Las mujeres de Pablo Iglesias no suman, no se entienden, una aparta a la otra para lanzar su plataforma, para poner en marcha lo que llaman Sumar. Yolanda Díaz lo tiene claro desde hace un año, en especial desde que presentó su proyecto en abril con el argumento de que quiere ser la primera presidenta de este país. Llegó al Congreso en marzo de 2021 de la mano del líder morado, cuando éste abandonó la vicepresidencia del Gobierno. Nadie le va a hacer sombra, la avalan los resultados del 28-M en los que Podemos dejó de ser una alternativa de gobierno o la llave de muchos gobiernos.
Recordemos que las huestes de Iglesias, un batiburrillo de formaciones, movimientos, mareas y otras familias, consiguieron más de cinco millones de votos en las primeras elecciones tras el 15-M. A Díaz le avalan las encuestas. Durante estos dos años en los que ha sido vicepresidenta le conceden siempre –tanto las públicas del CIS como las privadas- la mejor valoración, por delante de Sánchez o Fejóo.
Lanzaba en una entrevista en RTVE su voluntad de construir un proyecto para los próximos diez años, sin etiquetas, que “mire por el bienestar de la gente", anunciaba
La demoscopia juega a su favor al mismo nivel que la capacidad negociadora al sentar en la mesa a patronal y sindicatos y conseguir unos retoques a la reforma laboral del PP. Logros como éste le han llevado a lanzar su aventura política que se viene cocinando desde hace meses, cuando, dulcemente, en su estilo, lanzaba en una entrevista en RTVE su voluntad de construir un proyecto para los próximos diez años, sin etiquetas, que “mire por el bienestar de la gente", anunciaba.
Desde entonces, siempre se le pregunta en qué consiste su propuesta política, una incógnita aún, al igual que a la ministra Irene Montero se le preguntaba si se si se uniría a Sumar, lo que indefectiblemente dejaba al descubierto su falta de sintonía. La nefasta ley del sí es sí le ha pasado factura a la ministra de Igualdad, que se convirtió en un elemento incómod, un factor que resta. Por eso Díaz la mantuvo lejos de sus filas desde el principio.
Estos roces, estos enfrentamientos, van más allá de la política. Así ocurrió con Iñigo Errejón y Pablo Iglésias cuando protagonizaron la primera gran ruptura del partido. De momento, in extremis, Díaz ha recompuesto los pedazos del jarrón chino de la extrema izquierda, consiguiendo el apoyo de 16 formaciones, alineando de nuevo a muchas siglas que en su día se alejaron del eje morado. Una extraña amalgama con los supervivientes del 15-M, con un único liderazgo, el de la líder gallega, con Errejón reforzado y con los dirigentes de Podemos humillados y preteridos.
Este conflicto se lleva por delante amistades de años, relaciones políticas, sepulta definitivamente el 15-M y catapulta, se ignora hacia dónde, a la idea de Sumar
En el plano personal, no ha debido ser demasiado fácil para la pareja Iglesias-Montero esta situación, que se lleva por delante amistades de años, relaciones políticas, que sepulta definitivamente el 15-M y catapulta, se ignora hacia dónde, a la idea de Sumar. Si algo ha evidenciado Podemos es el hecho de que la vida política es capaz de arrollar valores firmes como la amistad.
La historia de Podemos es la historia de desintegración, descomposición, de un grupo de amigos que, ilusionados con el 15M pretenden cambiar las cosas. Consiguen, gracias a la imperiosa necesidad de un debilísimo Pedro Sánchez, llegar a la vicepresidencia del país, integrándose en el primer gobierno de coalición de nuestra reciente historia.
De tocar el cielo a hundirse en el infierno, la muerte tal y como se concibieron a sí mismos. Si bien, salvando las distancias, tanto en las formas como en el fondo, al igual que mucha gente de Ciudadanos se ha recolocado en al barco del PP, los morados se unen ahora al nuevo barco de la izquierda de a izquierda -que no un partido- que no es más que una ilusión, un movimiento, como lo fue su predecesor antes de instalarse en las instituciones.
Las cámaras no captan una sola imagen afectuosa entre Yolanda e Irene desde que la dirigente de Izquierda Unida presentó su oferta en el Magariños
De momento hay acuerdo, hay un perdedor claro, como se palpó claramente la ministra Ione Belarra a anunciarlo mediante un triste video, en el que no eludió mencionar que el equipo de Yolanda Díaz apartaba a Irene Montero. Empiezan con mal pie, con gestos adustos y una sintonía de bronca y revancha.
Las cámaras no captan una sola imagen afectuosa entre Yolanda e Irene desde que la dirigente de Izquierda Unida presentó su oferta en el Magariños. Díaz ha mostrado su cercanía con Ada Colau pese a tenerla a 600 kilómetros de distancia frente a los 20 metros que la separaban del escaño en el Congreso con Irene Montero. Una, Colau, acaba de ser derrotada en las municipales de su ciudad, la otra, Montero, ha luchado fieramente por su sillón. En los partidos, la bicefalia no funciona. Ya se vio con Iglesias y Errejón.
Primero, anunciar elecciones a celebrar en pleno corazón de las vacaciones estivales; después lanzar la inopinada pelota de los debates con Feijóo y ahora, la desaparición de Podemos
Hasta aquí a Pedro Sánchez, pese al batacazo del 28M, la jugada le ha salido bien porque ha convocado elecciones para el 23-J con lo que tapa los titulares sobre su derrota y, al tiempo, se descompone el espacio a la izquierda del PSOE, con un futuro repleto de incertezas. La estrategia de Moncloa ha sido improvisada, pero quizás eficaz: primero anunciar elecciones a celebrar en pleno corazón de las vacaciones estivales; después lanzar la inopinada pelota de los debates con Feijóo y ahora, la práctica desaparición de Podemos. Sánchez, mató políticamente a Rivera, ahora a Iglesias, veremos si aniquila también a las mujeres de Iglesias o si son ellas las que le salvan. Hay que tener altura para caminar juntos, decía el líder morado; nuestra obligación es caminar juntas replicaba Yolanda Díaz. Veremos quién camina y con quién a partir del 24-J.
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