Que haya tenido que llegar el Asimov del gobierno para mostrarnos nuestra desnudez en materia sideral es de vergüenza y oprobio. Yo me alegro mucho de lo que nos cuenta este adalid del implante capilar, porque tiene razón. Tranquilícense, no me ha dado un parraque, es que cuando se lleva razón, pues se dice y punto. Que nuestro país, que colabora con la agencia espacial europea así como con la norteamericana desde hace mucho tiempo, no tuviera un organismo que coordinase nuestros diferentes proyectos en esta materia y los dotase de unidad de acción, estrategia y operatividad era algo ilógico. Pero como lo cortés no quita lo valiente ni el espacio quita la chorrada, hay que precisar algunas cosillas.
De entrada, la panoja, los titos, el parné, la pasta. Porque, una de dos, o aumentamos espectacularmente la inversión estatal en investigación y desarrollo o no llegaremos ni para las pegatinas. Le recuerdo a don Iván que estamos alrededor del 1,25 del PIB en este asunto, lo que es nada, y somos el último país de la UE en gasto científico con la miseria de 8.783 millones que invertimos. Eso es lo que en la NASA se gastan en papel higiénico, porque manejan nada menos que más de 25.000 millones de dólares, aumentando este 2021 en un 12% más.
Cosas que dejó el tito Trump, fíjate. Algunos de su objetivos son alunizar en el polo sur de la Luna en el 2024, el desarrollo del cohete SLS, la nave espacial Orión o la estación orbital Getaway, todo con tecnología exclusivamente norteamericana, e incluso lanzar una misión tripulada al planeta Marte. Para los teóricos de barra, cerveza y mondadientes que consideren que esto es superfluo – “ay, tanto de problema que tenemo en la tierra, ya vesss” - decirles que las aplicaciones en lo comercial también son enormes, verbigracia, los nuevos modelos de cohetes permitirán los vuelos en la baja órbita terrestre lo que supone una revolución en la distribución de bienes, personas y servicios, poniendo cualquier punto de la Tierra al alcance de todos en un tiempo récord. A mayor volumen de negocio, mayor consumo y, por lo tanto, mayor prosperidad.
Aumento de presupuesto
Lógicamente, nadie le va a pedir tamañas gollerías a un gobierno de España, y menos a este, ni le vamos a exigir que un programa espacial propio, a pesar de que lo tenga un país con los terribles problemas de desigualdad como la India. Pero no basta con salir a agitar la campanilla de Flash Gordon o Diego Valor, ya saben, el piloto del espacio en perpetua lucha contra el Gran Mekong de los Wiganes, para que el perrito ensalive y se diga cuan modernos somos y la suerte que tenemos con este gobierno.
Díganos, profesor Zarkov Redondo, ¿aumentarán considerablemente el presupuesto del CSIC o seguiremos manteniendo el nini ministerio de la Montero? Porque chuleta y huevo no puede ser, o lo uno o no otro. ¿Piensan incentivar las carreras técnicas ofreciendo becas y ayudas? ¿Ofertarán recursos a los investigadores en el terreno de la astrofísica, de la aeronáutica, de las telecomunicaciones, como para evitar la fuga de cerebros que nos está desangrando desde hace décadas? ¿Optimizaremos nuestros satélites, renovando el parque, así como las estaciones de seguimiento? ¿Y la óptica de nuestros observatorios, se mejorará?
¿O todo eso de la NASA española acabará como la catalana y se reducirá a lanzar un cohetito cualesquiera desde la Guayana francesa a expensas de la AEE para colocar en órbita un nuevo satélite meteorológico sinsustancia? ¿O para crear un nuevo chiringuito fardón y brilli brilli en el que colocar a los que todavía piden un lugar en el catálogo de chollos sociata? Y acabo. El casting de astronautas déjemelo a mí. Le aseguro paridad, igualdad de género y nada de heteropatriarcado. La chiqui ministra, doña Yolanda e Irene Montero tienen plaza asegurada. Usted también, lógicamente, doctor.
Aclare todo esto, don Iván, que estoy que no sé si ustedes están en la lun o nosotros somos unos marcianos. Venga, intrépido explorador espacial.
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