Como diría Jack el Destripador, vayamos por partes. Empecemos por la política nacional en la que destaca Isabel Díaz Ayuso: su contundente victoria en las autonómicas madrileñas dio un vuelvo a las encuestas –excepto la del CIS, claro- a favor del PP en escala nacional y es sin duda el fenómeno político del año. También en el otro lado del espectro político el protagonista es una mujer: Yolanda Díaz. Aunque aún no está claro que su proyecto llegue a alguna parte, es evidente cómo ha conseguido mantener la ilusión en un grupo de votantes a punto de volver a la abstención tras la marcha de Pablo Iglesias. Con él entramos en el capítulo de los fracasos del año, donde hay muchas plazas: desde el otrora poderoso Iván Redondo pasando por el ex superministro José Luis Ábalos hasta la alcaldesa Ada Colau, que está hundiendo a la ciudad de Barcelona en una de sus peores crisis, o a Inés Arrimadas, que no deja de sumar malos resultados electorales.
Como a mí lo que más me tira es la economía, y dado que quien más decepciona es de quien esperas algo, mis dos protagonistas más negativos en política nacional son Nadia Calviño y José Luis Escrivá. Ambos fueron buenos servidores públicos tanto en Bruselas como en la Airef, pero como ministros han demostrado una sumisión a los intereses electorales de Pedro Sánchez que han destrozado, a mi juicio, su prestigio. Calviño puede, como cualquiera, equivocarse en sus previsiones, pero haber mantenido hace dos meses que este año el PIB crecería un 6,5%, que lideraríamos el crecimiento en la UE (cuando vamos a acabar los últimos) y que volveríamos a comienzos de 2022 a los niveles previos a la pandemia, fueron mentiras conscientes puesto que ya conocía la revisión a la baja del segundo trimestre. Eso es vender su profesionalidad como economista en pos de la política, algo similar a lo del ministro Escrivá, quien afirmó que va a arreglar el déficit de las pensiones quitando un dinero a los jóvenes trabajadores que, según las matemáticas más básicas, no será suficiente, más allá de lo injusto de la medida, como para hacer sostenible a la Seguridad Social. Y desde luego, él lo sabe.
En lo negativo, faltaría espacio aunque me voy a inclinar por lo económico de nuevo, y poner como peor personaje a Xi Jinping, que ha dado un giro absurdo a su política
En política internacional, y tras la marcha de Angela Merkel, hay poco positivo que decir, quizás citar al gobierno de izquierdas portugués, por aquello de demostrar que si se gobierna con cabeza las ideas son lo de menos, o el éxito de Mario Draghi en Italia consiguiendo pacificar (de momento), al objeto de recibir el dinero europeo, las legendarias luchas políticas que han convertido a ese país en el que más gobiernos diferentes ha tenido desde la Segunda Guerra Mundial. En lo negativo faltaría espacio aunque me voy a inclinar por lo económico de nuevo, y poner como peor personaje a Xi Jinping, que ha dado un giro absurdo a su política perjudicando a grandes multinacionales chinas como Alibaba o Tencent, y ha dejado caer a Evergrande perjudicando con ello la inversión extranjera en el país. Crítica también la situación de Turquía por culpa de Erdogan al pretender saber más de política monetaria que los funcionarios de su banco central, a los que ha ido despidiendo por llevarle la contraria, y cuya política suicida ha llevado a la lira a mínimos históricos y al país a sufrir una inflación más propia de algunos países sudamericanos.
En economía tengo claro que el protagonista negativo es Jerome Powell, y con él la mayoría de responsables monetarios que minusvaloraron el riesgo de una inflación que se les ha ido de las manos. A pesar de que ha sido recompensado con un nuevo mandato por Joe Biden siendo como es republicano y elegido por Trump, si se leen sus declaraciones en Jackson Hole de finales de agosto y las actuales sobre la inflación, se ve claramente su grave error. Y aunque ahora parezca reaccionar lo cierto es que en enero el IPC allí fue del 1,2%, hoy es del 6,8% y los tipos de interés siguen rondando el 0% y la Fed sigue comprando activos cada mes. En la Eurozona en enero el IPC era del -0,3%, hoy del 4,9% y también seguimos igual. Y en lo positivo, aunque personalmente siento bastante aversión hacia él, sin duda el personaje del año en el mundo económico es Elon Musk, que se ha convertido en el más rico del mundo con una compañía que vale más en bolsa que todas las automotrices cotizadas juntas, a pesar de que vende una fracción muy pequeña del total de coches que se negocian en el mundo. Tiene mucho mérito conseguir que tantos mantengan la fe en su proyecto durante tantísimos años, y más siendo cada vez más costoso seguir apostando por su empresa.
