Opinión

Hay motivo

A nadie ha de extrañar que tantísimas mujeres en España se hayan declarado hoy en huelga para denunciar lo que, a todas luces, no es sino una injusticia que de

A nadie ha de extrañar que tantísimas mujeres en España se hayan declarado hoy en huelga para denunciar lo que, a todas luces, no es sino una injusticia que de puro secular amenaza con convertirse en endémica. La política, por ejemplo. No hay más que elevar la vista para constatar que los principales cargos y atribuciones están en manos de hombres: ni una presidenta de comunidad autónoma, ni una directora general de cierto rango ni, por descontado, una ministra que ocupe o haya ocupado un ministerio de los considerados fetén; no el de macramé, no, sino los de Defensa, Economía, Ciencia e Innovación…  Y ya no digo una vicepresidencia primera o una Presidencia del Congreso, por no ponerme estupendo. Habrá quien objete que España está sembrada de alcaldesas, y no le faltará razón, pero aún parece lejano el día en que en las grandes ciudades, en las capitales donde radica y se administra el verdadero poder, manden mujeres.

Y qué decir del mundo de la comunicación y el periodismo: ¿acaso hay alguna mujer entre los grandes popes de la televisión matinal? ¿Algún representante de nuestro más incisivo reporterismo, ya sea del mediodía o de la tarde, es mujer? Un erial, insisto, como lo son (y probablemente de mayor extensión) los diales matutino y vespertino. ¿Sabrían decirme el nombre de alguna radiofonista que conduzca un magazine de éxito? El de una sola. No lo intenten, créanme, pues se verán abocados a la melancolía.

Vayamos al libro, cuyas mujeres (maquetistas, fundamentalmente) también paran hoy con el ánimo de evidenciar que habría que retrotraerse al edén de la Segunda República para encontrar editoras-jefas en primera línea del negocio. Ah, aquellas Tusquets, De Moura, Querini, Navajo, Broggi… cuyas trayectorias truncó la guerra y para quienes nunca, ni siquiera en democracia, hubo relevo.

En cuanto a la ciencia, la postergación de la mujer merecería un sinfín de reflexiones, la mayoría deprimentes, mas permítanme que, esta vez sí, pida lo imposible (o, como clamaban los sesentayochistas, sea realista): ¿se imaginan que una de las grandes investigadoras en biología molecular y transhumanismo fuera, además de mujer, española?

No me despierten todavía de este sueño, que si los sueños cine son, no puedo por menos de fantasear con la posibilidad de que en un futuro próximo haya mujeres en nuestro país disputándose un premio Goya. Y llámenme loco pero, ¿y si esas cineastas fueran catalanas?

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