Las votaciones de ayer difícilmente podrán alterar la complejidad que presenta la Europa de hoy. Hablamos de la UE como algo unívoco predestinado a una permanencia histórica eterna. Inventos más sólidos como el imperio romano, la expansión napoleónica, o la credibilidad del festival de eurovisión han sucumbido y hállense sepultados en las arenas del tiempo. Esto, por saber, lo saben hasta los británicos que practican una política continental estilo Manquiña, la que dice en la película 'Airbag': ”lo mismo que le digo una cosa le digo la otra” en referencia al “conceto” ¿y de que trata el conceto respecto a Europa?
Los grandes intereses supranacionales no son afrontados con la valentía precisa. Véase como ejemplo la inmigración, la guerra de Ucrania o la política con el terrorismo islámico
Trata de algo muy simple: la antaño creadora vigorosa de cultura, o sea, Europa ha devenido en un gran centro comercial en el que chinos, rusos y yankis vienen a vendernos cosas que nosotros haríamos mejor si el mundialismo nos dejara. Es importante disponer de representantes en el parlamento europeo que sepan entender esto y no se ciñan a una matemática política de parvulario. Porque sumar a todos los estados integrantes de la UE no tiene porque dar un resultado positivo. Mucho nos tememos que, por el contrario, reste.
Los grandes intereses supranacionales no son afrontados con la valentía precisa. Véase como ejemplo la inmigración, la guerra de Ucrania, la compra de gas a Rusia o la política con el terrorismo islámico. Si tenemos en cuenta que el 80% de las normas y leyes que rigen nuestra vida emanan del parlamento europeo valdría la pena saber hacia dónde carajos nos llevan.
Porque sumar a todos los estados integrantes de la UE no tiene porque dar un resultado positivo. Mucho nos tememos que, por el contrario, reste
Más allá de las lecturas en clave nacional que puedan extraerse de estos comicios -Begoña, las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan, como dice Shakira- es urgentísimo replantearse el papel de esa Europa vieja, abúlica, timorata, demográficamente estéril y buenista hasta extremos suicidas. Esperemos que este nuevo parlamento europeo sepa debatir a parte del color de las grapadoras o de como han de ser las bombillas, acerca de la misión, propósito y sentido que tiene en la hora presente unir a muchos estados con objetivos comunes sin que por ello pierdan un ápice ni de su soberanía ni de su esencia.
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