Más de la mitad de los inversores en bolsa española son extranjeros, y las continuas revisiones a la baja de nuestras expectativas de crecimiento y las disensiones dentro del gobierno de coalición afectan a la fe en nuestra economía
Tesla es desde luego uno de los grandes protagonistas bursátiles del año, así como Wall Street en general en lo positivo, mientras que la bolsa española es, junto a la china, lo opuesto. El motivo del mal comportamiento del Ibex, incluso en comparación a otros índices vecinos como el Cac francés o el FTSE MIB italiano, no tiene una única razón pero desde luego es muy decepcionante y, más allá del tema composición (no tiene tecnológicas, Iberdrola, que es el valor con mayor ponderación, ha tenido muy mal año, en parte porque en 2020 lo tuvo muy bueno, hay demasiadas inversiones en países emergentes que están teniendo problemas por el virus y la fortaleza del dólar etc.), puede que, como en el caso de la bolsa china, tenga connotaciones políticas. Más de la mitad de los inversores en bolsa española son extranjeros, y las continuas revisiones a la baja de nuestras expectativas de crecimiento, las disensiones dentro del gobierno de coalición y la incapacidad para, al menos de momento, saber gestionar con fluidez e inteligencia el dinero europeo, es posible que estén reduciendo la fe en la economía española, y esto lo paguen las empresas cotizadas. Si no lo tuviera BCE intervenido, lo notaríamos en el mercado de deuda y lo llamaríamos prima de riesgo…
Más allá de la bolsa, los protagonistas en los mercados financieros han sido variados: un dólar más fuerte, algunas materias primas desbocadas (la suma del coste de la “transición energética”, la especulación y problemas geopolíticos que han disparado el precio del gas natural en Europa han sacudido el precio de la luz acercando a nuestros bolsillos lo que habitualmente no es noticia fuera del sector) y, cómo no, citar las criptomonedas. Este año han demostrado que, más allá del propósito original del bitcoin de ser dinero y/o valor refugio, son un activo de riesgo que se mueve en paralelo a otros como el Nasdaq. Ni protegen contra las tormentas financieras ni contra una mayor inflación, simplemente se especula con ellos cuando hay mucha liquidez barata en el mercado, algo que lleva pasando desde que existen. Además, la existencia de miles de ellas ha desvirtuado totalmente lo que parecía la mejor cualidad del bitcoin: su limitación numérica que lo convertía en algo valioso, de algún modo similar al oro. Ahora la criptomoneda de más éxito es el ethereum (aunque aún lejos de la capitalización del bitcoin es la segunda, y con mayor revalorización este año), debido también a que su red es cada vez más usada en las transacciones de activos virtuales. Todo esto está derivando incluso en la compra/venta de NFT. Se trata de activos virtuales que, gracias a la tecnología blockchain, tienen un código asignado que posibilitan que tengan un valor monetario porque hace que ese activo concreto sea único. Como la firma de un famoso, reconocida por un experto que diga que es auténtica, hace valioso un papel para algunos.Puede parecer difícil de entender pero, como pasa con las criptomonedas, eso no parece obstáculo para que se hagan populares y muchos compren y vendan buscando obtener algún beneficio.
Unas materias primas en ascenso (en gran parte responsables de la alta inflación, uno de los grandes problemas económicos del año que casi nadie previó) debido al desajuste entre demanda y producción
En resumen, en política nacional dos mujeres han sido el mayor revulsivo para los simpatizantes de las dos principales corrientes pero el balance es bastante negativo, especialmente si tenemos en cuenta los ministerios económicos ocupados por dos tecnócratas que han sucumbido al politiqueo. En política internacional ni Biden, ni Putin, ni Xi, ni por supuesto Von der Leyen, como dirigentes de las mayores potencias, ofrecen suficiente confianza. En economía los principales bancos centrales han errado en su principal misión que es controlar la inflación y no sólo no dimite nadie, encima a Powell le renuevan. Elon Musk, personaje polémico donde los haya, se ha convertido en el más rico del mundo llegando a ganar en 2021, con la revalorización de las acciones de Tesla, más que todo lo que ha ganado durante toda su vida Warren Buffet. Otra muestra más de las distorsiones que están provocando las políticas de dinero masivo barato de los bancos centrales, sin duda responsables del gran año bursátil global. Las excepciones son la bolsa china, con un máximo dirigente del país que parece en guerra contra los inversionistas, y la española, donde la política tampoco está ayudando. Unas materias primas en ascenso (en gran parte responsables de la alta inflación, uno de los grandes problemas económicos del año que casi nadie previó) debido al desajuste entre demanda y producción han tenido una gran influencia en nuestra vida cotidiana, algo que no se puede decir de las criptomonedas. No obstante, los activos virtuales no dejan de crecer en capitalización, volumen de negociación y popularidad.
Imposible no dejarme muchos personajes y temas de todo un año en un espacio tan corto, perdón por ello y feliz Navidad.
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