Solo un 32,5% de la población española estaría dispuesta a vacunarse ya contra la covid-19, según los datos del CIS de esta semana; el 55,2% prefiere esperar a conocer los efectos. Un 8,4% no se vacunaría en ningún caso. La vacuna es el instrumento más eficaz contra el virus, así que las respuestas –que nos convierten en el segundo país europeo con menor predisposición hacia la vacuna- son preocupantes.
Las vacunas han sido y son una revolución auténticamente humanitaria. Son los instrumentos de salud pública más potentes que existen para combatir las infecciones y reducir la mortalidad. Dos o tres ejemplos bastan: el descubrimiento de la vacuna contra la polio, en 1950, ha permitido reducir las muertes por esta enfermedad de 350.000 en 1980 a unas decenas en la actualidad. La vacuna del sarampión ha reducido en un 92% su tasa de mortalidad en cuatro décadas: más de 25 millones de vidas salvadas en los últimos 20 años. Y estamos hablando –polio, sarampión—de vidas infantiles. ¿Y qué decir de la viruela? Una de las enfermedades más mortíferas –mató a cientos de millones de personas solo en el siglo XX-- y la única totalmente erradicada, desde 1980, gracias a una vacuna.
Digámoslo con toda claridad: no vamos a superar esta pandemia –que en España ha costado ya más de 60.000 vidas y tiene efectos devastadores en la economía— hasta que no dispongamos de una o varias vacunas y seamos capaces de producirlas y distribuirlas masivamente. Por eso es necesario que superemos todas las reticencias, las dudas y la desconfianza, y desmontemos las falsedades que se difunden y que generan desinformación e incertidumbre.
Un tiempo récord
Existen 48 vacunas contra la covid-19 en evaluación clínica y un total de 211 proyectos, si añadimos los que están en evaluación preclínica. Once de esas 48 vacunas están en fase III, y según optemos por las estimaciones más optimistas o más pesimistas, con seguridad llegarán al mercado en los próximos meses entre 5 y 8 candidatas. Esto, un éxito de enorme transcendencia por haberse conseguido en un tiempo tan corto, es un elemento que algunos intentan explotar para generar desconfianza.
Sí, estas vacunas están avanzando a gran velocidad. Pero no es cierto que todas las vacunas necesiten al menos diez años para este proceso. En el pasado, otras investigaciones han avanzado en plazos más breves. El caso más conocido es el de la vacuna de la gripe estacional, que cambia cada año. Esto se debe a que las cepas de virus de la influenza en circulación se modifican continuamente y de forma considerable, habiendo distintas versiones de la misma para el hemisferio norte y el hemisferio sur.
Nunca antes había habido una inversión público-privada tan importante destinada a asumir riesgos para el desarrollo de un fármaco
En la investigación de la vacuna contra la covid-19 no se parte de cero. Había avances importantes en tecnología que se han acelerado. Otros han sido posibles gracias a la experiencia acumulada con diferentes coronavirus, como SARS y MERS.
Otro factor fundamental: ningún país o industria farmacéutica tiene la capacidad para garantizar la inversión en el desarrollo y la producción de un número suficiente de vacunas de esta magnitud y asumir los costes relacionados con el fracaso de su investigación y pruebas clínicas. Agilizar el desarrollo de la vacuna, su autorización y disponibilidad, está siendo posible gracias a la multimillonaria financiación público-privada. Nunca antes había habido una inversión público-privada tan importante destinada a asumir riesgos y oportunidades para el desarrollo de un fármaco. Una enorme inversión que, por cierto, se queda pequeña si la comparamos con las pérdidas sociales y económicas que está causando la pandemia.
Prevención de otras enfermedades
Disponer de una vacuna en un breve periodo de tiempo es un éxito, y no va en detrimento de su seguridad: ninguno de los requisitos para acceder al mercado europeo ha sido derogado. Los países y la comunidad científica están poniendo a disposición sus mejores medios y recursos al servicio de esta investigación. La denominada carrera por la vacuna traerá consigo además avances muy positivos para el futuro: está permitiendo a la ciencia y la tecnología progresar a pasos agigantados en futuras vacunas y prevención de otras enfermedades.
Cuando tengamos una vacuna de calidad, segura y eficaz, y hayamos logrado un porcentaje de inmunidad elevado, podremos decir que el virus está controlado
También la asociación público-privada será crucial para que la vacuna llegue a todos los rincones del mundo gracias a la iniciativa COVAX, el mecanismo de colaboración global para acelerar el desarrollo, la fabricación y la distribución de las vacunas. Nadie ganará la carrera hasta que todos ganen. Nadie estará a salvo mientras no estemos todos a salvo.
Lo que hace falta ahora, más que nunca, es tener debates críticos e informados, desmontar falsos mitos, recuperar la confianza y escuchar a los expertos. Sin vacuna, ¿cuál es la alternativa? ¿Cómo acabar con el coste en vidas y la catástrofe económica y social? ¿Cómo recuperar la normalidad? Cuando tengamos una vacuna de calidad, segura y eficaz, y hayamos logrado un porcentaje de inmunidad elevado, podremos decir que el virus está controlado. La sociedad comprenderá entonces que la solución es la ciencia, y que precisamente las vacunas están entre los mejores resultados de la ciencia.
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