Pedro Sánchez dio por finalizada su performance sentimental. Solo era otro número sanchista. Él sigue. Este vodevil ha retratado la mutación bolivariana de un PSOE que ya nada tiene en común con la socialdemocracia europea. Cuando Zapatero convocó desde la 'SER' a manifestarse contra un juez, estaba reproduciendo una práctica del chavismo que él conoce bien. Hace un año, participó en Buenos Aires en un encuentro de apoyo a Cristina Kirchner y contra los jueces que la habían condenado con pruebas contundentes por robo masivo al Estado argentino. Allí habló de “partido judicial”, como aquí, de “fachas con toga”.
El bochornoso espectáculo del sábado en la calle Ferraz desprendía la misma estética de las concentraciones peronistas de apoyo a la familia Kirchner contra los jueces. El acoso al juez Juan Carlos Peinado y a su familia por abrir diligencias que afectan a la pareja presidencial no puede ser más kirchnerista. Están practicando lo que Umberto Eco define en 'Construir al enemigo': "Es tan importante disponer un buen enemigo que, cuando este no existe, es preciso fabricarlo". En versión local, con el catecismo de Miguel Ríos, Pedro Almodóvar, Marisa Paredes, UGT-CCOO, todos los que se atreven a criticar a Sánchez se convierten en franquistas. Ellos son, obviamente, antifranquistas.
La última: convertir el 1 de mayo en manifestaciones de apoyo a Pedro y Begoña. Copian del presidente chavista Gustavo Petro en Colombia que, agobiado por manifestaciones masivas contra sus desastres de gestión y la corrupción familiar, ha llamado también a manifestarse en su defensa el Día de los Trabajadores. Quien haya seguido algo las prácticas del populismo castro-chavista, que analiza en detalle Pierre Rosanvallon ('El siglo del populismo'), habrá comprobado cómo las ha incorporado el sanchismo: ataques a los jueces, no por conservadores, sino por ejercer como jueces; persecución de todo medio de comunicación, si no es de la cuerda; control con militantes de los contrapesos, esenciales en las democracias liberales. A ese modelo, el sociólogo francés lo denomina democradura, es decir, “régimen político que combina las apariencias democráticas con un ejercicio autoritario del poder”.
La comparecencia de Sánchez para anunciar que no dimite ha mostrado al tramposo que necesita reflotar un gobierno agónico. Con el recurso permanente a la demagogia populista pone al PSOE en situación de ruina inminente. La charlotada de “la carta”, con su desenlace aún más cómico, es solo el estrambote. Al menos ha sido útil para identificar a quienes dependen de conservar a Sánchez en Moncloa, aunque sea en formol. Se han movilizado todos los que le sacan algo al quiosco sanchista. Desde los partidos independentistas al endeudado grupo Prisa, pasando por los aprovechados del presupuesto de RTVE, todos han entonado el “sigue, Pedro”. Los que no se ponen de acuerdo para aprobar los Presupuestos son una piña a la hora de sostener al “doctor”.
"Este vodevil ha retratado la mutación bolivariana de un PSOE que ya nada tiene en común con la socialdemocracia europea
Sánchez no tenía que reflexionar mucho para ver que, aún teniendo los votos para superar una moción de confianza, no cuenta con posibilidad alguna de evitar la continuidad del casino en el que ha convertido la política española. Motivos para entender -incluso él- que la timba no da para más sobraban: la marea de corrupción solo ha empezado; las elecciones catalanas y europeas debilitarán la coalición; Puigdemont seguirá en lo suyo; la argolla de la amnistía seguirá apretando; la implosión de Sumar no tiene enmienda; duros ajustes del gasto serán inevitables con las nuevas reglas fiscales de la UE. Añádase la tortura semanal de comprobar cómo, pleno a pleno, Núñez Feijóo crece políticamente y él mengua. Vio venir la avalancha y buscó el milagro.
Ahora volveremos a oír que él sigue por las “políticas sociales” que justificarían todo -amnistía, pactos con los de ETA o lo que venga-, pero ese cuento chirría. Un ejemplo entre mil. Los datos de crecimiento de la pobreza extrema con Sánchez, como advierte el Banco de España en su Informe de la situación financiera de los hogares y las empresas, son impactantes. Tanto, que merecerían alguna pancarta sindical el 1 de mayo. Solo desde 2020, las familias españolas en ese estado de desesperación han pasado a casi 1,7 millones, del 7% al 9%. En el Eurobarómetro publicado hace unos días, entre los 27 países, que los niveles de preocupación por la inflación de los españoles se han multiplicado por dos en un año. ¿”Políticas sociales”? El sanchismo, como el kirchnerismo, es una fábrica de pobreza.
Lo que pone en evidencia el cantinfleo planetario montado por Sánchez, y replicado en la vergonzosa comparecencia, es a un Partido Socialista con un único proyecto político: “Nosotros contra ellos”. La movilización de los 100 autocares en Ferraz, la del “no nos dejes, Pedro”, descubrió una organización escuálida en proceso de desintegración. "No pasarán”, gritaban. ¿Quiénes no pasarán? ¿Los socialistas de antes del sanchismo? En fin, urge en España un trabajo de refundación democrática que permita constituir una alternativa sólida a este populismo pestilente.
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