Opinión

Mientras Feijóo se enreda con el Falcon

Lo fundamental es que no pique el cebo que le pone la mano nerviosa de quien ve cómo se le agota el tiempo

¿Qué nos está pasando para que estemos solemnizando lo obvio? ¿Qué, para hacer noticia de lo que en un mundo normal nunca lo sería? ¿Qué, para que lo retórico forme parte de la actualidad con grandes alardes en los titulares? Un profesor en la facultad de Ciencia de la Información me rechazó un trabajo porque comenzaba con una pregunta, pero yo hoy no lo he podido evitar hacerlo asó al leer la última sandez de Alberto Núñez Feijóo. Del político gallego uno espera análisis y reflexiones, con fundamento o no, que eso es lo que hacen las personas serias que huyen del populismo y lo hueco. Y, sin embargo, parece como si hubiera tomado ya el pulso a la prensa de Madrid, a veces más de provincias que la que así llaman en la capital. Lo queramos o no, Madrid es una provincia, y su prensa en algunos momentos es eso, de provincias, es decir, paleta, escasa, poco trabajada y sin músculo.

Esto creo que es lo que Feijóo ya sabe en el poco tiempo que tiene despacho en la calle Génova, y por eso ha descubierto como se mueve, especialmente en verano, el periodismo más satisfecho cuando coloca a la altura de noticia lo que en su origen es simplemente una estupidez. Hoy da un no se qué reparar en que es lo que merece categoría de noticiable. Y da también un poco de pena la forma en que los periodistas hemos terminado por asumir la propaganda y el pensamiento vacío como si fueran noticias. Que Pedro Sánchez, un intoxicador de libro además de mentiroso, se permita calificar de intoxicadora a la prensa que habla de futuros cambios en su Gobierno, da una idea del pusilánime y voluntariosa que es.

Un cebo con alas

Feijóo, que cada vez se ve más cerca del palacio de La Moncloa, anuncia que si llega a ser presidente no utilizará el Falcon para actos del PP. Sí, ya sé que lo obvio enfatiza el desastre que Sánchez ha montado con el avión presidencial y sus caprichosas rutas aéreas, pero eso no justifica que nos recuerde lo obvio, lo evidente, lo que se espera de un político honrado. Uno cree, aunque muy ingenuamente por lo que parece, que los que mandan distinguen bien entre lo público y lo privado. Que no sea así, no hace para que Feijóo diga que se prepara para hacer lo que se espera, lo que no merece discusión ni debate, que los medios del Estado los puede utilizar el presidente cuando actúa como presidente, pero no como secretario general de su partido.

Sánchez, un político que ha hecho de la marrullería asignatura obligatoria, no usa el Falcon en beneficio particular o del partido. Sucede que siempre que va a utilizar el avión irregularmente le ponen el mismo día un acto oficial. Y ya está legalizado lo que a todas luces es una flamante ilegalidad. Lo de Feijóo es como si nos dijera que está dispuesto a no robar, a cumplir la ley y a no esperar a sus adversarios y hubiera un periódico que colocara toda esta sarta de obviedades en portada.

La añagaza del CGPJ

He conocido políticos convencidos de que su trabajo consistía en hacer felices a los españoles. Los he conocido de una forma en la oposición y de otra en el Gobierno. Por lo general todos cumplen con la misma máxima: haz lo que digo y no lo que hago. Y por eso uno, si espera algo del político que pretende gobernar España es honradez y seriedad. Y, sobre todo, que esté convencido que no ha sido llamado a gobernar un rebaño de ovejas. Son tan pocas las veces que tratan a los españoles como adultos y seres pensantes que, cuando ocurre, dan ganas de votar al político que como tal se comporta sea del partido que sea. Que no robe, que no mienta, que no indulte a los delincuentes, y que se olvide de procurar nuestra felicidad. Ya ven, pide uno lo obvio, y con ese argumento nace esta columna. Y así una semana y otra.

El Falcon es el argumento que Sánchez y sus sanchopanzas de Ferraz ponen en bandeja para que Feijóo pique. Y pica. Si es verdad, como le he escuchado en varias ocasiones, que la gente le pregunta por el precio de la sandía más que por la renovación del Poder Judicial, entonces parece está actuando al revés. El papelito que Bolaños ha filtrado a la prensa amiga le compromete lo justo. Él verá si se enreda con la tan traída renovación del CGPJ y permite el asalto a ese órgano vital y la consiguiente llegada de Conde Pumpido al Constitucional mientras las encuestas anuncian que cada vez hay más españoles dispuestas a cambiar la papeleta socialista por la del PP. El político gallego, que tiene espíritu de zahorí, busca y busca, pero no encuentra lo que necesita, y esperar ya no es una estrategia. No sólo se enreda con el avión de marras, además se declara partidario del indultar a Griñán si el PSOE pide perdón, que, miren por dónde, es mostrarse partidario de que la ley no se cumpla. Pero el PSOE no pedirá perdón, algo que no cabe allí donde reside la soberbia. Así de claro.

El Gobierno ataca en tromba

Con un presidente del PP tan comprensivo y tolerante con los que delinquen, más una orquesta de vociferantes socialistas afirmando que la sentencia del Supremo es injusta se van haciendo las portadas de los diarios durante estas vacaciones que ya tocan a su final. La consigna ahora es demonizar a Feijóo, y hasta la ministra Calviño, la ministra que dijo eso de que la inflación sería pasajera, se pone importante y faltona, que es algo que ni le pega ni se le cree. No es Falcon, no. Es salir a comerse al presidente del PP en tromba para esconder el desastre en que se encuentra España. No es el Falcon, no. Mientras estamos en eso un fontanero de la calle Ferraz al que llaman Cerdán califica de injusta -in-jus-ta- la sentencia del Supremo que mete a la cárcel a Griñán.

Feijóo aguanta. No le queda otra, pero la intoxicación se va a cebar en él en los próximos meses. Lo sabe. Todo vale desde el sanchismo para darle la vuelta a la situación. En el camino aparecerán cerdanes con ganas de morder. Feijóo es un veterano de la política, tiene sesenta años y un brillante historial político. Lo fundamental es que no pique el cebo que le pone la mano nerviosa de quien ve cómo se le acaba el tiempo. Con no olvidar, con recordar cómo está España y quien es responsable de la situación será suficiente. Y para eso no hace falta gritar. Sánchez quiere una renovación del CGPJ con una mayoría que le sea partidaria y que le permita validar los desatinos que tiene pendientes en diferentes estancias judiciales. Cierto, esa renovación es muy importante porque, de cómo se haga, puede garantizar la impunidad de este Gobierno. Llegados a este punto, con el diez por ciento de inflación y con millones de familias cada vez más endeudadas y con serias dificultades para llegar a final de mes, lo único importante es el precio de la sandía. El resto puede esperar.

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