En los carteles de la feria se anunciaba para este martes 21 la lidia de la moción de censura al presidente Pedro Sánchez, pendiente desde el viernes 9 de diciembre. En esa fecha la había comprometido el líder de Vox, Santiago Abascal quien, desdiciéndose de la urgencia pregonada, la ha mantenido durante ochenta y un días embargada a la espera de encontrar un candidato idóneo. Buscaba un mirlo blanco. En sus propias palabras “un candidato neutral, con experiencia de gobierno, que no milite en ningún partido y se comprometa a convocar elecciones inmediatas”. Pero solo apareció el 22 de febrero una joven promesa, Ramón Tamames (Madrid, 1934), que se brindó a ponerle cara al intento. Entonces, sin más firmas de acompañamiento que las de los 52 integrantes del grupo parlamentario de Vox en el Congreso, quedó registrada y remitida a la Mesa de la Cámara para que fuera calificada.
O sea que, después de casi tres meses de búsqueda incesante y de prodigar ofertas seductoras que permitieran cumplir con la obligación ineludible del artículo 113.2 de la Constitución, según el cual la moción de censura “habrá de incluir un candidato a la Presidencia del Gobierno”, quedaba de manifiesto que ninguno de los 52 diputados firmantes daba el tipo para ser propuesto y que tampoco lo daban los cargos orgánicos del partido. Por eso, hubieron de salir a los caminos y requerir a los afines asimilables para que hicieran propuestas. Así fue como Fernando Sánchez Dragó vio la ocasión de recomendar a Ramón Tamames, amigo para siempre desde que, a partir de febrero de 1956, ambos coincidieran recluidos en la prisión de Carabanchel junto a Dionisio Ridruejo, Miguel Sánchez Mazas, Javier Pradera, Enrique Múgica, Gabriel Elorriaga y José María Ruiz Gallardón. Apenas unos días después, el 1 de abril los firmantes de un manifiesto lanzado por la Agrupación Socialista Universitaria cuando decían de sí mismos “nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos” se encaminaban por la senda de la reconciliación. Esa es la senda a la que quería volver 67 años después el candidato Tamames propuesto por los firmantes. Lo hizo con un léxico educado y culto que hubiera podido abrir al menos una jornada de reflexión en el Congreso de los Diputados. Pero no hubo caso.
En su opinión, el Gobierno de Pedro Sánchez ha pactado con partidos que "quieren romper España" y acabar con la Monarquía; y también está en peligro, a su juicio, la separación de poderes
Tamames venía asegurando en las últimas semanas no compartir muchos de los postulados de Vox, al que considera un partido constitucional, y justificaba haber dado el paso empujado por la “gravedad” de la situación actual. Porque, en su opinión, el Gobierno de Pedro Sánchez ha pactado con partidos que “quieren romper España” y acabar con la Monarquía; y también está en peligro, a su juicio, la separación de poderes, ya que el poder ejecutivo se ha apropiado del legislativo y “lo está haciendo con el judicial”. De la reciente reforma del Código Penal opina que es “un traje a medida para unos señores que, según el Tribunal Supremo, han cometido un delito”. Y ahí se mantuvo, sin obtener respuesta alguna. Eso sí, hubimos de aguantar que, empleando tono y ademanes de maestro ciruela y una oratoria de letanía insufrible, Gabriel Rufián intentara invalidar el concepto de patria, sin advertir que cuanto censuraba en los demás le era de plena aplicación a sí mismo.
Al candidato que censuraba y al presidente que era censurado les hubiera ayudado el poema Melancolía del destierro de José Ángel Valente que empieza así:
Lo peor es creer
que se tiene razón por haberla tenido
o esperar que la historia devane los relojes
y nos devuelva intactos
al tiempo en que quisiéramos que todo comenzase.
Pues ni antes ni después existe ese comienzo
y el presente es su negación y tú su fruto
hermano consumido en habitar tu sombra.
A los dos les era de aplicación en distintas franjas horarias. Atentos.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación