Hay muchas personas para las que estas fechas son un martirio. Incluso quienes las afrontamos con buen ánimo podemos vernos, entre polvorón y mazapán, arrastrados al lado oscuro. Porque ¿qué adulto no tiene cicatrices que empiecen a picar con el primer villancico? “La Navidad es para los niños”, suele decir mi madre. Y tiene razón. La Navidad es, sobre todo, para los inocentes que creen en los Reyes Magos, en Papá Noel y en la justicia divina: si te portas bien, serás recompensado.
Sin embargo, para el Ministerio de Igualdad estas fiestas sólo son una oportunidad para colarnos, una vez más, su cansino mensaje de odio. Por eso la señora ministra —siempre preocupada por la felicidad de sus súbditos y atenta al sufrimiento que estos días suponen para muchos— ha encargado una campaña navideña en la que alienta a las mujeres a vengarse de sus seres queridos. He aquí el el vídeo:
Aunque todos sus anuncios hablan de una España que no existe y este parece una precuela de Cuéntame, hoy dejaré de lado el atrezo, lo anacrónico y lo ficcional y me centraré en lo mollar. En lo que cualquiera con dos dedos de frente puede ver; esto es: que si el marido y los hijos de Charo no ayudan es porque Charo los ha educado para que sean así. Si lo sabré yo, que durante muchos años he sido el padre y la madre de la familia. Cuando mis hijos eran adolescentes y terminábamos de comer, me iba de la mesa sin quitar un tenedor y me tumbaba en el sofá a dar una cabezada. Cuando me levantaba para volver a trabajar, me encontraba la cocina recogida. “¡Qué suerte!”, solían decirme los otros adultos. Pero no, no era cuestión de suerte, sino de dedicar tiempo y energía a entrenar a mis hijos para la vida, a que entendieran que todos íbamos en el mismo barco y que ellos formaban parte de la tripulación. Y si yo, que estaba sola, pude educar a mis hijos; Charo, también. No, por mucho que Charo esté “un poquito hasta el coño” —Ione Belarra dixit—, no es una víctima de su marido y sus hijos, sino la culpable de que no muevan un dedo.
Me habría gustado un mensaje más conciliador, en el que viéramos a los hombres arrimando el hombro, involucrándose de buen rollo con Charo en la maquinaria navideña
Pero es lógico que PAM, nuestra inefable secretaria de Estado de Igualdad y para la violencia de género, no entienda nada de esto, pues su mundo de soltera bisexual empieza y acaba en ella. A fin de cuentas, y a pesar de sus 33 añazos y los casi 120.000 euros que cobra, sigue siendo una chica de instituto que explica sus campañas de ingeniería social recurriendo a frases como “cuando tu madre te dice no te portes de esta manera”. La ministra, sin embargo, tiene tres hijos; imagino que ella sí experimenta el amor incondicional que se siente por ellos y que participa de la alegría de reunir a los vástagos alrededor de una misma mesa. Ella tendría que saber que, ya seas hombre o mujer, cocinar para la familia es un acto de amor. Por eso me habría gustado un mensaje más conciliador, en el que viéramos a los hombres arrimando el hombro, involucrándose de buen rollo con Charo en la maquinaria navideña. Divirtiéndose.
Pero el Ministerio de Igualdad odia la felicidad y el amor y no quiere que las familias se diviertan. El miércoles, mientras escribía estas líneas, y ante los muchos asesinatos machistasde diciembre, estas mujeres que nos animan a vengarnos de nuestros hijos convocaron una reunión urgente del primer Comité de Crisis Contra la Violencia de Género. Sonaba muy urgente y rimbombante, pero en realidad sólo era un nombre largo, una excusa como cualquier otra para volver a salir en el telediario haciendo que hacen, no fuera a ser que con tanta fiesta nos olvidáramos de ellas. Después, PAM declaró ante los medios. Yo esperaba que admitiera al fin que todo el dineral que gastan está resultando inútil, cuando no contraproducente, y que anunciara que ponía su cargo a disposición de la Ministra. O, cuando menos, que reconociera que quizá alentar a las mujeres a declarar la guerra a los hombres en Navidad no era el mejor camino para facilitar la convivencia. Pero, una vez más, mi optimismo se vio derrotado. Nada de autocrítica. Al parecer PAM y su comité —que deben de ser los ángeles de Charlie del Ministerio del Amor— han averiguado que el 75% de los maltratos navideños se han producido cuando el maltratador ha pasado más tiempo con su víctima; es decir, en días festivos. Sólo le faltó decir que había puesto a la Navidad en busca y captura. Después pidió a la sociedad “que extreme la precaución y la alerta” y, como buena mujer feminista, se marchó sin responsabilizarse de nada.
Feliz Año Nuevo a todos.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación