Hace unas semanas este medio denunciaba que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, llevaba una lar temporada sin dar palo al agua. Sinceramente, lo prefiero porque cada vez que abre la boca sube el precio del pan, el del aceite, los carburantes o algún sector importante (de los que aportan sueldos a los hogares) se enfada con razón. Y así ha sido.
Tiene un gran mérito ser elegido diputado con 26 años y tan sólo nueve años después, ministro de Consumo. Le pilló desprevenido. No hay más que ver las pintas con las que se presentó muy sonriente en La Moncloa por primera vez (¡chispas!). O era un traje heredado y el difunto era mayor o esa misma noche le ocurrió algo y se deshinchó.
Unos cuantos años después aún no termina de entender lo de las camisas de sport y de vestir. Es muy fácil: con el cuello casual, siempre sin corbata; sin botones es una camisa para corbata, para ir a trabajar o a un sitio formal. Eso sí, hay que reconocerle su acierto en el vestir de camarero cuando poner cañas en Granada. https://www.instagram.com/p/CewNpSUruJV/ En este apartado del look y la ropa, ¡cuánto tiene aún que aprender de su camarada la vicepresidenta Yolanda Díaz!
Garzón será todo lo comunista que se quiera pero desconoce la calle y la vida. Basta con recordar cuando, en plena campaña electoral en CyL, le dio por atacar con insolente desparpajo, no exento de tremendas falsedades, al sector ganadero. Dijo que la carne que España exporta es de baja calidad y que la ganadería extensiva es una tortura animal que hay que desterrar con urgencia. Probablemente no sepa lo que abulta una vaca, un cerdo y un pollo, ni los tiempos ni procesos de cría. Más bien, quizás ni siquiera haya ido al campo más que a retozar.
¿Cómo el titular de Consumo no se enteró de esta jugada? ¿Qué narices pinta la ministra sindicalista enredando en la compra del súper?
Su correligionaria Díaz le ha levantado la tostada en el tema del precio de los súper. ¿Cómo el titular de Consumo no se enteró de esta jugada? ¿Qué narices pinta la ministra del sindicalismo enredando en la compra del súper y montando el pacto de los treinta euros con una reputada cadena francesa? «No hay nada que tensione más la vida de la gente que no poder hacer la cesta de la compra», afirmó Yo-Yo-Yoli para justificar su empeño en convertirse en la Pasionaria de las mártires del carrito.
Esta pugna a codazos entre compañeros del progreso evidencia las tensiones que laten en el seno del Gabinete sanchista. El tercero en discordia, Luis Planas, al frente del departamento de Agricultura y Alimentación, también ha reaccionado muy iracundo ante este afán protagónico de la dama del Trabajo, que ha organizado un revuelo de notables dimensiones en el sector del comercio agroalimentario.
El problema es, por ejemplo, que a primeros de febrero el litro de aceite de girasol costaba menos de un euro y ahora la botella no baja de los tres
Empieza a percibirse una especie de tufillo a aquella España de penurias y autarquía, animada por la emoción del contrabando y el estraperlo. Un decorado de pan negro y achicoria, de tazón con migas y badila en el brasero El problema no es que se pacten precios, que se hable de oligopolios y que se enturbie el ambiente. El problema es, por ejemplo, que a primeros de febrero el litro de aceite de girasol costaba menos de un euro y ahora la botella no baja de los tres.
Es grave que el ministro de Consumo no sea consciente de que a las familias no les llega para pagar los uniformes del colegio. Una fórmula, más propia de los concertados que de los públicos, que permite vestir a los chavales de una forma mucho más barata que la de comprar un modelito para cada día y, lo que será más del agrado del ministro, iguala socialmente a todos los alumnos del centro educativo. Nada agranda más el alma del buen comunista que la gris uniformidad
También se aguarda el momento en que se reduzca el IVA de los productos sin gluten y sin lactosa y que no se penalice quienes no pueden alimentarse como la mayoría
Si se quieren tomar en serio el tema de los precios podrían empezar por cumplir lo prometido. La «tasa rosa» (así la llamaron esos repipis) para los dodotis, pañales para mayores y productos de higiene femenina aguardan el momento de la rebaja, anunciada al tiempo que los Presupuestos de 2023, año de elecciones, sean aprobados. También se aguarda el momento en que se reduzca el IVA de los productos sin gluten y sin lactosa y que no se penalice quienes no pueden alimentarse como la mayoría.
Garzón es posiblemente uno de esos ministros inútiles en los que pensaba Núñez Feijóo cuando animaba, este martes, al presidente a reducir el número de sillas de su Gabinete. Admirador de la Alemania totalitaria de Honecker y esgrime esa superioridad moral de la izquierda cuando no es más que un retrógrado cavernícola que habla de sostenibilidad, economía local, rural, resiliencia, despoblación, república y otros mantras. Sin olvidar el control del juego, objetivo que no ha culminado por no enojar a las empresas de comunicación amigas que viven de la publi de las apuestas.
La demolición del PCE
Izquierda Unida intentó ser un partido serio cuando por allí andaba Julio Anguita, un marxista con algunas lecturas y un cierto espíritu razonable. Pero un señor al que se respetaba. Luego, los hijos de Lenin fueron perdiendo fuelle en nuestro país porque llegaron nuevos estilos. Paco Frutos pasó de soñarse vicepresidente en un Gobierno de Joaquín Almunia y sólo lograron desalojar a Felipe González de la Moncloa y servírsela en bandeja a José María Aznar. De ahí a la decadencia, con un personaje de gran altura llamado Gaspar Llamazares, que derivó en anodino tertuliano. Y luego, Cayo Lara, que hundió su carrera al presentarse en uno de esos desalojos que sacar la Sexta (ahora no) y resultó más abucheado que Figo en Camp Nou. Ocurrió luego el 'pacto de los botellines' y el pequeño Garzón le entregó a Pablo Iglesias las llaves y las banderas del PCE. "Lo que no logró Franco en cuarenta años, lo ha conseguido Garzón en seis meses", se quejaba la grey comunista ante la súbita demolición de de su partido.
A cambio de esa jugarreta, Garzón logró una cartera, donde deambula tan contento. Bueno para nada, tan sólo consigue despertar laira de todos los sector, el de la caza, el ganadero, el agricultor, el del juego, el de los dulces, el de...Su Ministerio es la réplica masculina del de Igualdad, con la diferencia de que el señor ministro no se mancha las manos ni con la tinta de un bolígrafo.
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