Opinión

Ministros anti-OTAN

Celebración del cuarenta aniversario de nuestra adhesión a la OTAN en Madrid. Ni un ministro podemita

Estaba presidiendo el histórico aniversario Su Majestad el Rey Felipe VI; estaba el presidente Sánchez; varios integrantes de su Gobierno, entre ellos la ministra de Defensa; los presidentes del congreso y del senado; el líder de la oposición Núñez Feijoo; el presidente del Consejo General del Poder Judicial; todos los expresidentes del Gobierno, salvo Rajoy. Quienes debían estar por razón de estado hicieron acto de presencia en elT eatro Real, lugar en el que se desarrolló la ceremonia como previa a la reunión de la OTAN que tendrá lugar en Madrid los próximos 29 y 30 de junio. ¿Quién no quiso acudir? La parte podemita del Gobierno. Ningún miembro de los morados, ni siquiera la vicepresidenta Yolanda Díaz – suerte que es “moderada” – que aludió tener una cita médica, excusa tan socorrida como un súbito dolor de muelas o el óbito de una tía de Socuéllamos. Estos comunistas son muy curiosos.

Todo lo que afecta a las ventajas de ostentar ministerios les viene bien, pero no aceptan ninguna de sus obligaciones. No han entendido que no son ministros de su partido, sino ministros de España, lo que conlleva obligaciones puesto que deberían representarnos a todos y no solo a los suyos.

Los comunistas siempre han sido contrarios a la OTAN por razones obvias. Antes, porque sus preferencias se situaban al lado del Pacto de Varsovia y los intereses de la URSS. Ahora, porque siguen ligados a lo que de totalitario y dictatorial tiene el régimen de Putin que, salvo la simbología externa, sostiene el mismo esquema político frente al derecho de Occidente a defenderse ante la política expansionista de Moscú.

Los comunistas siempre han sido contrarios a la OTAN por razones obvias. Antes, porque sus preferencias se situaban al lado del Pacto de Varsovia y los intereses de la URSS. Ahora, porque siguen ligados a lo que de totalitario y dictatorial tiene el régimen de Putin

Para los podemitas, el Telón de Acero sigue tan sólido como cuando Stalin lo dejó caer, aplastando el derecho a vivir en libertad en media Europa. Todo ello con el cinismo y la hipocresía habitual que pretende hacer creer a la opinión pública que están a favor de la paz, la concordia y la libertad. Uno recuerda la campaña del referéndum de la OTAN, el quiebro más enorme vivido el PSOE, y lo que decían en los debates el PCE y el PSUC. A quienes defendíamos la conveniencia de nuestra presencia en la OTAN se nos tildaba poco menos que de nazis.

Lo mismo que ahora cuando defendemos al Gobierno de Ucrania o condenamos los regímenes chavitas. Su marco mental es igual que en épocas del Politburó. Son lo suficientemente hábiles como para pasarse la vida hablando de la amenaza fascista, inexistente salvo en sus mentes, para así mejor ocultar su ideología perniciosa. ¿Deberemos recordar que la II Guerra Mundial la empezaron Hitler y Stalin, que habían pactado invadir y repartirse Polonia? ¿Será preciso decir que en la URSS se practicó una política de exterminio al pueblo judío, especialmente los médicos hebreos, que no tenía nada que envidiar a los nazis? ¿Hay que hablar de la muerte segura que comportaba ser encarcelado en un Gulag, de las torturas de la Lubianka, de ese ser depravado llamado Beria que compitió en maldad con Himmler?

Los comunistas no han hecho el menor acto de contrición por las checas, los asesinatos a religiosos o creyentes, las purgas a sus enemigos como Andreu Nin. La memoria histórica es para los otros. Es lógico, pues, que un acto en el que se ensalza la vigencia de una alianza militar de naciones libres les repela. Sánchez debería cesarlos. Porque no son ministros anti-OTAN. Son ministros anti democracia parlamentaria.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación
Salir de ver en versión AMP