Opinión

Nadie se acordará de la independencia cuando hayamos muerto

Aragonés no piensa conmemorar la república de Puigdemont

Mi padre el señor Miguel, qepd, gustaba de explicarme cosas de su infancia en Cartagena. Entre las que más gracia me hacían estaban las anécdotas, reales o no, que eso nunca se supo, del Tío Gasparico, un señor que ya estaba en aquella edad en la que como decía Sacchi “Decir no es hacer”. Como tenía algunos ahorros, las mozas le rondaban a ver si alguna conseguía llevárselo al huerto y convertirse en heredera, pero el sabio cartagenero, cuando le decían si no se había fijado en los ojitos de corderico degollao que le ponía Fulanita o Menganita, movía la cabeza y sonriendo respondía “No, bonicos, no, a mis años, tanto sudar ¿pa qué?”.

Esa ponderada valoración del esfuerzo inútil se ha producido en el gobierno catalán, que ha decidido no celebrar el quinto aniversario de aquella comedia bufa, a saber, la proclamación de la república catalana a cargo de Puigdemont. Aragonés, y singularmente Junqueras, están más pendientes de ver qué rebañan de los presupuestos sanchistas, así como de blindar todas las barbaridades que, verbigracia, en materia escolar están llevando a cabo. Como para ponerse a homenajear aquel vodevil que, aun siéndolo, podía haber acabado con muertos por las calles. Y, lo más importante de todo, el líder de ERC se niega a concederle al de Waterloo ni un segundo de foco mediático. Así pues, nada que celebrar según dicen los mismos dirigentes republicanos parafraseándose a ellos mismos cuando hace nada hablaban del doce de octubre.

El famoso mandato emanado de la patochada mal llamada consulta, sin validez, legalidad ni control alguno, que desembocó en ese otro mandato todavía más risible del uno de octubre son papel mojado a día de hoy

La portavoz del gobierno, Patricia Plaja, lo ha confirmado en esas ruedas de prensa institucionales que suelen ser más interesantes por las preguntas que por las respuestas. A instancias de un periodista al que no le hacía falta llevar la estelada alrededor del cuello, y que aprovechó la ocasión para afearle a la señora Plaja que debido al enfado de Junts y Esquerra ya no se había celebrado con cal el uno de octubre, le preguntó si habría celebración de la gesta puigdemontiana. La señora Plaja vino a decir aquello de “A mí, que me registren”, que no le constaba y que si a alguien se le había ocurrido celebrarlo, ni que fuese con ganchitos, patatas y refrescos, no se lo habían dicho. Es decir, el famoso mandato emanado de la patochada mal llamada consulta, sin validez, legalidad ni control alguno, que desembocó en ese otro mandato todavía más risible del uno de octubre son papel mojado a día de hoy. Ya lo ven.

Tanto mandato pa ná, tanta camiseta, tanta pancarta, tanta comedia, tanto exilio dorado en Suiza o Waterloo, tanta señora a la que le habían tocado las tetas, tanto arrastrarse llorando como la Zarzamora por los foros internacionales sin que les hicieran ni puñetero caso

Tanto mandato pa ná, tanta camiseta, tanta pancarta, tanta comedia, tanto exilio dorado en Suiza o Waterloo, tanta señora a la que le habían tocado las tetas, tanto arrastrarse llorando como la Zarzamora por los foros internacionales sin que les hicieran ni puñetero caso, tanto dinero derrochado en TV3, Cataluña Radio, propaganda, tanto tertuliano al borde de un ataque de nervios, tanta ruina económica, tanto odio sembrado entre gente que se apreciaba, total, para que cinco años después uno de los principales instigadores de aquel sainete nos diga que no hay nada que celebrar. Olvida Esquerra que, cuando Puigdemont más giñadico estaba, dudando entre convocar elecciones o no y hablando con Urkullu por un teléfono y con Iceta por otro, fue precisamente el tuit de Rufián y las monedas de plata junto a los gritos que le pegó Marta Rovira en su despacho presidencial los que hicieron decidirse al del flequillo a liarse la estelada a la cabeza y tirarse al ruedo, Ahora dicen que no hay nada que celebrar. Son socios sensatos, dice Sánchez. Y que gracias a él se ha pacificado Cataluña. Ya te digo.

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