Opinión

Molinero, de la Pantoja al separatismo

El castellano se aprende de forma natural y no hace falta estudiarlo. Y lo dice un tío de Villanueva de Córdoba

Fue todo un fenómeno social entre la gente castellanoparlante catalana. Este avispado taxista que vino de su Villanueva de Córdoba a Cataluña, como tantos y tantos otros españoles hicieron, se puso a trabajar primero de mecánico y luego de taxista. En 1982 montó una emisora en Santa Coloma de Gramanet - mira, de donde es Rufián - para sus compañeros taxistas, Radio Tele-Taxi y pegó un pelotazo a base de emitir copla y canción española. Pujol se la cerró en 1986. Pero el gran sufete nacionalista decidió hacer la vista gorda permitiéndole continuar emitiendo aunque no tuviera la licencia que dispensa la generalidad.

Fue en el olímpico 1992 cuando le otorgaron gentilmente el plácet y las frecuencias que le permitían cubrir toda Cataluña. Justo podía estar tranquilo, ya gozaba de la bendición nacionalista. Hasta una televisión y un sello discográfico, tuvo. Organizaba cada año unos macro festivales multitudinarios en Can Zam, Santa Coloma, a los que acudían desde la Pantoja hasta quien ustedes quieran.

¿El precio? Introducir entre quienes estaban alejadísimos del nacionalismo pujoliano, génesis de lo que vivimos ahora, el mensaje de que Jordi Pujol era un padre para todos. El ridículo del ditirambo constante fue tal que uno recuerda por estar presente un concierto de los Chunguitos en el distrito de Nueve Barrios barcelonés, de población mayoritariamente andaluza, gallega y extremeña, cuando de repente Justo, a la sazón organizador, interrumpió a esos genios para sacar a Pujol al escenario en medio de una sonora silba. Ni el político de piel de cocodrilo supo capear el chorreo. Dijo, en frase célebre, algo que ha pasado a los anales “Yo a estos señores los escucho en la radio del coche”.

Uno recuerda por estar presente un concierto de los Chunguitos en el distrito de Nueve Barrios barcelonés, de población mayoritariamente andaluza, gallega y extremeña, cuando de repente Justo interrumpió a esos genios para sacar a Pujol al escenario en medio de una sonora silba

Les he puesto en antecedentes del personaje para que se sitúen porque, fuera de mi tierra, es un desconocido. De carácter mandón – cuando sabes que el amo te respalda ya me dirás – hizo y deshizo lo que quiso y tuvo anunciantes para aburrir. Servidor lo imitaba en mi programa El Pati de els Tarongers, el primero que hizo imitaciones en clave de sátira política, y me fascinaban sus promos del chóped Crismona, Talleres Conchita, la bayeta Mercedes o Isla Fantasía.

Creo que se habrán hecho una idea del personaje que ha soltado en esa cosa que se emite por la mañana en el circuito catalán de TVE y sin despeinarse que el castellano no hace falta aprenderlo en la escuela porque ya se aprende de forma natural, que juzga inútil el 25%, que votó el uno de octubre porque cree los catalanes tienen el derecho a decidir, que por Cataluña daría la vida porque se lo ha dado todo, que es un catalán de Córdoba porque los catalanes nacen donde les da la gana, que es injusto lo que ha pasado con Jordi Pujol y que el expresident le enseñó a amar a Cataluña y a Andalucía. Y ha hecho una predicción: “Si Rufián se presenta como alcaldable de Santa Coloma se pegará una hostia y se quemará”. Di que sí, Just Moliné, que quemarse no es de listos.

Es mucho mejor arrimarse al sol que más calienta, el de la subvención, el medro y la ganancia. Lógicamente, en su día, la SER le concedió un Ondas por su “Amplia labor profesional y empresarial en la radio española (sic) como creador de un formato musical innovador”. Nota Bene: tiene un libro titulado con toda modestia Justo Molinero, el gran comunicador, de Olegario Sotelo Blanco, y otro con Junqueras, Revoltats. No es preciso que los lean. Pero así se escribe la historia. Mejor dicho, nos la escriben.

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