Qué magnífico sería suprimir el INE ¿Verdad? Bueno, o que también lo dirigiera Tezanos.
Que estupendo sería suprimir la judicatura ¿Verdad? Bueno, o poner un Gobierno del Poder Judicial que si las atendiera
Le estorban los analistas independientes que han descubierto que las cifras de empleo están debidamente cocinadas por Yolanda Díaz, resultando su comparación temporal completamente desvirtuada al haberse multiplicado por cinco el número de contratos fijos-discontinuos que se suscriben tras la contra reforma laboral realizada por la rutilante escuchante. Que guay si no hubiera analistas ¿Verdad? Bueno, o solo “los de cámara”.
Le estorban los jueces porque cumpliendo con su compromiso de independencia no resuelven los asuntos que gestionan de manera independiente sin atender a las necesidades de Moncloa. Que estupendo sería suprimir la judicatura ¿Verdad? Bueno, o poner un Gobierno del Poder Judicial que si las atendiera.
El problema de Sanchezman es que no puede cambiar la realidad por el mundo virtual fabricado en su metaverso. Es algo que está fuera del alcance incluso de los superhéroes de cualquier escenario de ficción. Por ello, día a día tiene que desayunarse los sapos que para él representan el quehacer de la oposición, de los medios de comunicación -no todos-, de los analistas, de los jueces, y de los órganos del Estado a los que no puede imponer su credo virtual. Y eso le estorba, le estorba y le estorba. Pero ahora también le estorban otros agentes que se mueven fuera de las fronteras españolas. Le estorbó el monarca marroquí que, vete a saber con qué armas, le obligó a rendir la posición del Sáhara que España defendía desde hace más de medio siglo. Le estorba el Gobierno de Argelia que ha reaccionado ante la reseñada rendición poniendo en peligro las condiciones de obtención futura del gas que necesita España. Le estorba la OCDE que ha desnudado las previsiones económicas de Nadia Calviño. Le estorba el Banco Central Europeo que ha anunciado el fin de la compra sin límites de la deuda pública española que genera el propio Gobierno de Sánchez. Le estorban los mercados internacionales que confían cada vez menos en la fiabilidad de su Gobierno y han aumentado significativamente la prima de riesgo-país aplicada a España. Le estorba Joe Biden que le ningunea en cada ocasión en la que es posible hacerlo.
Y ante tanto estorbo, estorbo y estorbo, Sanchezman se refugia crecientemente en su metaverso alimentado por los redondos otrora, por los bolaños ahora, ese en el que un super héroe resiste, resiste y resiste pasando triunfante las sucesivas pantallas, una tras otra, que aparecen en su portátil. Solo hay un problema y es que los cuarenta y siete millones de semejantes de Sanchezman que residimos en España tenemos que enfrentarnos a diario a una realidad cuyos parámetros difieran radicalmente de la virtualidad en la que él vive.
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