Opinión

Misoginia feminista

Quieren ser como hombres, en lugar de sentirse orgullosas de quiénes somos, cómo somos y de qué cosas hacemos

  • Alexia Putellas -

Advertencia de contenido, lo que van a leer a continuación no lo dicen otras columnistas y puede herir su sensibilidad y parámetros mentales: estoy tejiendo unos baloncitos blandos para que mi ahijado recién nacido juegue con ellos dentro de unos meses. Tejer. Ovillo, agujas, ganchillos, mini-tijeritas. Acurrucada en mi sofá mientras mi marido ve fútbol, toros o la última serie de Star Wars. ¡Y qué a gustito estoy!

¿Por qué me permito contar esto? Porque no tengo misoginia interiorizada, cuyo principal abanderado es el feminismo. Si fuera feminista, misógina inconsciente, relataría que esta semana he estado repasando la filosofía de John Locke para un ensayo que quiero escribir, lo cual es cierto. O podría retratar las conversaciones que mantuve con mis amigas después del trabajo, cómo nos reímos -gin-tonics de por medio- hablando de sexo como si tuviéramos la libido de un hombre. Esto último no sería verdad, pero ustedes no tienen forma de saberlo. No soporto la serie Sexo en Nueva York y derivados. La misoginia interiorizada, en suma, consiste en ocultar todo lo que en una mujer recuerde, aunque sea de forma remota, a lo femenino, ya sea biológico o cultural.

“Secuestrrro, mato y, al final de la jorrrnada, tejo un rrrrato para rrrelajarrrme. Oh, hay mujerrres que explican cómo se hace en Interrrnet y ganan dinero, voy a hacerrr lo mismo.”

El caso es que no había reparado en que no padezco esta misoginia hasta esta semana. Yo iba simplemente a mi marcheta, haciendo las cosas que me gustan. Hace unos días, cuando empecé a tejer, descubrí que había olvidado cómo se comienza una pelota de hilo y busqué un tutorial en YouTube. Quien mejor lo explicaba era un señor con acento ruso muy marcado, me resultó hilarante. No porque fuera ruso, sino porque me lo imaginaba como un ex miembro de la KGB que había decidido entretenerse así en su tiempo libre. “Secuestrrro, mato y, al final de la jorrrnada, tejo un rrrrato para rrrelajarrrme. Oh, hay mujerrres que explican cómo se hace en Interrrnet y ganan dinero, voy a hacerrr lo mismo.” Más allá de la broma, pensé que nunca había visto a señores protestando por su derecho a tejer o a que sus tutoriales de internet tengan igual de visibilidad que los de las mujeres. Simplemente se ponen a ello.

Esto meditaba mientras tejía mi bolita y, al mismo tiempo, comentaban en el telediario que Alexia Putellas, una de las futbolistas españolas más reconocidas nacional e internacionalmente, recibía de los Reyes el galardón Nacional del Deporte. Le pregunté a mi marido por qué a los futboleros les interesa menos la versión femenina de este deporte. Me comentó que no era por machismo, sino porque resulta menos espectacular, las jugadas emocionantes son menores en cantidad y calidad. Pensé que la habilidad se entrena, y me pregunté si el problema no radicaría en que las mujeres compiten en tamaños pensados para hombres (campo y portería). Decidí consultar a un amigo que forma parte del cuerpo técnico de un club de fútbol de la LaLiga:

“El fútbol femenino sería mucho más vistoso y justo si el campo y la portería fueran más pequeños, en los partidos muchos goles no los pueden parar las jugadoras por su estatura. Las mujeres tienen menos potencia y energía física, por lo que habría más cabida a jugadas emocionantes si no se desfondaran corriendo por un campo pensado para la fortaleza física de un hombre. De hecho, en la liga de baloncesto profesional de EE.UU. las canastas están más bajas. Por justicia y para favorecer el espectáculo. Un campo grande y el sobresfuerzo físico que tienen que hacer aumentan también el riesgo de lesiones, en general, y de lesiones graves en particular.

Las mujeres tienen mayor laxitud de ligamentos y por eso mucho más riesgo de rupturas de ligamento cruzado de la rodilla, esguinces, etc.”

“El fútbol femenino sería mucho más vistoso y justo si el campo y la portería fueran más pequeños, en los partidos muchos goles no los pueden parar las jugadoras por su estatura. Las mujeres tienen menos potencia y energía física, por lo que habría más cabida a jugadas emocionantes si no se desfondaran corriendo por un campo pensado para la fortaleza física de un hombre. De hecho, en la liga de baloncesto profesional de EE.UU. las canastas están más bajas. Por justicia y para favorecer el espectáculo. Un campo grande y el sobresfuerzo físico que tienen que hacer aumentan también el riesgo de lesiones, en general, y de lesiones graves en particular. Las mujeres tienen mayor laxitud de ligamentos y por eso mucho más riesgo de rupturas de ligamento cruzado de la rodilla, esguinces, etc.”

Quizá el hecho de que no se haya puesto sobre la mesa este problema es culpa de la misoginia femenina interiorizada: somos iguales a los hombres, podemos hacerlo igual de bien que ellos. Si no queréis venir a vernos es porque sois machistas. Oye, que a lo mejor sí es un debate interno que tienen en este mundillo, pero lo único que llega a la opinión pública es esto: machismo, machismo, machismo.

En esta misma línea, no entiendo por qué no se reivindican aquellos deportes en los que las mujeres tienen ventaja respecto de los hombres, precisamente por su anatomía (laxitud ligamentosa): gimnasia deportiva, gimnasia rítmica, patinaje sobre hielo. En estos deportes las mujeres ganan por goleada, ¿por qué no exigen visibilidad para ellos? De por sí son espectaculares -enfermizamente espectaculares, diría yo-, aquí el único trabajo que habría que hacer sería darlos a conocer.  ¿Por qué reivindicar deportes que ya son muy conocidos -fútbol, baloncesto- pero que, por las condiciones que he mencionado, no permiten a las mujeres ofrecer un espectáculo similar? ¿No tendría sentido modificar antes el tamaño del campo y las porterías? Misoginia interiorizada. Quieren ser como hombres, en lugar de sentirse orgullosas de quiénes somos, cómo somos y de qué cosas hacemos. Con feminismos como éste no necesitamos machistas.

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